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El quetzal, el ave sagrada de los mayas y aztecas

El quetzal en la mitología y religión maya

Imagen meramente ilustrativa.

Para los mayas, el quetzal era más que una simple ave. Era un símbolo sagrado profundamente entrelazado con su mitología y creencias religiosas. El nombre "quetzal" proviene del náhuatl quetzalli, que significa "pluma larga y brillante". Las plumas del quetzal, especialmente las de la cola, eran altamente valoradas y eran consideradas un regalo de los dioses.

El Popol Vuh, el libro sagrado de los mayas quichés, menciona a esta ave en varios mitos. Uno de los más destacados es la historia de Vucub-Caquix, un ser divino cuyo orgullo y arrogancia lo llevaron a ser derrotado por los héroes gemelos Hunahpú e Ixbalanqué. En este mito, las plumas del quetzal están asociadas con la belleza y la vanidad de Vucub-Caquix, simbolizando tanto su gloria como su caída.

El quetzal también estaba estrechamente relacionado con el dios Quetzalcóatl, conocido entre los mayas como Kukulkán. Quetzalcóatl, cuyo nombre significa "serpiente emplumada", era una de las deidades más importantes en Mesoamérica. La conexión entre el quetzal y Quetzalcóatl es evidente en su nombre y en el uso de las plumas del quetzal para representar la magnificencia y la divinidad de este dios. Igualmente, las plumas del quetzal adornaban las vestimentas de los sacerdotes y gobernantes, y simbolizaban su poder divino y su conexión con el cosmos.

Además de su asociación con los dioses, el quetzal tenía un papel crucial en los rituales y ceremonias mayas. Las plumas del quetzal eran utilizadas en ceremonias religiosas como ofrendas a los dioses y en la decoración de altares y estatuas sagradas. La recolección de dichas plumas se realizaba de manera respetuosa, sin matar al ave, lo que reflejaba el profundo respeto que los mayas tenían por el quetzal.


El quetzal y su simbolismo para los aztecas

En la cultura azteca, el quetzal también ocupaba un lugar de gran importancia simbólica y ritual. Este pueblo consideraba a este ave un símbolo de la nobleza y la divinidad, y sus plumas eran uno de los bienes más preciados en su sociedad. Las plumas del quetzal eran tan valiosas que se utilizaban como una forma de moneda y tributo, y se enviaban como regalo a Tenochtitlán desde las regiones donde el quetzal habitaba.

El dios Quetzalcóatl era también una de las deidades principales del panteón azteca. Quetzalcóatl representaba la dualidad de la naturaleza, ya que en él se combinaban los elementos de la serpiente terrestre y las plumas celestiales del quetzal. Esta dualidad simbolizaba la conexión entre la tierra y el cielo, el mundo físico y el espiritual. La imagen de Quetzalcóatl adornado con plumas de quetzal reflejaba su papel como mediador entre los dioses y los humanos.

Las plumas del quetzal eran usadas en la vestimenta ceremonial de los tlatoani, que eran los emperadores, y los sacerdotes de alto rango. Estas plumas adornaban tocados, capas y estandartes, destacando la posición elevada y sagrada de quienes las portaban. La "Piel de Quetzal" (Ehecailacocozcatl), una especie de tocado elaborado con plumas de quetzal, era uno de los objetos más sagrados y simbolizaba la autoridad suprema del emperador azteca.

Los rituales aztecas, en muchas ocasiones, incluían el uso de plumas de quetzal como ofrendas a los dioses. De hecho, durante las festividades, los danzantes y los sacerdotes llevaban elaboradas indumentarias decoradas con estas plumas, lo que añadía un elemento de magnificencia y sacralidad a las ceremonias. Las plumas también se utilizaban en los sacrificios humanos, como una manera de honrar a las deidades y de asegurar su favor.


El comercio y la recolección de plumas de quetzal

La recolección y el comercio de plumas de quetzal eran actividades de gran importancia económica y cultural, tanto para los mayas como para los aztecas. Tanto era así que las regiones montañosas de Guatemala y del sur de México, donde habitaba el quetzal, se convirtieron en centros de comercio para estas preciadas plumas.

Los recolectores de plumas, conocidos como "plumeros", desempeñaban un papel crucial en este comercio. Estos especialistas eran responsables de capturar los quetzales y recolectar sus plumas de manera cuidadosa, asegurándose de no dañar a las aves. El proceso de recolección era delicado y respetuoso, y reflejaba la importancia sagrada del quetzal en ambas culturas. Las plumas eran luego transportadas a las ciudades-estado, donde eran intercambiadas por otros bienes valiosos como cacao, jade y textiles.

El comercio de plumas de quetzal también implicaba rutas de intercambio que conectaban diferentes regiones de Mesoamérica. Los mercaderes aztecas, conocidos como "pochtecas", viajaban grandes distancias para obtener estas plumas y llevarlas de vuelta a Tenochtitlán. Este comercio no solo enriquecía a las élites gobernantes, sino que también fortalecía las alianzas políticas y económicas entre diferentes ciudades y culturas.

El alto valor de las plumas de quetzal también se reflejaba en la legislación y las políticas tributarias. En algunos casos, las plumas eran utilizadas como tributos que los pueblos sometidos debían enviar a los gobernantes mayas y aztecas. Estas plumas eran cuidadosamente contabilizadas y almacenadas, y su posesión era un signo de riqueza y poder.


El quetzal en la época colonial y su legado

Con la llegada de los españoles en el siglo XVI, la situación de las culturas mesoamericanas y sus símbolos sagrados cambió drásticamente. Los conquistadores españoles quedaron impresionados por la magnificencia del quetzal y sus plumas, llevándolas a Europa donde se convirtieron en objetos de lujo y curiosidad.

Sin embargo, la explotación y la destrucción que acompañaron la colonización tuvieron un impacto negativo en la población de quetzales y en la tradición de recolección de sus plumas. Con el paso del tiempo, las selvas donde habitaba el quetzal fueron taladas y los ecosistemas alterados, lo que afectó gravemente a esta especie. Además, las prácticas religiosas y culturales que habían sostenido el uso respetuoso de las plumas fueron suprimidas o transformadas bajo la influencia colonial.

A pesar de estas adversidades, el quetzal mantuvo su simbolismo y su importancia en la cultura y la identidad de los pueblos indígenas de Mesoamérica. En Guatemala, el quetzal fue adoptado como símbolo nacional y aparece en la bandera y el escudo del país. La moneda guatemalteca también lleva el nombre de "quetzal", reflejando la continua reverencia por esta ave.

Hoy en día, el quetzal sigue siendo una figura emblemática de la identidad cultural y natural de Mesoamérica. Los esfuerzos de conservación están en marcha para proteger a esta especie en peligro de extinción y sus hábitats. La veneración histórica por el quetzal continúa inspirando a las comunidades locales y a los defensores del medio ambiente a trabajar por su preservación.

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