Para
unos bárbaros, para otros héroes
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El caballo de Troya, por Tiepolo |
Desde que Heinrich Schliemann nos descubrió las ruinas de la antigua ciudad de
Troya han sido muchos los estudios que han intentado atribuir a uno de los
determinados niveles el conflicto narrado por Homero (actualmente se sigue
defendiendo que éste podría haber sido el motivo de la destrucción de la
nombrada Troya VII). El hallazgo supuso la identificación definitiva de Ilión
como una ciudad no griega situada en la entrada del Ponto Euxino, un hecho que acabaría teniendo repercusiones en la
concepción que se tuvo de los troyanos; de hecho con el tiempo fue
cambiando de manera muy radical. Mientras en La Ilíada encontramos
simplemente la narración (revestida de mitología) de los hechos de la Guerra de
Troya, a partir del siglo V a.C. nos encontramos con obras, como las de
Eurípides, que mostraban una imagen muy peyorativa de los troyanos. Ahora bien,
la tradición romana recogió la narración del conflicto, así como las obras del
Ciclo troyano, y construyó su propia imagen, muy positiva, de un pueblo que
había resistido frente al empuje de una gran unión de pueblos (la facción
griega); así organizaron los orígenes de Roma, antes de Virgilio, como veremos,
a partir del personaje de Eneas.