Las brujas de Zugarramurdi: historia de una caza de brujas en Navarra

Seis personas condenadas a la hoguera

Imagen meramente ilustrativa.

En el siglo XVII, el pequeño pueblo de Zugarramurdi, situado en el valle de Baztán, en Navarra, se convirtió en el epicentro de una de las cazas de brujas más infames de la historia de España. Este episodio culminó en 1610 con el Auto de Fe de Logroño, donde seis personas fueron condenadas a la hoguera. En este artículo vamos a profundizar en los acontecimientos que llevaron a esta tragedia, los procesos judiciales y el legado de este oscuro capítulo del pasado español.


Contexto histórico

La Europa del siglo XVII estaba marcada por una profunda crisis social y económica. Las guerras, las hambrunas y las epidemias eran fenómenos comunes que alimentaban el miedo y la superstición entre la población. La Iglesia Católica, en su lucha por mantener el control y la ortodoxia religiosa, veía en la brujería una amenaza que debía ser erradicada. En este ambiente, la Inquisición jugó un papel crucial en la persecución de supuestos herejes y brujas.

Zugarramurdi, una pequeña localidad en el norte de Navarra, no estaba exenta de estas influencias. Las creencias populares y las prácticas tradicionales convivían con la creciente presión de la Iglesia por eliminar cualquier rastro de paganismo o superstición. Fue en este contexto donde comenzó la caza de brujas que marcaría para siempre la historia del pueblo.

Todo comenzó en 1608, cuando una joven del pueblo, María de Ximildegui, fue acusada de brujería. Bajo tortura, María confesó haber participado en aquelarres, reuniones nocturnas en las que se decía que las brujas rendían culto al diablo y realizaban rituales oscuros. Su confesión desató una ola de acusaciones que pronto se extendió por toda la región. Los rumores sobre brujería se propagaron rápidamente, y muchas personas comenzaron a ser señaladas como cómplices de María.

La Inquisición, con sede en Logroño, tomó cartas en el asunto y envió a sus inquisidores a investigar las acusaciones. Lo que siguió fue una serie de arrestos y procesos judiciales que culminaron en uno de los Autos de Fe más famosos de la historia española.


"El aquelarre". Óleo por Francisco de Goya y Lucientes. 1797-1798.
Fuente: Museo del Prado, Madrid.

El Auto de Fe de Logroño

El juicio por brujería se llevó a cabo en Logroño entre 1609 y 1610. Durante estos años, más de 300 personas fueron acusadas de brujería. Los inquisidores utilizaron métodos de interrogatorio y tortura para obtener confesiones, muchas de las cuales fueron arrancadas bajo coacción.

El 7 y 8 de noviembre de 1610, se celebró el Auto de Fe en Logroño, un evento público donde se dictaron las sentencias. Seis personas fueron condenadas a morir en la hoguera, y otras cinco fueron quemadas en efigie, ya que habían muerto antes del juicio o habían escapado.

Los nombres de las víctimas eran María de Ximildegui, la joven cuya confesión desencadenó la caza de brujas; María Joana de Barrenetxea, acusada de liderar aquelarres y practicar la brujería; Joanes de Goiburu, un anciano acusado de ser un hechicero; Graciana de Barrenechea, señalada por realizar encantamientos y hechizos; Estebana de Leibar, considerada una de las principales brujas del valle, y Joanes de Echachute, condenado por participar en rituales satánicos.

Estas ejecuciones marcaron el fin de la caza de brujas en Zugarramurdi, pero el impacto en la comunidad fue devastador.


Una profunda huella

La caza de brujas de Zugarramurdi dejó una profunda huella en la comunidad y en la historia de la Inquisición Española. El Auto de Fe de Logroño puso sobre la palestra la brutalidad de los métodos inquisitoriales y la vulnerabilidad de las comunidades rurales frente a las acusaciones de brujería.

Las ejecuciones y acusaciones fracturaron la comunidad de Zugarramurdi, generando un clima de miedo y desconfianza. Muchas familias fueron destruidas, y la memoria de las víctimas quedó grabada en la conciencia colectiva de la región. El caso de Zugarramurdi también marcó un cambio en la actitud de la Inquisición hacia las acusaciones de brujería.

Alonso de Salazar Frías, conocido como el "abogado de las Brujas", investigó más de 1800 casos en el norte de España y concluyó que muchas confesiones se habían obtenido bajo tortura y carecían de pruebas sólidas. Su informe, presentado en 1614, recomendó un enfoque más racional y menos punitivo, lo que llevó a una disminución significativa de las persecuciones por brujería en España.


Zugarramurdi en la actualidad

En la actualidad, Zugarramurdi es conocido no solo por su trágica historia de caza de brujas, sino también por su rica cultura y patrimonio. La localidad ha abrazado su pasado, convirtiéndose en un lugar de interés histórico y turístico.

La cueva de Zugarramurdi, donde supuestamente se celebraban los aquelarres, es uno de los principales atractivos turísticos de la región. Esta cueva natural, formada por la erosión del agua a lo largo de miles de años, ofrece una visión fascinante del paisaje geológico de la zona. Los visitantes pueden explorar la cueva y conocer mejor la historia de las brujas a través de exposiciones y recorridos guiados.

El Museo de las Brujas, inaugurado en 2007, se dedica a preservar y divulgar la historia de la caza de brujas en Zugarramurdi. El museo ofrece una visión educativa y reflexiva sobre los hechos de principios del siglo XVII, presentando documentos históricos, recreaciones y exposiciones interactivas que invitan a los visitantes a reflexionar sobre la persecución y la injusticia.

Sin duda, la historia de las brujas de Zugarramurdi es un buen recordatorio de los peligros del fanatismo, la superstición y la intolerancia. Este episodio oscuro de la historia española destaca la importancia de la justicia, la razón y la empatía en nuestras sociedades. La caza de brujas en Zugarramurdi no solo terminó con la pérdida trágica de vidas, sino que también dejó una marca duradera en la comunidad y en la historia de la Inquisición española. Sin embargo, a través de la preservación y el estudio de esta historia, podemos obtener valiosas lecciones sobre los errores del pasado y trabajar para construir un futuro más justo y compasivo.

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