El gato: protector y símbolo de la divinidad
Imagen meramente ilustrativa. |
Hablar del antiguo Egipto sin mencionar a los gatos sería un sacrilegio comparable a desenterrar la tumba de un faraón sin las debidas reverencias. Los gatos, conocidos en el lenguaje de los jeroglíficos como "miu" o "mieu", eran mucho más que simples animales de compañía. En la religión egipcia, los gatos estaban estrechamente ligados a Bastet, la diosa de la armonía y la protección del hogar, representada con cuerpo de mujer y cabeza de leona. Bastet era venerada en el gran templo de Bubastis, donde se rendían honores a su forma pacífica como gata doméstica.
El respeto y la adoración por estos felinos iban más allá de lo místico. Los egipcios reconocían en los gatos una habilidad innata para cazar roedores y serpientes, lo que los convertía en guardianes esenciales de los graneros y, por ende, de la supervivencia alimentaria. La pena por matar a un gato, aunque fuera accidentalmente, podía ser la muerte, lo que refleja la seriedad con la que se tomaba su protección.
Se han encontrado innumerables momias de gatos, cuidadosamente embalsamadas, que datan desde el período del Imperio Antiguo hasta el tardío. Los egipcios creían que los gatos eran necesarios en el más allá, razón por la cual los momificaban y los enterraban junto a sus dueños. Algunos gatos incluso llevaban joyas y amuletos, y existen registros de familias egipcias que se rasuraban las cejas en señal de luto cuando uno de sus felinos fallecía.
Perros: compañeros leales y guardianes del inframundo
Los perros, por su parte, también ocupaban un lugar importante en la sociedad egipcia, aunque con un matiz distinto al de los gatos. Los canes eran asociados principalmente con Anubis, el dios con cabeza de chacal, encargado de guiar las almas en su viaje hacia el más allá y de proteger las tumbas de los muertos. Este vínculo con el inframundo les otorgaba un estatus sagrado y una posición respetada.
El perro doméstico, al igual que el gato, servía a propósitos prácticos como la caza y la vigilancia. Sin embargo, su papel era más versátil y se extendía a las actividades diarias de sus amos. Los antiguos egipcios tenían una profunda relación con sus perros, que se reflejaba en los nombres que les daban, muchos de los cuales se han preservado en las inscripciones. La forma en la que los denominaban estaban relacionadas, posiblemente, con algunas cualidades del can, como "valiente", "fiel" o "buen pastor", lo cual muestra la estima y el aprecio que el pueblo del Nilo sentía hacia estos animales.
Además, se han descubierto tumbas de perros en las que se dejaron ofrendas y en las que aparecieron los animales momificados con gran esmero, de una forma similar al tratamiento que se le hacía a los gatos. En el caso de los faraones y de la nobleza, los perros eran a menudo retratados en escenas de caza y en momentos de la vida cotidiana, destacando su presencia constante y su valor en la sociedad egipcia.
Aves: mensajeros y símbolos de libertad
Las aves también ocuparon un lugar especial en el corazón de los egipcios. Las palomas y los halcones eran las más comunes, cada una con su propio significado y propósito. Las palomas eran mensajeras y símbolos de paz, mientras que los halcones estaban asociados con Horus, el dios del cielo y la realeza, frecuentemente representado con un halcón en su cabeza.
Las aves eran criadas tanto por su utilidad como por su belleza. Las palomas, por ejemplo, eran empleadas para enviar mensajes y eran consideradas un símbolo de esperanza y renacimiento. Se han hallado tumbas con palomas momificadas a las que se les rindieron tributo, por ejemplo realizándoles ofrendas en los templos. Los halcones, por su parte, eran entrenados para la caza y la guerra, y su imagen era omnipresente en la iconografía faraónica, simbolizando la protección divina y el poder real.
El ibis sagrado, ave de Thot, el dios de la sabiduría y la escritura, también era altamente venerado. Los ibis eran considerados encarnaciones de Thot y se les encontraba frecuentemente en los templos dedicados a este dios. La momificación de ibis fue una práctica común, con miles de estas aves embalsamadas encontradas en catacumbas, testimoniando su importancia religiosa.
Monos y otros animales exóticos: la fascinación por lo inusual
La fauna exótica también tenía su lugar en el antiguo Egipto, y entre estos animales, los monos destacaban por su peculiaridad y simbolismo. Los babuinos también eran vistos como encarnaciones del dios Thot, pero en su forma de dios lunar. A estos monos, curiosamente, se les atribuía la capacidad de prever el futuro y los egipcios creían que incluso podían interpretar los ciclos lunares y predecir inundaciones del Nilo, que como sabemos eran esenciales para la agricultura.
Además de los babuinos, los egipcios tenían un gusto particular por otros animales exóticos como las gacelas, los leones y los cocodrilos. Estos animales no solo eran exhibidos en zoológicos privados de faraones y nobles, sino que también tenían roles en los mitos y ceremonias religiosas. Los leones, por ejemplo, eran símbolo de poder y realeza, asociados con dioses como Sekhmet, la diosa de la guerra.
Los cocodrilos eran venerados en la figura de Sobek, el dios cocodrilo, que representaba la fuerza del Nilo y la fertilidad. Templos dedicados a Sobek, como el de Kom Ombo, contenían recintos especiales para estos reptiles, y sus momias se han hallado en abundancia, muchas veces decoradas con joyas y amuletos. Los egipcios temían y respetaban a los cocodrilos, y esta dualidad se reflejaba en su tratamiento ritual y simbólico.
Peces y otros animales acuáticos: la conexión con el Nilo
El río Nilo, fuente de vida para el antiguo Egipto, albergaba una rica variedad de fauna acuática que también formaba parte del panteón de mascotas y animales sagrados. Algunos peces, como el oxirrinco y el mormyrus, eran considerados sagrados y estaban asociados con la diosa Hatmehit. Estos vertebrados acuáticos eran criados en estanques y considerados protectores del hogar y de la vida cotidiana.
Los egipcios, además de venerar a estos peces, consumían otros diferentes como parte de su dieta diaria, reflejando la importancia del Nilo no solo en la agricultura, sino también en la alimentación. Por otra parte, los hipopótamos, aunque peligrosos, eran también objeto de culto. La diosa Tauret, deidad protectora de la fertilidad y los partos, era representada como un hipopótamo hembra.
La dualidad de los hipopótamos, temidos por su agresividad pero respetados por su fuerza y su conexión con la fertilidad, muestra la compleja relación de los egipcios con su entorno natural. El antiguo pueblo del Nilo, al igual que con otros animales, mantuvo un delicado equilibrio entre la veneración y el uso práctico, asegurándose de que cada criatura tuviera su lugar en la cosmología y en la vida diaria de Egipto.
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