La Inteligencia Artificial: ¿una nueva especie digital?

El contexto histórico y la evolución de la tecnología Imagen meramente ilustrativa. La evolución tecnológica ha sido una constante en la his...

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La sexualidad y el trabajo

La sexualidad ha sido el primer bastión que el humano entregó para representar su vida más allá de sí mismo

La sexualidad y el trabajo
Sí existe alguna dinámica, es decir algún impulso consuetudinario que se escape de lo cultural y que se exprese desde lo innato de la condición humana, es la sexualidad. Sin embargo, la sexualidad ha sido el primer bastión que el humano entregó para representar su vida más allá de sí mismo. De hecho el resultante, posible, como probable de una de las formas de sexualidad (el intercambio de fluidos entre un hombre y una mujer en período fértil) acaba, o concluye, con la continuidad de la especie, o con la perpetración de la contradicción manifiesta en que la experiencia humana no acabe, acabando. El acto sexual no se lleva comúnmente en la plaza o el escenario público, no sólo por las cuestiones sabidas y brillantemente narradas por otros, sino por sobre todo, porque la sexualidad es la instancia en donde todos y cada uno de nosotros nos despojamos de nuestra individualidad para coger el traje de seres sociales, padecientes y obedientes a las cláusulas sociales que nos vamos imponiendo al ritmo de la práctica sexual.

¿Y si este 1º de mayo reivindicamos el trabajo de las mujeres en el mundo antiguo?

Coincidiendo con la celebración del Día del Trabajo, revisamos cuál fue el papel de la mujer como fuerza de trabajo en el mundo antiguo

Mujeres lavando la ropa. Cara A de un peliké ático de figuras rojas (detalle), ca. 470 a.C. - 460 a.C.
Que dediquemos un espacio todos los años a poner de manifiesto las reivindicaciones de los trabajadores y trabajadoras, en el que tomen un papel central la reivindicación de los derechos más básicos, obtenidos en el devenir de la historia más reciente, nos hace pensar en cómo se organizaba el trabajo en el mundo antiguo. Y, más concretamente, en cómo se distribuía y organizaba por parte de aquella parte de la humanidad que no ha escrito la historia, pero que sin duda ha sido esencial para el desarrollo de la misma. Nos referimos, obviamente, a la mitad de la población: las mujeres.