La gloria olímpica en la Antigüedad

Orígenes y significado de los Juegos Olímpicos Imagen meramente ilustrativa. Los Juegos Olímpicos de la Antigüedad, celebrados en Olimpia (G...

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Descubren en una tabla de hace 2.700 años la representación del demonio que los asirios creían que causaba la epilepsia

La enfermedad de Bennu está descrita con síntomas como convulsiones y pérdidas de conciencia o de cordura que en algunos casos ocasionaban que los pacientes "lloraran como una cabra"

Descubren en una tabla de hace 2.700 años la representación del demonio que los asirios creían que causaba la epilepsia

Troels Pank Arboll, investigador de la Universidad de Copenhague (Dinamarca) se encontraba estudiando tratamientos médicos antiguos plasmados sobre una tabla cuneiforme de 2.700 años de antigüedad proveniente del antiguo Irak, cuando descubrió accidentalmente un dibujo parcialmente dañado en su reverso. Análisis posteriores indicaron se trataba de una representación del demonio que los antiguos asirios creían era el responsable de causar la enfermedad de Bennu, que describe los síntomas típicos de la epilepsia.

El mal como incertidumbre

El eje rector, o metafísico es el concepto de “Incertidumbre”, desde lo filosófico propiamente dicho, pero que discurre en el origen poético de la filosofía y en la sentencia de Anaximandro “Ápeiron” 
 
Representación de la lucha del mal (diablo) contra el bien (Jesús)
El eje rector, o metafísico es el concepto de “Incertidumbre”, desde lo filosófico propiamente dicho, pero que discurre en el origen poético de la filosofía y en la sentencia de Anaximandro “Ápeiron”. Ese eje rector se convierte en lo “negativo”, “lo demoníaco” que el autor desanda en su torrente de mayor desamparo, que a contrario sensu define la idea de religiosidad occidental, o metafísica, pero volviendo, reconstruyendo o reviendo aquel concepto de mal, no como ausencia o contraposición del bien, sino como la realidad descarnada del ser humano. En su pertinaz contradicción existencial de ir por lo que nunca podrá ser asido (lo cierto, la certeza) habitando por siempre en lo incierto, en lo maligno, pese a siempre querer salir o huir de allí, su hábitat natural.