Mahoma: vida y legado del profeta del Islam

La juventud de Mahoma y el contexto preislámico

Imagen meramente ilustrativa.

Hablar de Mahoma es sumergirse en la génesis de una de las religiones más grandes y significativas de la humanidad: el Islam. Para comprender su impacto, es vital conocer no sólo los eventos históricos que marcaron su vida, sino también el legado que dejó tras de sí, moldeando civilizaciones, culturas y creencias a lo largo de más de un milenio.

Mahoma, cuyo nombre completo es Abū al-Qāsim Muḥammad ibn ʿAbd Allāh ibn ʿAbd al-Muṭṭalib ibn Hāshim, nació en La Meca en el año 570 d.C., en el seno de la tribu Quraysh, conocida por su custodia de la Kaaba, el centro de peregrinación más importante de la península arábiga. Su infancia estuvo marcada por la pérdida temprana de sus padres, quedando huérfano a los seis años y siendo criado primero por su abuelo Abdul-Muttalib y luego por su tío Abu Talib.

La sociedad en la que creció Mahoma era tribal y politeísta, y en ella se realizaban prácticas religiosas en las que se incluían la veneración de una multitud de dioses y espíritus asociados a la naturaleza y a la vida cotidiana. La Meca, con su ubicación estratégica en las rutas comerciales, era un crisol de culturas y religiones, lo que seguramente influyó en el joven Mahoma, que fue expuesto desde temprana edad a diversas creencias y costumbres.

Desde joven, Mahoma mostró una integridad y una rectitud moral que le valieron el apodo de "Al-Amin", el confiable. Esta reputación fue fundamental cuando empezó a recibir las revelaciones divinas, ya que le otorgó una credibilidad que sería crucial para la propagación de su mensaje.


Las revelaciones y la proclamación del Islam

A la edad de 40 años, Mahoma experimentó una serie de visiones y revelaciones en la cueva de Hira, donde solía retirarse para meditar. Según la tradición islámica, fue el ángel Gabriel quien le transmitió los mensajes de Dios, que luego formarían el Corán, el texto sagrado del Islam. Este proceso de revelación duró aproximadamente 23 años, durante los cuales Mahoma pasó de ser un comerciante respetado a convertirse en el Profeta del Islam.

Las primeras revelaciones enfatizaban la unicidad de Dios (Allah) y la importancia de la justicia social, la caridad y la moralidad. Sin embargo, su mensaje monoteísta y reformista chocaba frontalmente con las prácticas establecidas en La Meca, lo que le valió la oposición de los líderes Quraysh. Esta tensión llevó a un periodo de persecución y hostilidad hacia Mahoma y sus seguidores.

Sin embargo, en el año 622 d.C., debido a la creciente presión y las amenazas a su vida, Mahoma y sus seguidores realizaron la Hégira (hijra), la migración a la ciudad de Yathrib, posteriormente conocida como Medina. Este episodio no sólo marcó un punto de inflexión en la historia del Islam, sino que también estableció el inicio del calendario islámico.


La consolidación del Islam y las batallas decisivas

En Medina, Mahoma no sólo se estableció como líder espiritual, sino que también lo hizo como líder político y militar. Aquí, las revelaciones adquirieron un tono más legislativo y comunitario, y abordaron aspectos de la vida social, política y económica de la creciente comunidad musulmana. La Constitución de Medina, un documento acordado entre los diversos clanes de la ciudad, estableció una base de convivencia y gobernanza que consolidó a Mahoma como una figura de autoridad indiscutible.

Los años siguientes estuvieron marcados por una serie de batallas entre los musulmanes y las fuerzas de La Meca, entre las que destacaron la Batalla de Badr (624 d.C.), la Batalla de Uhud (625 d.C.) y la Batalla del Trench (627 d.C.). Estas confrontaciones no sólo definieron la supremacía de los musulmanes en la región, sino que también demostraron la capacidad de Mahoma para combinar la estrategia militar con el liderazgo carismático y espiritual.

El punto culminante llegó en el año 630 d.C., cuando Mahoma y su ejército marcharon hacia La Meca, y lograron una entrada pacífica y una rendición sin resistencia. Este acontecimiento marcó la unificación de la península arábiga bajo el estandarte del Islam. Mahoma purificó la Kaaba, eliminando los ídolos paganos y estableciéndola como el principal centro de adoración monoteísta.


El legado de Mahoma y la expansión del Islam

Cuando Mahoma falleció, en el año 632 d.C., dejó un legado que se expandiría mucho más allá de los confines de la península arábiga. Su mensaje y enseñanzas se codificaron en el Corán y en los Hadices, que eran unos registros de sus dichos y hechos, que desde entonces sirvieron como guías fundamentales para los musulmanes. La Ummah, la comunidad musulmana, se expandió rápidamente bajo el liderazgo de los Califas Rashidun, los sucesores de Mahoma, los cuales extendieron el dominio islámico a través de vastas regiones de Asia, África y Europa.

El impacto de Mahoma no se limitó únicamente al ámbito religioso. Su visión de una sociedad basada en la justicia, la igualdad y la cohesión comunitaria influyó profundamente en la legislación, la cultura y las relaciones sociales de las civilizaciones islámicas. Las ciencias, la filosofía, la literatura y el arte islámicos florecieron bajo el impulso de un marco cultural y religioso que promovía el conocimiento y el progreso.

El legado de Mahoma también se refleja en la continua relevancia del Islam en el mundo contemporáneo. Con más de mil millones de seguidores, el Islam sigue siendo una fuerza cultural y espiritual poderosa, cuyos principios de fe, caridad, ayuno y peregrinación guían la vida de los musulmanes alrededor del mundo.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Buen desastre de legado dejó. Un libro lleno de desprecio a otros y la justificación de barbaridades. A eso si voló en un caballo con cara de mujer. Que tomaste Mahoma!!