El Códice Mendoza: un tesoro histórico de la civilización mexica

La creación del Códice Mendoza: un encargo imperial Parte de una página del Código Mendoza. En el vasto océano de la historia, pocos documen...

Mostrando entradas con la etiqueta Llerena. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Llerena. Mostrar todas las entradas

El Partido de Llerena en los mapas antiguos.

Navegando por la web encontré una página muy interesante de muestras cartográficas, en la que se exponen algunos mapas antiguos de Extremadura, que van desde el siglo XVI hasta la actualidad. He realizado una selección de algunos en los que se destaca el Partido de Llerena y los he ordenado cronológicamente, del más moderno al más antiguo. No obstante, picando este enlace se puede ver toda la muestra de la página en cuestión.
.
Por último, indicar que los mapas pertenecen a una colección cartográfica que el Archivo-Biblioteca de la Excma. Diputación de Cáceres ha reunido mediante su compra en subastas y lebrerías de ocasión.
.
...
.

Villanueva de la Serena (Badajoz).1786.

....
.

Mérida (Badajoz).1783.
..

...

. Llerena (Badajoz).1783.

. ...
.

Extremadura 1570 A. Ortelius.

Mis fotos de Llerena: “las Piedras Baratas”.

En las fotografías aparece una puesta de sol de un día cualquiera de este verano pasado en Llerena. El paisaje es reconocible por cualquier llerenense, o por cualquier estudiante foráneo de los institutos de Llerena. Me refiero al espacio natural conocido como “las Piedras Baratas”. Sólo el nombre, me sugiere muchas ideas y muchas leyendas sobre restos de sangre de moro allí derramada durante la conquista cristiana de al-Ándalus. Pero no son más que eso, leyendas que saltan de generación en generación.









Mis fotos de Llerena: iglesia de Santiago.

Recorro Llerena como un turista, mirando cada edificio y cada detalle, como si fuera la primera vez que los viera, y disparando fotos por doquier. En cada paseo voy descubriendo por sus calles cosas nuevas, en las que antes no me había fijado. Ocurre lo mismo que con los libros, que cuando los relees te sorprendes con detalles que no habías percibido en la primera ojeada. Sólo es cuestión de observar, valorar y querer lo que se tiene. Y eso es lo que hago, querer a mi pueblo e indagar en sus entrañas. Porque se respeta más lo que se conoce.

En esta ocasión, le ha tocado la sesión fotográfica a la iglesia de Santiago. Pude encontrar algunos detalles que pasan desapercibidos si no te fijas. Me refiero, entre otras cosas, a las gárgolas y los pináculos góticos que decoran el exterior del ábside del templo; a las inscripciones y escudos; o a los adornos que rompen la monotonía de los ventanales abocinados. Por otro lado, pude descubrir con sorpresa que el edificio ha sido provisto de un equipo de iluminación exterior que lo realza en la quietud de la noche. Ya era hora.

Haciendo un poco de historia, se puede destacar que la iglesia de Santiago de Llerena fue mandada construir en el siglo XV por don Alonso de Cárdenas, un personaje que fue consejero de los Reyes Católicos. Asimismo, les prestó sus servicios en la Guerra de Sucesión Castellana, donde tuvo a sus órdenes a Gonzalo Fernández de Córdoba, conocido por la historiografía al uso como el Gran Capitán. El templo se construyó en el solar donde anteriormente se ubicaba la ermita de San Pedro y, a su vez, sirvió como sepulcro de don Alonso de Cárdenas cuando murió en 1493.

Si se precisa, se puede obtener más información de la Llerena de esta época en un post que puse en días anteriores. Sólo hay que pinchar AQUÍ.














































































Regina Turdulorum en los textos clásicos: Plinio el Viejo.

No son muchas las noticias escritas que tenemos sobre los poblados túrdulos en la Antigüedad en la comarca de Llerena. Las escasas menciones que hacen referencias a estos pueblos suelen provenir de fuentes secundarias, es decir, de otras culturas que han escrito sobre ellos. Esta mañana, releyendo algunos artículos de la revista llerenense “Torre Túrdula” (año 2002, nº5, pag. 30), encontré uno de esos textos latinos que alude a la antigua Regina Turdulorum romana, aunque sólo aparece como Regina. El texto fue escrito por Plinio el Viejo, un escritor latino que fue, además, científico, naturalista y militar romano. Este militar perteneciente a la clase ecuestre romana, estuvo merodeando por nuestras tierras y dejó constancia en sus escritos diciendo que…


“…La región que se extiende desde el Betis hasta el río Guadiana, fuera de las tierras mencionadas, se llama Beturia y se divide en dos partes y otros tantos pueblos: los célticos, que lindan con Lusitania y son del convento Hispalense, y los túrdulos, que habitan en los confines de la Lusitania y de la Tarraconense y acuden a Córdoba para cuestiones legales. Que los célticos han llegado de Lusitania y provienen de los celtíberos, es manifiesto por los cultos religiosos, la lengua y los nombres de las poblaciones que se distinguen de la Bética por sus denominaciones… La otra Beturia, que hemos dicho que es la de los túrdulos y del convento cordobés, tiene poblaciones que no dejan de ser notables: Arsa (cerca de Campillo de Llerena), Melaria (Fuenteovejuna), Miróbriga, Regina, Sosintigi, Sísapo”.
Plinio el Viejo (siglo I)

Fuentes, norias y pilones de Llerena. Un atentado contra el patrimonio histórico.

Observo apenado como van desapareciendo poco a poco, gota a gota, sin que nadie se percate ni levante la voz, todos los surtidores de agua que abastecieron a Llerena en un pasado no tan lejano. Los responsables del cuidado y la conservación del patrimonio histórico de mi pueblo no han creído necesario, ni importante, la preservación de las fuentes que abastecieron a los llerenenses de agua para su uso doméstico, en aquellos años en los que el fluido elemento no llegaba en corriente a cada hogar. Los más viejos del lugar me cuentan con nostalgia y pena como se han destruido, sin piedad, casi todas las fuentes que nos dieron de beber durante tantos años. Se me ocurren algunas, que yo recuerde ahora, como la del Barrio de la Guita, donde ahora hay un parquecito; la de la Plazuela del Peso, en las traseras del Arco de Montemolín; la del Arrabal de Tejeiro, en la actual fachada de la tienda de muebles de los Zapata; la de la calle Fraile; o la del Botón, en la plazuela homónima. Hay otras que por su mayor tamaño o por su monumentalidad aún persisten. Me refiero a las conocidas como la fuente Pellejera , en la Plaza de la Fuente, y la fuente de Zurbarán, en la Plaza de España. Los más añosos me indican otras, que yo no recuerdo o no he conocido, como la de los Cañitos, ubicada en los pisos de la Huerta del Conde, en el paseo de San Antón; los grifos, junto a la piscina del CIT; etc.

Tampoco se cree oportuno la puesta en valor de tantas norias que regaron las huertas de las tierras más cercanas a los muros de la muy noble ciudad de Llerena. Una de las últimas en destruirse sin piedad, que es la que me ha llevado a escribir este texto, es la que se encontraba en la parte trasera del Parque de la Constitución. No sé con qué nombre se le conocía a esa huerta o a esa noria. Creo que hubiera sido una buena idea, por parte del Ayuntamiento, la de restaurarla e integrarla en el parque como elemento decorativo y de exposición. Así, al mismo tiempo, se estaría preservando una parte muy importante de la historia económica y cotidiana de nuestro pueblo. No debemos olvidar que Llerena ha sido y es, ante todo, un municipio con una economía agrícola y rural primordialmente. Destruir las norias y los pilones de agua es acabar con parte de nuestra identidad. Se me ocurren, y me recuerdan mis mayores, otras norias como la del corralón de Camurdo o la de la cerca de los Juaquinitos, en la zona que ocupa el actual ambulatorio. Hay otras que todavía se preservan, según las noticias que tengo, como la de la huerta de Taracena; la de la huerta de don Antonio Martín, conocido como “el orejón” (en la foto); la del convento de Santa Ana; la del convento de Santa Clara; la de la Marimanta; la de los Cotrina; o la del Huertecillo. Se podría citar muchas más preguntando a cualquier persona mayor ligada al campo, que podría citarlas de memoria.

De la misma forma es una pena, y una agresión al patrimonio llerenense, el haber acabo con todos los pilones que surtían de agua a nuestros ganados. Se me ocurren algunos, ya desaparecidos, como el que estaba situado en el comienzo del camino de la Albuera, en frente del actual parque de bomberos; el que se hallaba en el actual recinto ferial, donde ahora han puesto un banco de piedra, que dudo que sea más interesante que el susodicho abrevadero; el que estaba situado cerca de "la Remonta"; o el que surtía la zona del Barrio del Pilar. Seguro que hay muchos más que no recuerdo.

No creo que sea ninguna majadería lo que estoy diciendo. Se me ocurren muchos ejemplos de otras ciudades que han preservado sus surtidores como parte de su patrimonio histórico, integradas en el urbanismo como elementos ornamentales. El otro día estuve visitando Zafra, por su feria, y pude observar lo bien cuidado que tienen un pilón, que en su tiempo sirvió de abrevadero a las reses, justo en frente de parador turístico. Sentí cierta envidia y nostalgia al recordar todos los que en Llerena se han destruido.
.
En mayores escalas, y salvando las distancias, se me ocurre también el ejemplo de una alberca que en Sevilla se ha conservado intacta. Me refiero al depósito de agua que hay en el Parque de la Buhaira. No se crean que era otra cosa sino una alberca para regar las huertas y jardines que la circundaban. Está claro que procede de una época muy anterior a los surtidores que nos ocupan. Proviene de los almohades años en que estas tierras se llamaban al-Ándalus, pero cumplen la misma función económica o social. Cada una en su sitio y en su época.

En definitiva, con todo esto no quiero decir que se deba conservar todo, ya que sería imposible para el avance urbanístico de Llerena. No obstante, hay ciertos elementos de los citados que se podrían haber intercalado entre las nuevas construcciones como elementos decorativos y, a su vez, como hitos del pasado. Es cuestión de que la administración pública hubiera mostrado, o muestre, un mayor interés y se hubiera preocupado por saber que no sólo se debe conservar la arquitectura monumental. Las fuentes, las norias y los pilones de agua, que durante tantos años abastecieron al pueblo, son tan importantes históricamente como cualquier lienzo de muralla o cualquier fachada mudéjar. El problema está en que actualmente “la moda” dicta que se deban restaurar sólo dichas fachadas, y todo lo demás es como si no existiera. Lo que no se quiere ver no existe, así que se destruye con total impunidad.

En resumen, este atentado contra el patrimonio histórico del pueblo me parece vergonzoso porque se está acabando con la memoria más reciente y cotidiana de Llerena. Se está mutilando el recuerdo, y por lo tanto la historia, de cada ganadero, hortelano o agricultor que usó nuestras fuentes, nuestras norias o nuestros pilones. Estamos evaporando la historia y el agua que dio de beber a nuestros antepasados llerenenses.
*****

Fuentes desaparecidas:

Lugar de la fuente de la Plazuela del Peso.

**

Lugar de la fuente de los Cañitos, en el Paseo de San Antón.

**

Lugar de la fuente del Arrabal de Tejeiro.

**
Lugar de la fuente del “Barrio de la Guita”.

**

Lugar de la fuente del Botón, en la Travesía del Botón.

**

Lugar de la fuente de la Calle del Cristo.

*****
Fuentes conservadas:

Fuente de Zurbarán, en la Plaza de España.

**

Fuente Pellejera, en la Plaza de la Fuente.

*****
Noria desaparecida:

Lugar de una noria, en las traseras del Parque de la Constitución.

*****
Noria que se conserva (por el momento):

Noria de la “huerta del Orejón”.

*****
Pilones desaparecidos:

Lugar de un pilón, en el recinto ferial.

**

Lugar de un pilón, en el “Barrio de la Guita”.

Haciendo memoria. 1979 y las momias de la torre de Llerena.

Ordenando mis carpetas he encontrado un recorte del diario HOY, del 13 de agosto de 2001, que tenía guardado con mucho esmero. El susodicho artículo está encabezado por el titular “Las momias de Llerena”, y el subtítulo dice que “tras la fiebre de los medios de comunicación las preguntas que suscitaron siguen sin respuesta”. La noticia retomaba el tema de los miles de restos humanos momificados encontrados en la torre de la iglesia Ntra. Sra. de la Granada, durante las obras de restauración que se estaban llevando a cabo en la misma, en el año 1979. En ese año yo todavía no había nacido, pero pude visitar una exposición que se organizó en el año 2001 en la casa cultural La Merced de Llerena, en la que se mostraban fotos, elementos de la época que llevaban los difuntos (hebillas de zapato, monedas, botones, rosarios, cruces, etc.) y recortes de periódicos de 1979 de muchos países y temas, mostrando la repercusión mediática del fenómeno.
.

He buscado en Internet el mismo artículo que figura en el recorte que tengo guardado para exponerlo en el blog, pero veo que los textos más antiguos del archivo del Diario Hoy datan del año 2006. No obstante, he fotografiado algunas partes del recorte, para mostrar, sobre todo, las fotos. Además, he encontrado dos artículos de 1979, que hacen referencia a esta misma noticia, en el archivo del Diario El País. Aquí las expongo para que podáis verlas y leerlas:


--------------------------------------------------------
Los restos humanos hallados en Llerena son anteriores al siglo XVII.

Hasta el momento se han encontrado más de 2.000 cadáveres.
Julián Leal. 07/07/1979

Los cadáveres encontrados durante los trabajos de restauración en la plaza y en el interior de la iglesia de la Virgen de la Granada, en la localidad de Llerena (Badajoz), cuyo número ascendía ayer a más de 2.000, son objeto de estudio por parte de equipos de antropólogos de las Universidades de Madrid y Barcelona. Según opiniones de los especialistas, el depósito de esqueletos se debe al enterramiento continuo de cadáveres durante un largo período de tiempo, que puede abarcar cuatro o cinco siglos. La próxima semana se procederá al estudio de las momias.

Los restos hallados en Llerena pertenecen al siglo XVII y anteriores. Como hipótesis, se relacionan con los tribunales de la Inquisición, con una posible epidemia o con el traslado de algún cementerio. Profesores de la Universidad de Extremadura, en Cáceres, han protestado por no haber sido informados y denuncian que, «una vez más, nuestro patrinionio cultural está saliendo de Extremadura».El hallazgo de Llerena sorprende no sólo por la cantidad de restos humanos descubiertos, sino también por una serie de circunstancias que han intervenido en el descubrimiento. Ello ha dado lugar a las lógicas especulaciones, producto por ahora de la fantasía popular, que habla de ajusticiamientos y enterramientos de las personas mientras éstas tenían vida.

En una pequeña estancia de la iglesia de la Granada, a la que se accede por una empinada escalera, se contempla un decorado aterrador y macabro. El habitáculo está sirviendo de almacén de los numerosísimos restos aparecidos y, aunque se encuentran ya algo mermados, tras el acopio que otro equipo de antropólogos de la Universidad Complutense de Madrid ha hecho de gran cantidad de restos, todavía quedaban allí los suficientes como para evaluar la magnitud del hallazgo. Mientras cuatro antropólogos catalanes envolvían indiferenles los cráneos mejor conservados en papeles y los depositaban en una gran caja de cartón, muchos curiosos subían hasta allí para contemplar el tesoro. Por el suelo, y esparcidos por la estancia, rnultitud de cráneos aparecían a la vista, mientras que, junto a la pared, una enorme pila con el resto de miembros cubría una amplia zona del recinto.

El mayor número de restos fue hallado en la plaza de Llerena, junto a la iglesia, y ya entonces empezó a sorprender el enorme yacimiento que se había encontrado. Sin embargo, y cuando en el interior de la torre de la iglesia (en otro tiempo minarete de mezquita) se descubría un vano que ocultaba una antigua escalera, el hallazgo adquirió un matiz más relevante, que dio paso a las especulaciones y a la posibilidad de que aquellos esqueletos correspondieran a personas que habían sido tapiadas mientras vivían.

Llerena y la Inquisición

El descubrimiento de este ingente osario y las posibles muertes violentas de los cadáveres encontrados parece entroncarse con la Inquisición, que en Llerena tuvo importante sede, y en cuya plaza, del siglo XVI, de deliciosa arquitectura, se celebraban autos de fe. A uno de sus laterales mira la puerta principal de la iglesia de la Granada, cuyo interior nadie sabe desde cuándo ha sido nicho de los cuerpos sin vida.

El párroco de la iglesia no quiere oír hablar de muertes violentas, y para él todo esto ha sido llevado demasiado lejos sin justificación, estimando natural el hallazgo y asombrándose de que las gentes comiencen con vanas especulaciones. El alcalde, señor Vázquez Alvarez, de UCD, considera que no hay que tratar de restar importancia al hecho; para él está claro que en muchas de las calaveras encontradas la huella de una muerte violenta está presente, sin entrar ni salir en que haya sido o no la Inquisición. Incluso nos muestran la fotografía de un objeto, presumiblemente de tortura, que fue hallado rodeando el cuello de un esqueleto. Hallazgos de otro tipo y de época muy reciente se están encargando de enmarañar aún más todo esto.

La labor del descubrimiento del hueco continúa, y de él se siguen extrayendo muchos restos. Los antropólogos catalanes distinguen en ellos varios tipos que corresponden a épocas diferentes, aunque no se aventuran a aportar dato alguno hasta que los análisis revelen la época de los cuerpos.
.
Extraído de El País

--------------------------------------------------------
Llerena

FRANCISCO UMBRAL 10/07/1979

Llerena está hoy aquí, Llerena somos todos, Llerena de empalados y desenterrados, leva de muertos, remolino ascendente, espiral de esqueletos hacia el campanario, visión como de un Greco que ha visto a Valdés Leal.Porque la actualidad nos trae al mismo tiempo la letra con su estampa, el documento episcopal contra el aborto / píldora / divorcio y la lámina de Llerena, estampada en carroña por los siglos. No entro ahora -como anda la prensa- en si los esqueletos y momias de Llerena son víctimas de la Inquisición (y entre ellas hay un gato, querube inverso de la brujería), pero digo que el documento episcopal, la mitrada prosa, la negra negativa de la Iglesia española (y supongo que romana) es un Llerena, una Llerena más actual y grave, es una tenue y férrea inquisición, bien respondida, glosada (negativamente) y desencapuchada por los editorialistas dominicales de este periódico, Eso es lo que digo.

La letra con su estampa, por si alguien no lee letra menuda. El párroco de Llerena se defiende, defiende a sus momificados feligreses, incardinándose en una culpa retroactiva que a lo mejor ni siquiera existe. Pero nada mejor que ese Tápies involuntario de los muertos, ese Millares henchido por el tiempo, ese aguafuerte extremeño de Llerena para ilustrar, siquiera sea como alegoría (género muy utilizado por la Iglesia), la sutil inquisición que quiere hacérsenos, dando por supuesto que la mayoría católica española (eso que Arangurén llama certeramente cristianismo sociológico) debe imponerse celestialmente, infernalmente, a las inmensas minorías juatirramonianas y agnósticas. ¿Por qué?

Llerena está entre nosotros, Llerena somos nosotros, Llerena es toda España, menos Llerena, quizá, el pueblecito de Badajoz donde se ha descubierto ahora una falsa y posible apoteosis de enterramientos en sagrado, y nada más, que estudian ya los sabios catalanes (no se olviden del gato, por favor).

El gran emparedamiento, la Llerena de letras que pretende momificarnos en papel de barba, es ese nuevo documento episcopal, llámese como se llame, esa pira arzobispal, tea teológica, que no se limita a orientar a sus fieles (como le señala este periódico), sino que distribuye entre la sociedad y los mass / media, entre la juventud y el personal, sus conceptos de lo bueno y lo malo, entrando hasta la ciencia, que nunca se ha visto un Papa besando el suelo de un laboratorio, como besan, con edificante humildad televisiva, las tierras más infecundas de la Tierra, o los firmes hormigones del industrialismo. ¿Y si entre los emparedados de Llerena estuviera Miguel Servet, con cara de judío enteradísimo, o Galileo, humilde, terco y asustado?

Ya que los muertos de Llerena se han desenterrado a sí mismos, no vamos a desenterrar los muertos de la reciente Historia, o los Caídos (que me escribe Juan de Avalos diciendo que el Valle se hizo por desconcierto y patriotismo, vale). Pero Jesús Quintero ha estado en Cuenca, en la primera misa de media docena de misacantanos, que más no da la mucha mies de siempre, ordenados todos por monseñor Guerra Campos, y Quintero le ha grabado a Guerra unas bellas proclamas de integrismo, de inquisición conquense, que hacen palidecer, una vez más, los colores abstractos, matinales, del Museo de Saura, recientemente injuriado por la mano inocente de la llama.

No ya el anticlericalismo viejo, comecuras, de galvanizar ahora los dudosos muertos de Llerena, pero sí la estampación de muertos hecha por la prensa como manera de decir, pronto y seguido, que un Llerena más grave, más urgente, es la tupida insistencia arzobispal en gobernar España desde Cuenca, Toledo, desde Madrid o desde el cielo. Hay dos Españas, cuando menos, y no todas católicas, ni hablar, y un día, siglos adelante, podemos aparecer los españoles, fósiles de Llerena o del Skylab, emparedados del siglo XX, tan antiguo, en la argamasa clerical y eterna de un documento que nos momifica, que nos deja sin vida personal, sexual, relacional. Un holocausto. Con Llerena hemos topado.
.
Extraído de El País