Una muestra más de la generosidad con
la que las comunidades humanas del Paleolítico medio cuidaban de sus miembros
menos afortunados
Entre
los neandertales, un individuo con diversidad funcional severa podía sobrevivir gracias a los cuidados de su comunidad |
Hoy os
vamos a contar la historia de Nandy, como fue bautizado por el equipo de la
Columbia University que descubrió sus restos en la cueva de Shanidar, Iraq.
Digamos que Nandy era un neandertal con mala suerte. Quizás fue un accidente de
caza, una mala caída o un desafortunado combate pero el caso es que durante su
juventud sufrió un brutal golpe que le aplastó el lado izquierdo de la cara y
le dejó medio ciego. Además, sus restos presentaban múltiples fracturas en el
brazo derecho y deformidades en su pierna también derecha, atribuyéndosele una
parálisis en ese lado del cuerpo quizás debida a la lesión craneal, quizás por
una malformación congénita.