¿Persiguieron
los republicanos a los sacerdotes por la mera cuestión de serlo o por su
condición de adeptos al franquismo?
La Iglesia católica
también sufre la furia de la guerra. Lógico, andan por ahí. Perdonándose de
antemano el simplismo de la afirmación, y siempre teniendo en cuenta que el
peso de la balanza está lleno de
excepciones, Hugh Thomas resumió la degollina de la Guerra Civil en una frase
muy elocuente: «En una zona se fusilaba a maestros de escuela y se quemaban
casas del pueblo, y en la otra se fusilaba a sacerdotes y se quemaban
iglesias».