La Inteligencia Artificial: ¿una nueva especie digital?

El contexto histórico y la evolución de la tecnología Imagen meramente ilustrativa. La evolución tecnológica ha sido una constante en la his...

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PRESENTACIÓN DE LA NOVELA "1631, CRÓNICAS DE VIDA Y MUERTE".


El próximo día 15 de diciembre a la 20:30, en el salón de actos Juan Simeón Vidarte, tendrá lugar la presentación de la novela: “1631, Crónicas de vida y muerte” escrita por Manuel Toro Rosa y en el que intervendrán D.Valentín Cortés Cabanillas y D.Manuel Martín Burgueño. Dicha novela cuenta una historia apasionante y plagada de misterios que nos transportará a la Llerena del siglo XVII; tiempo en el que el hambre, la peste y el ansia de poder debilitaban a una sociedad temerosa del castigo divino y de aquellos que hacían llamarse soldados de Dios. Una época en la que, dejando a un lado el desaliento emocional y la miseria carnal, también había tiempo para amar y ser amado.
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Extraído de Llerena

Cultivado homo sapiens. Jean M. Auel finaliza con «La tierra de las cuevas pintadas» su saga prehistórica.

La prehistoria ya tiene en la saga de «Los hijos de la tierra su «En busca del tiempo perdido». Más de cuatro mil páginas escritas por Jean M. Auel, iniciada en 1980 con «El clan del osos cavernario».

Desde entonces, la escritora norteamericana ha completado una ambiciosa serie de seis libros  de ficción histórica paleoantropológica que ha cosechado un éxito internacional impresionante. Con «La tierra de las cuevas pintadas», Auel pone punto final a la saga, de la que ha vendido 45 millones de ejemplares. Desde entonces, la niña cromañón Ayla se ha convertido en una mujer casada con Jondalar, un hombre de Neandertal que la ha integrado en su clan, y lleva camino de convertirse en una curandera de la tribu de los Zelandonii.

El uso de la magia.


Los estudios sobre esta lejana época que ha realizado Auel son estimables. Los paleontólogos reconocen que, aparte errores de datación, la saga se ajusta a los conocimientos que hoy se tienen de la Edad de Hielo. La escritora ha visitado numerosas cuevas, ha estudiado las culturas de los pueblos cazadores y recolectores actuales y ha fabulado, con minuciosidad, el comportamiento del homo sapiens  hace 20.000 años.
El resultado es esta saga que reconstruye con meticulosidad la vida cotidiana de nuestros ancestros, sus rituales religiosos, la organización social, el uso del lenguaje, la transmisión cultural y el uso de la magia, dando especial relevancia a la mujer, en particular a Ayla. Su inteligencia y magisterio para sanar con plantas y su integración entre los hombres como cazadora es parte del éxito de esta saga.

Es el público femenino quien ha encumbrado «Los hijos de la tierra» al reflejarse en esta mujer sensible y moderna, capaz de apreciar los dibujos de las cuevas de arte prehistórico, incluso, captar los distintos estilos de Atapuerca  y Altamira. Ayla es, sin duda, una proyección de la escritora. Como toda novela histórica,  «La tierra de las cuevas pintadas» habla más del presente que del pasado que reconstruye con una morosidad irritante para el lector crítico.

La virtud de Auel es fabular un mundo prehistórico que hasta ayer se veía como bárbaro, violento y deshumanizado. Ella lo convierte en un universo coherente en el que el homo sapiens es más responsable con el medio ambiente y tiene una conciencia ecológica anticipada mayor que la nuestra. Añádase la idea de cultura como un bien a valorar, sensibilidad y paleofeminismo y se obtendrán las claves del éxito mundial de esta fábula del Pleistoceno.

Extraído de La Razón

Manuscrito Voynich, el libro que nadie puede leer.


Descubren que el misterioso libro, que posee escrituras que no pueden ser interpretadas e ilustraciones que desafían la inteligencia de los científicos, es mucho más antiguo de lo que se creía.

El Manuscrito Voynich es un antiguo texto que posee escrituras que no pueden ser interpretadas, ilustraciones que desafían la inteligencia de los científicos, incluyendo a muchos aficionados, quienes intentan descubrir desde hace casi un siglo, el mensaje conceptual de esta obra. Lo único que se ha podido determinar, hace pocos días por científicos de la Universidad de Arizona, es su antigüedad. Este trabajo habría sido realizado en el siglo XV. La historia cuenta que en 1912, el anticuario norteamericano Wilfrid Voynich adquirió el manuscrito en Italia e hizo circular copias de éste con la esperanza de encontrar un traductor. Un siglo después, continúa desafiando a los decodificadores. ¿Te interesan los desafíos? Aquí tienes uno: el Manuscrito Voynich.

Investigadores de la Universidad de Arizona han descifrado uno de los infinitos enigmas que rodean lo que se ha llamado el "manuscrito más misterioso del mundo": el Manuscrito Voynich, un libro lleno de dibujos y textos que nadie ha sido capaz de dar sentido hasta el día de hoy. Un equipo dirigido por Greg Hodgins, en el departamento de Física de la Universidad de Arizona y mediante el uso de la técnica de datación por radioisótopos de carbono, ha encontrado que las páginas del manuscrito datan del siglo XV, por lo que el libro sería un siglo más antiguo de lo que los estudiosos se habían imaginado anteriormente. Las filas de texto garabateado sobre un pergamino notoriamente envejecido, que fluyen alrededor de ilustraciones que representan intrincados y muy elaborados conjuntos de plantas, mapas astronómicos y figuras humanas en situaciones que recrean baños de inmersión (en lo que se supone podría ser la fuente de la juventud). A primera vista, el Manuscrito Voynich no parece ser diferente a cualquier otro trabajo antiguo donde se incluyen escrituras y dibujos. Pero una segunda mirada, más cercana y analítica, revela que aquí nada es lo que parece.

Algunas frases se asemejan a las utilizadas en latín, a diferencia de otras que no se utilizan en ningún idioma conocido, y se organizan en lo que parecen ser las palabras y/o frases, con la singularidad de que no se asemejan a cualquier cosa escrita por los seres humanos. Hodgins, un científico, investigador, asistente y profesor en el departamento de Física de la Universidad de Arizona (con un nombramiento conjunto en la Escuela de la UA de Antropología), está fascinado con el manuscrito. "¿Es un código? ¿Es un sistema de cifrado? Hay mucha gente que está haciendo el análisis estadístico del uso de los diagramas y el uso de las palabras y poseen las mejores herramientas para descifrar el significado de este trabajo, pero aun nadie ha logrado determinar si es un texto cifrado por algún científico de aquella época, si es un conjunto de textos y dibujos sin sentido alguno. Hasta hay personas que especulan con la posibilidad de que se trate de un trabajo extraterrestre. Por supuesto, nada de esto ha podido ser demostrado aún”.

Colores del Renacimiento.

Mediante el uso de un Espectrómetro Acelerador de Masas, Hodgins y su equipo analizaron muestras, que el mismo científico fue a buscar a la Universidad de Yale, donde se encuentra el manuscrito, de apenas 1 a 6 milímetros de longitud. Después de un importante trabajo de análisis se pudo determinar que el origen del trabajo es 100 años más antiguo de lo que se estimaba. "Sería fantástico si pudiéramos determinar con la ayuda del radiocarbono la antigüedad de de las tintas, pero en realidad este es un trabajo muy difícil de hacer. En primer lugar, se encuentran en la superficie sólo en pequeñas cantidades", dijo Hodgins. "por lo que el contenido de carbono es muy bajo. Además, ese tipo de trabajos está más allá de nuestras capacidades técnicas. Por último, algunas tintas no son a base de carbono, porque se derivan de los minerales del suelo. Estos son inorgánicos y en consecuencia no contienen carbono útil". "Se encontró que los colores son consistentes con la paleta utilizada en la época del Renacimiento, es decir, los colores que estaban disponibles en el momento, pero en realidad esto es un dato de poca ayuda donde no hay nada sospechoso o interesante para investigar. Por otro lado, el texto muestra características extrañas como el uso reiterado de una misma palabra o el intercambio de letras en una secuencia", afirma Hodgins. "Rarezas que hacen muy difícil de entender el significado del trabajo."

Misterios de la alquimia.

Por último, Hodgins agrega que lo que el trabajo parece albergar es información relacionada con la alquimia, a la que siempre se la ha asociado con misterios, secretos y la conservación de conocimientos en forma codificada. Sin ir muy lejos, basta con recordar la manera de trabajar que tenía el propio Leonardo Da Vinci (a quien algunos le atribuyeron este manuscrito). Lo cierto es que nadie sabe aún de qué se trata. Botánica, organismos marinos, símbolos astrológicos, figuras humanas y muchas cosas más (incomprensibles, por supuesto) acompañan un texto tan fascinante y fantástico como imposible de comprender.

Extraído de ABC

'Apartheid' en el paraíso.

Una antología de la poesía medieval recuerda una diversidad lingüística que coexistía con la segregación racial.
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"No es lo mismo tolerancia que convivencia". Lo dice Carlos Alvar, catedrático de Literatura Medieval y premio Nacional de Traducción en 1981. Junto al poeta Jenaro Talens, colega suyo en la Universidad de Ginebra, Alvar acaba de publicar Locus amoenus (Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores), una monumental antología de la poesía lírica que se escribió en la península Ibérica durante la Edad Media. Mil doscientas páginas bilingües para un océano de poemas en ocho lenguas: latín, árabe, hebreo, mozárabe, provenzal, galaico-portugués, castellano y catalán. El vasco quedó fuera porque su poesía escrita es posterior o, de existir, se ha perdido.

Una selección así, en la que el mismo tema aparece desarrollado por autores de diferentes tradiciones o en la que un mismo poeta escribe en dos lenguas distintas, ¿es una muestra de la diversidad cultural de ese territorio que terminaría siendo España? Alvar es claro: "Sí". ¿Y un ejemplo de convivencia? "No". ¿Qué hay entonces de aquel "lugar apacible", por traducir el título de la antología, en el que supuestamente convivían cristianos, árabes y judíos? "Los que profesaban una religión en un territorio dominado por otra sólo eran tolerados en unos límites que hoy nos parecerían inaceptables", explica el antólogo en su casa de Madrid. "Por ejemplo, tenían que vestir de forma distinta y no podían vivir en las mismas zonas. Hablamos de tolerancia porque, para lo que era la Edad Media, ya es bastante que no los mataran". No obstante, al tiempo que describe un apartheid en toda regla, Alvar matiza: cuando le toca pintar la época con brocha gorda presenta medio lleno el vaso de las tres culturas. "No seré yo quien destruya el mito si eso contribuye a la paz en el mundo", dice con ironía.

Más amigo aún de la verdad que de su adorado Medievo, este experto en el ciclo artúrico sitúa el origen del mito de la convivencia en la idea romántica que se tiene de la corte científica de Alfonso X el Sabio: "Allí se hicieron muchas traducciones pero no había una escuela de traductores. Se proyecta una idea de escuela con un árabe, un judío y un cristiano y no era así. En las propias Partidas de Alfonso X se prohíben los matrimonio mixtos". La intolerancia, además, no era exclusiva de los cristianos. En el siglo XII, los almohades lo arrasaron todo, incluida Córdoba, que tenía la mejor biblioteca de Europa, con medio millón de volúmenes.

Así pues, una antología como Locus amoenus, que recoge la obra de autores como Jorge Manrique, Gil Vicente, Ausiàs March, Ibn Suhayd o Don Denís de Portugal es fruto de una sociedad más promiscua en su cultura que en sus leyes. El propio rey sabio componía sus crónicas en castellano y sus poemas en galaico-portugués. Y en su corte había poetas "capaces incluso de hacer un poema en cinco lenguas distintas, con dos versos en cada una".
Y luego, o en primer lugar, estaba la música. La mayoría de los poemas medievales se compusieron para ser cantados. La letra venía después. ¿Dominaban cada idioma? Carlos Alvar responde con otra pregunta. "¿Cuánta gente que no sabe ni papa de inglés sabe hoy canciones en inglés?".

Con todo, la transfusión poética no era nada superficial. Muchos autores conocían bien las tradiciones vecinas. Así, el marqués de Santillana estaba al día de la poesía catalana y el judío Moshé Ibn Ezra escribió sus poemas en hebreo y el resto de su obra en árabe. Los judíos, de hecho, seguían el modelo marcado por los musulmanes. Cualquier judío culto conocía perfectamente el árabe, que tenía una mayor tradición literaria y filosófica. El hebreo se reservaba para la religión. "El antagonismo actual entre ambas culturas", apunta el profesor Alvar, "es resultado de la creación del Estado de Israel, antes no existía, todo lo contrario".

La música, además, contribuyó al uso político de la poesía. "Una melodía pegadiza era el vehículo perfecto para la burla y para crear opinión", dice Alvar. "Eso llega hasta nosotros. Durante la Guerra Civil, a una misma música cada bando le ponía una letra distinta". Por supuesto, la imitación mandaba sobre la expresión. La originalidad es un invento muy posterior. "Aunque si hay una tradición moderna de poesía impersonal, cercana a Lautréamont, es la del Cancionero", apunta Jenaro Talens. "El siglo XV es lo más parecido a nosotros".

El Occidente medieval, recuerdan los antólogos, formaba una unidad cultural. La idea de pertenecer a un reino determinado, "ese primer nacionalismo", es del siglo XVI. "En el siglo XII, en Islandia se leían traducidos los mismos libros que en Toledo, Florencia y Núremberg. Las universidades de toda Europa usaban los mismos textos".

Además, las lenguas no estaban tan definidas como ahora y cada autor escogía la que mejor le venía para expresar sus ideas. Eso sin olvidar que entre las lenguas románicas había una relación más fluida que hoy, en que, según Talens, "la política entra donde no toca". Por lo demás, Al Ándalus fue el modelo literario para toda la Península hasta el siglo X. "Luego", apunta el mismo, "se fue optando por el castellano como lengua más neutra: servía para evitar el tinte confesional del latín (de los cristianos), el árabe (de los musulmanes) y el hebreo (de los judíos)". Al final, la pérdida paulatina del latín, la política y "la mal llamada Reconquista" impusieron las fronteras y el monocultivo cultural. Y hasta hoy.
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Extraído de El País

Así huelen, así se conservan: los libros delatan su estado.

Un nuevo método de análisis permitirá conocer la degradación de libros antiguos y documentos históricos a partir de su olor. Sus responsables, un equipo de científicos del University College de Londres, aseguran que este sistema evitará la necesidad de las técnicas convencionales de cortar muestras del documento para estudiar su estado.

Según uno de sus autores,
el profesor Matija Strli? el conocido “olor a moho” de un libro antiguo es el resultado de cientos de compuestos orgánicos volátiles (COVs) que emanan del papel. La mezcla particular de estos compuestos es la consecuencia de una red de vías de degradación.

El trabajo, publicado en la revista
American Chemical Society's Analytical Chemistry, analiza 72 documentos históricos de los siglos XIX y XX, e identifica 15 COVs como buenos candidatos a marcadores para determinar el grado de degradación del papel.
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Extraído de Quo

Jordania exige a Israel la devolución de los Rollos del Mar Muerto.

Jordania ha presentado una demanda ante Naciones Unidas para que Israel le devuelva una parte considerable de los milenarios Rollos del Mar Muerto, un conjunto de más de 20.000 fragmentos manuscritos atribuidos a la misteriosa casta de los esenios.

Según la demanda, de la que dan cuenta hoy varios medios locales, Israel se apropió de parte de esos manuscritos durante la Guerra de los Seis Días de 1967, al ocupar la parte este de Jerusalén y sacarlos del Museo Rockefeller, en el que se hallaban.

Los conocidos como Rollos del Mar Muerto constan de unos 900 textos antiguos en hebreo, arameo y griego, y son los documentos más antiguos hallados hasta ahora sobre la vida en Judea hace más de 2.000 años y del Antiguo Testamento.

Hallados en once cuevas alrededor de la costa noroeste del Mar Muerto, entre 1947 y 1956, un parte fue recolectada a través de varias vías por arqueólogos israelíes, y otra se hallaba en un museo de Jerusalén Este, que estuvo bajo ocupación jordana entre 1948 y 1967.
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Nueva teoría.
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Tradicionalmente la autoría de los documentos es atribuida a los miembros de la misteriosa secta de los esenios, que vivían aislados y dedicados a dios en una aldea cercana a orillas del desértico Mar Muerto. Teorías más recientes disputan la autoría de los documentos, datados entre el 150 a.C y el 70 d.C, y apuntan a que, en realidad, procedían de distintos registros de toda Judea y llegaron a las cuevas de Qumran en una fecha próxima a la gran guerra contra Roma, que condujo a la destrucción del Templo y el exilio forzoso de los judíos, en el 70 de la era actual.

Una parte de los manuscritos están albergados en el emblemático Santuario del Libro de Jerusalén, pero hay colecciones privadas y otros remanentes en tres universidades de Estados Unidos. Según las fuentes, Jordania ha presentado también una solicitud al Gobierno de Canadá para que confisque una muestra de los manuscritos que actualmente se exhibe en Toronto, alegando que el derecho internacional le concede ese privilegio hasta que se resuelva el litigo sobre la propiedad.
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Extraído de ABC

La muerte del rey Arturo.

La leyenda convirtió a Arturo –que quizá fue un caudillo britano del siglo V– en un poderoso rey que presidía la fabulosa corte de Camelot. Tras su muerte a manos del traidor Mordred, el mito cuenta que fue llevado a la misteriosa isla de Avalón, desde donde algunos creían que volvería algún día.

En el siglo XII, la leyenda consagró a Arturo como el brillante soberano de una corte fabulosa, que se convirtió en el emblema de la caballería medieval. Uno de los episodios más fascinantes del mito es la muerte del rey: herido mortalmente en su enfrentamiento con Mordred, Arturo fue trasladado a la isla de Avalon, un lugar paradisíaco que evoca las creencias celtas sobre el más allá. El rey Arturo es, ante todo, un personaje de perfil mítico y de un extraordinario prestigio novelesco. Sin embargo, no fue un rey, sino un destacado guerrero que en los últimos años del siglo V batalló con singular coraje contra los anglosajones que llegaban como invasores a Inglaterra. Transformado en leyenda, Arturo se convirtió en un magnífico monarca, un gran señor feudal, que presidía una espléndida corte en el castillo de Camelot, acompañado de figuras no menos fantásticas como la reina Ginebra, el mago Merlín y los caballeros de la Tabla Redonda. Uno de los motivos más antiguos y más discutidos de este ciclo mitológico fue la muerte de Arturo. Una antigua leyenda céltica cuenta que Arturo, tras morir en un épico combate contra el traidor Mordred, fue llevado a la fabulosa isla de Avalon, desde donde regresará algún día. En los ‘Annales Cambriae’, una crónica galesa escrita hacia mediados del siglo X, se recuerda a Arturo en dos escuetos pasajes como un memorable héroe guerrero. Estas líneas son la primera mención histórica de la última batalla de Arturo, en la que éste desapareció tras su funesto enfrentamiento contra Medraut, el personaje siniestro al que otros textos darán el nombre de Mordred, y que la leyenda artúrica considera un traidor, sobrino o hijo bastardo de Arturo.
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La literatura histórica tan sólo hay una mención de nuestro Arturo en una crónica anterior, de mediados del siglo IX: la ‘Historia Brittonum’, de un tal Nennio. Allí se le recuerda como un defensor de Britania contra los invasores anglosajones, a los que derrotó en varios combates a finales del siglo V.Hacia 1136 aparece Arturo como un heroico y poderoso rey en una narración esplendida: la ‘Historia de los reyes de Britania’, de Geoffrey de Monmouth, que nos presenta a Arturo como un rey audaz y ejemplar. Es el soberano de la fastuosa corte de Camelot, casado con la hermosa reina Ginebra, aconsejado por el sabio mago Merlín, flanqueado por nobles y corteses caballeros. Tanto el novelista anónimo francés del siglo XIII como el británico del siglo XV (Thomas Malory) combinan dos versiones distintas del final del rey Arturo, sin decidirse por ninguna de ellas. ¿Estaba Arturo en Avalon y regresaría algún día, o bien había sido enterrado en una tumba perfectamente identificada?
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Extraído de Nacional Geographic

José Hierro...


...La poesía es como el viento,
o como el fuego, o como el mar.
Hace vibrar árboles, ropas,
abrasa espigas, hojas secas,
acuna en su oleaje
los objetos que duermen en la playa..."

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José Hierro
(España, 1922 – 2002)

Dos siglos atrapados por la novela histórica.

Con la Historia pasa lo mismo que con la Filosofía: no nos la han contado bien. La prueba es el éxito permanente de un género que Carlos García Gual ha bautizado como "el hijo bastardo de la novela y la historia".

Sí, hablamos de la novela histórica, una literatura contra la que se alzan detractores de los dos campos de los que se nutre, pero que desde su nacimiento, en el siglo XIX, hasta la actualidad goza del favor del público.

"La novela histórica logra hacer de unos documentos aburridos y llenos de datos una historia fluida que engancha y con la que se aprende". Así nos explica el secreto del éxito la escritora
Almudena Arteaga, buque insignia del género en nuestro país y quien volvió a ponerlo de moda con La princesa de Éboli.
Mestizaje.

La mirada bizca.

"La novela histórica es un género mestizo y ambiguo. Por eso tiene poco prestigio entre críticos literarios e historiadores", explica uno de nuestros mayores expertos en el género, Carlos García Gual.

Y es que los unos ven trampa y poco rigor en este tipo de obras y los otros creen que falta lo fundamental: creatividad literaria. Pero es precisamente en esa fusión donde está el encanto y la clave del éxito que ha hecho al género mantenerse en primera fila desde el siglo XIX cuando Walter Scott dio con el molde.

La fórmula mágica.

Walter Scott.

Desde 1824 se publican en España traducciones del creador del modelo definitivo de la novela histórica, Walter Scott, que con sus obras sobre la Edad Media inglesa (Ivanhoe, de 1819, es la más conocida) creaba una fórmula que lograría los mayores éxitos de público y también fama y enriquecimiento para sus cultivadores: ya entonces, Espronceda se embolsó la considerable cifra de 6.000 reales con su novela histórica Sancho Saldaña.

El tema medieval introducido por Scott no tardaría en convertirse en piedra angular de los románticos españoles, que, nostálgicos del "cualquier tiempo pasado fue mejor", miraron hacia el Medievo en busca de inspiración.

A ellos debemos la unión que triunfó: emoción + historia. Este modelo estaba claramente implantado en 1834: Sancho Saldaña, de Espronceda, o El doncel don Enrique el Doliente, de
Larra, dan fe del triunfo.

La mejor novela histórica del Romanticismo tardó diez años en llegar. Se trata de El señor de Bembimbre (1844), de Enrique Gil y Carrasco. La considerada iniciadora del género en España, Ramiro, de Rafael Húmara, data de 1823.
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Sublimación.

Los grandes.

Los más destacados novelistas del Realismo no se mostraron tan despectivos hacia el formato como algunos de los actuales. Flaubert incurrió en el género con Salambó (1862) y Galdós escribió la cima de la novela histórica con los Episodios nacionales. Guerra y paz, de Tolstoi, es otra de las obras maestras del género.

En el siglo XX la novela histórica tuvo también importantes cultivadores: Robert Graves (Yo, Claudio), Marguerite Yourcenar (Memorias de Adriano); Naguib Mahfouz (Akhenatón, el hereje), Umberto Eco (El nombre de la rosa) y Juan Eslava Galán (En busca del unicornio).

Apuesta segura.

Romanos y Medievo.

Cátaros, visigodos, templarios, romanos, tramas medievales y la II Guerra Mundial (de la que se cumplen 70 años, pero no ha habido, por el momento, aluvión reseñable de novelas históricas); éstos son los temas que nunca fallan.

El personaje infalible sobre el que montar todo tipo de novela histórica es sin duda Hitler. Pero hay más: "todo lo relacionado con temas de la Iglesia y la teoría de la conspiración". Miguel Ángel Matellanes no lo duda, estos dos temas son éxito seguro, y sabe de lo que habla: es editor de Bóveda, el nuevo sello dedicado exclusivamente a la novela histórica extranjera.
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¿Falsificadores?

Dan Brown.

"Obras como las de Dan Brown (El código Da Vinci) son derivados de la novela histórica, pero es un género distinto". Ni arremete ni defiende, simplemente deja claro Carlos García Gual que estas obras "son novelas de misterio seudohistórico". Eso sí: "falsifican la historia".

Almudena Arteaga coincide aquí con el crítico e historiador: "no hay que engañar al lector. Si pone novela histórica, que sea verdad, que no se engañe". Sin embargo, mucha gente devora este tipo de obras... Gual responde tajante: "Eso es porque a esas personas no les gusta la historia".
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¿Fenómeno Hipatia?

Es una auténtica desconocida. O más bien habría que decir: era una auténtica desconocida. Hasta que Amenábar anunció Ágora, la película que estrenará en septiembre y que versa sobre este desconocido pero atractivo personaje: Hipatia.

La literatura no se ha quedado atrás y el pasado junio salían dos novelas históricas sobre el personaje: El jardín de Hipatia (Espasa), de Olalla García, e Hypatia y la eternidad (Es), de Ramón Galí. Asegura la historiadora Olalla García que no sabía nada de la película cuando empezó este proyecto, complicado por la poca documentación del personaje: "los historiadores le han hecho poco caso".

Y eso que fue la primera maestra de la Historia, además de matemática, filósofa y astrónoma. En septiembre saldrá otra novela histórica del personaje, El sueño de Hipatia (Plaza&Janés), de José Calvo Poyato.
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Extraído de 20 minutos

Estados de ánimo.


Unas veces me siento
como pobre colina
y otras como montaña
de cumbres repetidas.
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Unas veces me siento
como un acantilado
y en otras como un cielo
azul pero lejano.
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A veces uno es
manantial entre rocas
y otras veces un árbol
con las últimas hojas.
Pero hoy me siento apenas
como laguna insomne
con un embarcadero
ya sin embarcaciones
una laguna verde
inmóvil y paciente
conforme con sus algas
sus musgos y sus peces,
sereno en mi confianza
confiando en que una tarde
te acerques y te mires,
te mires al mirarme.
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Mario Benedetti

La biblioteca del desierto.

El viajero puede llegar en avión desde Bamako, la capital de Malí, pero el trayecto resultaría demasiado efímero, fútil. Mejor, tan cautivador como incómodo, es hacerlo en cayuco, 14 horas río Níger abajo desde Mopti a Niafunké, y luego, en vehículo todoterreno, otras tres horas de pista arcillosa hasta Tombuctú.

En la capital del desierto, frontera mítica entre el Magreb y el África negra, sobrevive la biblioteca Ahmed Baba, donde 30.000 manuscritos son la memoria impresa de la presencia islámica en África. "¡Aquí está nuestra historia!", exclama Ghair Abdel. Y abre una puerta de chapa metálica, la última frontera que nos separa de legajos con hasta mil años de vida que ahora hibernan entre decenas de cajas de cartón, vitrinas llenas de polvo y montañitas de arena amarilla en el suelo.

De nombre oficial Instituto de Investigación y Documentación Islámica Ahmed Baba, la biblioteca de Tombuctú atesora más de 30.000 manuscritos y ediciones de textos religiosos y literarios, mapas de viaje y notas comerciales. Son el disco duro de una ciudad que durante seis siglos tuvo lugar preferente en la historia.

Fundada en el siglo XI por nómadas tuareg para organizar el trueque de esclavos y oro procedente del sur por sal y cobre del norte, Tombuctú fue el eje del impero malí. Fue ocupada en 1468 por guerreros songhai, arrasada por hordas marroquíes en 1591 y, al fin, reconquistada por el ejército de los hombres azules en 1737. Tombuctú mereció halagos de "ciudad misteriosa", y fue considerada "la Atenas de África". En la actualidad, la ciudad de los 333 santos acoge a unos 35.000 habitantes.

Esfuerzos de conservación.

El mayor patrimonio de la capital del desierto, 900 kilómetros al norte de Bamako, reside en la biblioteca Ahmed Baba y en otro par de centros privados de conservación de manuscritos que gestionan familias de larga estirpe. Creado en 1970 por la ONU, el Instituto Ahmed Baba concentra el esfuerzo internacional para que la memoria impresa de la presencia islámica en África no se disuelva en la arena. Pero, vistas las condiciones en las que se almacena el legado, el visitante termina por ceder a la tentación pesimista. Aquí no abundan medios de conservación, pero sobran el polvo, el calor infame de los días y el frío, seco y afilado, de las noches de invierno. "No es la mejor manera de cuidar libros, pero trabajamos duro", indica el vigilante de la biblioteca.
Afuera, entre calles de polvo y bibliotecas familiares, como la Kader Haidara, que conserva varios miles de manuscritos del total de 100.000 que existen en Tombuctú, la fotografía actual de la Meca literaria del Sáhara oscila entre el perfil puntiagudo de sus tres grandes templos de adobe, las mezquitas de Djingareyber (construida en el siglo XIV), Sankoré y Sidi Yéhia (siglo XV), y la destartalada plaza de mercado en la que se realiza la actividad comercial.

Niños de cara empolvada trasiegan con pollos en venta mientras buscavidas se acercan y tratan de colocar sus navajas repujadas en cuero o pedazos de sal mineral excavados más al norte. Toca regresar a Niafunké, el pueblo que gobernó el bluesman Alí Farka Touré. Una visita a su tumba, alicatada de blanco a las afueras de la villa, devuelve al ritmo cansino que marca la vida cotidiana en África.
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Extraído de Público

El Mio Cid, ¿un árabe empuñó la tizona?

La pluma que cantó las gestas de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid, el icono del cristianismo, tenía sangre de infiel. Al menos, así lo asegura la tesis que acaba de presentar la profesora Dolores Oliver, El Cantar de Mío Cid: génesis y autoría árabe, que ha provocado revuelo entre los especialistas. "Soy consciente de que he tirado por la borda el trabajo de muchos investigadores", dice Oliver a Público. No sólo eso: con su argumento sobre los rasgos arabizados del héroe, también ha destruido la imagen del Cid como guerrero castellano, salvapatrias y matamoros.

En el círculo universitario, la tesis de una autoría árabe ha provocado una especial división entre los arabistas, alineados con la teoría de la profesora, y los medievalistas, que defienden la teoría oficial de que los orígenes del Cantar proceden de un castellano -cristiano- con influencias de la épica francesa y germánica. Una confrontación que, por otra parte, ya se vivió en los años 40 del siglo XX, cuando se ratificó que las jarchas, las primeras composiciones literarias en castellano, tenían un origen árabe.

Así, mientras que Juan Martos, director del Departamento de Árabe de la Universidad Complutense de Madrid, señala que el libro de Oliver es "muy revelador y valiente, porque, además, no dice ninguna tontería", para Alberto Montaner, profesor de la Universidad de Zaragoza y quizá uno de los mayores conocedores del Cantar, "la autoría árabe no se sostiene".

Propaganda política.

Oliver, que comenzó a trabajar en la posible autoría árabe en 1984, ha basado su estudio en los documentos de los tiempos del Cid (entre 1043 y 1099), que retratan una época donde los señores feudales se rodeaban de poetas árabes que, como modernos asesores, montaban los discursos de propaganda política. "Ese es el género de este poema épico escrito hacia 1095", afirma Oliver, en contra de la teoría defendida por Colin Smith y Ramón Menéndez Pidal, quienes afirmaban que el autor fue un juglar que estudió en Francia o Italia y que lo compuso hacia finales del siglo XII y principios del XIII. "Eso es imposible porque los juglares eran analfabetos que contaban historias que habían aprendido por la tradición oral", apostilla Oliver.
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Para sus colegas arabistas, la prueba que mejor refrenda la teoría de Oliver son las batallas que se narran en el poema. Según Luis Bernabé, profesor de la Universidad de Alicante, "que las batallas son como las de los héroes islámicos y que se muestra a un Cid arabizado es algo irrefutable". Una de las diferencias con respecto a otros héroes medievales europeos, es que "el Cid es mucho más humano y no hace las proezas de superhéroe que aparecen en La canción de Roland, donde de un espadazo, Roland se carga a 50 personas".

Los medievalistas, por su parte, destruyen estos argumentos al afirmar que en "el Cantar no hay rasgos que denoten que es una traducción del árabe al castellano", como asegura Alberto Montaner. Además, para Guillermo Carnero, catedrático de Literatura Española de la Universidad de Alicante, "la profesora Oliver no ha aportado ninguna prueba que no se conociera ya antes".

Para los arabistas, y mucho más aún para los medievalistas, el argumento más débil de Oliver es el de atribuir la autoría concreta al jurista y poeta Abu Al-Waqqashi. Como afirma Luis Bernabé, "esto sí es bastante provocador. A mí no me cabe duda de que el Cantar salió de un núcleo dónde existía cultura árabe y que fue alguien que lo conoció, pero creo que es arriesgado decir que fue Al- Waqqashi". Para su colega de la Universidad de Córdoba, José Ramírez "es algo muy tentador, pero carece de base".

Por supuesto, esta no es la primera vez que la autoría del Cantar de Mío Cid se pone en duda. Desde que se conoció el texto, en el siglo XVIII, surgieron numerosas teorías acerca de su autor. La que más se ha mantenido en el tiempo es la que señala que fue un tal Per Abbat en 1207, según aparece en uno de los explicit del Cantar, aunque "esta teoría se tiene hoy menos en cuenta y a Abbat se le considera sólo un copista", manifiesta Dolores Oliver.

La problemática con el Cid ha surgido porque su figura literaria se suele mezclar con la histórica y viceversa. Según manifiesta el profesor Juan Martos, de la Universidad Complutense de Madrid, "el Cid ha tenido la mala suerte de que fue convertido en el icono de la derecha. Es el símbolo del cristiano contra el infiel y por eso no se lee con objetividad". Desde otra perspectiva, Guillermo Carnero lamenta que La España del Cid, el libro de Ramón Menéndez Pidal, "fuera estudiado en las academias militares durante el franquismo". Tampoco contribuyó Charlton Heston con la película que protagonizó en 1961.

Mundos ajenos.

El libro de Dolores Oliver ha propiciado un debate del papel de la influencia de la literatura árabe sobre la castellana en el medievo. Como afirma Luis Bernabé, "simplemente, la sorpresa que ha causado la tesis de Oliver en la universidad demuestra que todavía existe el prejuicio de que lo árabe es algo ajeno a los españoles. Hasta ahora la historia de la literatura es la de la literatura castellana". Este profesor de la Universidad de Alicante señala que esta tendencia es la que incide en que "todavía nadie haya señalado los elementos árabes o mudéjares que hay en El libro de Buen Amor".

Precisamente, la orientación oficial de la Universidad es la que defienden los profesores Guillermo Carnero y Alberto Montaner. Para el segundo existen muchas dudas sobre la influencia literaria árabe en la literatura hispánica: "Yo no digo que sea imposible, pero una cosa es que existan paralelismos y otra, que haya influencias. Y hay paralelismos con la literatura árabe, pero también con la tradición románica, la germánica e incluso con la eslava". Sin embargo, como ratifica Luis Bernabé, "cada vez hay más voces que hablan de la interconexión cultural entre los dos mundos". El libro de Oliver es un ejemplo.
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Extraído de Público

El 'Cantar de Mío Cid' lo ideó un poeta árabe como obra de propaganda.

El 'Cantar de Mío Cid', considerada la primera obra extensa de la literatura española en lengua romance y que relata las gestas del célebre héroe castellano en plena Reconquista, no es tan español como se ha creído siempre, sino que fue creado por un poeta árabe. La profesora de Estudios Árabes e Islámicos Dolores Oliver sostiene en su libro 'El Cantar de Mío Cid: génesis y autoría árabe', que se presentó ayer en Madrid, que fue el poeta y jurista árabe Abu I-Walid al-Waqqashi quien ideó el famoso poema épico como obra de propaganda política.
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«Hay un pacto entre ellos», afirma a Efe Oliver, según el cual el poeta crea el poema «para inmortalizar» al Cid y éste, a cambio, se compromete a «respetar las creencias de los musulmanes» de Valencia, conquistada a los árabes por Rodrigo Díaz de Vivar.
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Extraído de HOY

El 'Vellocino de oro' desembarca en Atenas.

Una exposición en Atenas de 140 objetos preciosos permite conocer los tesoros de Cólquida, la región del Mar del Negro en la que Jasón y sus Argonautas buscaron el Vellocino de Oro, una prenda de atributos mágicos custodiados por seres monstruosos. La exposición El Oro de Cólquida, abierta en Atenas hasta el próximo seis de abril, "ofrece la oportunidad de probar que la hazaña de Jasón y los Argonautas no fue un mito y que conecta el pasado al presente y al futuro", según David Lordkipanidze, director del Museo Nacional de arqueología de Georgia.

El mito cuenta que Jasón, príncipe de Yolcos (actual Volos) viajó a su tierra para recuperar el trono y fue enviado por su tío traidor, Pelías, en busca del Vellocino de Oro a Cólquida (en la actual Georgia) para mantenerle alejado. A Atenas viajaron un centenar de piezas encontradas en cuatro de las 28 tumbas excavadas desde 1969 y en 2003 y 2004 en los entornos de Vani, un centro religioso de la antigua Cólquida. Los collares, pendientes, horquillas, pulseras, cinturones y adornos de las telas en que estaban envueltos los nobles fallecidos están hechos con oro y están datados entre el siglos II al V a. de C.

El tesoro de una sociedad rica.

Se trata del mismo tipo de oro que, según el mito, cubría el toisón mágico buscado por Jasón, acompañado de unos cincuenta príncipes griegos, incluido Hércules, Orfeo y Atalanta, la única mujer. Las piezas arqueológicas descubiertas revelan una sociedad rica fundada en el siglo VIII a de C. y que floreció entre los siglos V al III.

Se destacan un torso de bronce del siglo II a. C. y estatuillas del siglo V a.C., que fueron hallados en ruinas de templos y que tras ser examinadas demuestran que fueron creadas en el lugar con influencia griega. Los objetos de cobre en honor al culto al dios griego del vino, Dionisos, que fueron encontrados en excavaciones entre 1960 y 1970 en Vani, permiten ver la importancia de ese caldo en la sociedad.

Extraído de El País

En el teatro de la vida.


“A los jóvenes les enseñan hoy que lo importante es hacerse un nombre en el mundo, conquistar un puesto en la sociedad, entrar por la puerta grande en el teatro de la vida. Pero pienso que lo difícil no es entrar, sino salir a tiempo. Y a marcharse dignamente se aprende viajando… A fin de cuentas lo que vale es viajar, elegir un paisaje, perseguir un sueño, cargar la propia maleta y renunciar al resto. No se pierden las cosas al emprender el camino de ida. Uno suele olvidarse los guantes, el paraguas, una maleta o un libro, al volver.”
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