Aunque
Isabel I viese otra mujer de aspecto cadavérico idéntica a ella acostada sobre
su cama, todo tiene una explicación
Por ser hija de rey, Isabel
I tenía todas las papeletas para caer de plano sobre los libros de texto. Más
aún desde que este, Enrique VIII, mandase cortar la cabeza de su madre, Ana
Bolena, por la brujería y el adulterio
que implica el no dar hijos varones. Además, Isabel reinó gracias a la causalidad
del destino, es decir, porque la muerte y la infertilidad llegaron hasta sus
dos predecesores legítimos en el trono, Eduardo VI y María Tudor, sus hermanastros.