No han faltado casos de enterramientos prematuros a lo
largo de la historia
Ilustración de Harry Clarke del relato Enterramiento prematuro de Edgar Allan Poe (detalle) |
Eleanor Markham fue
declarada muerta por el médico de la familia en 1894. Aparentemente había
dejado de respirar y no se movía. Se decidió que el cuerpo se enterrase cuanto
antes, ya que era verano y la putrefacción empezaría enseguida. La familia y
amigos prepararon el cuerpo y dispusieron todo para que el funeral se llevara a
cabo dos días después. Mientras llevaban el ataúd al cementerio, se oyó una voz
desde dentro: “¡Me estáis enterrando
viva!”.
Por suerte el enterramiento prematuro de Eleanor Markham pudo ser evitado a tiempo, a pesar del trauma que debió provocarle durante el resto de su vida. Markham afirmó haber estado consciente durante todo el proceso de preparación para el enterramiento, sin embargo fue incapaz de moverse hasta que consiguió gritar empleando toda su fuerza de voluntad. Sin embargo existen casos en los que la víctima no tuvo tanta suerte.
Por suerte el enterramiento prematuro de Eleanor Markham pudo ser evitado a tiempo, a pesar del trauma que debió provocarle durante el resto de su vida. Markham afirmó haber estado consciente durante todo el proceso de preparación para el enterramiento, sin embargo fue incapaz de moverse hasta que consiguió gritar empleando toda su fuerza de voluntad. Sin embargo existen casos en los que la víctima no tuvo tanta suerte.
El New York Times
recogió una noticia el 19 de enero de 1886 en el que, tras la exhumación del
cadáver de una niña, se había descubierto que ésta había sido enterrada viva. El cadáver se exhumó para trasladarlo a
otro lugar, no porque hubiera ninguna duda de la muerte sino por causas
familiares. Al abrir el sepulcro se encontraron con que el cuerpo estaba
retorcido con uno de los brazos debajo del cuerpo. Tenía la mortaja hecha
trizas, las rodillas en el pecho y un brazo debajo del cuerpo. Lo peor de todo
debía ser el rostro, que, según la noticia, mostraba un ademán de terrible
sufrimiento.
Estos casos y otros
que presentan distintos grados de credibilidad, hicieron cundir el pánico entre
la sociedad del siglo XIX. Edgar Allan Poe escribió el relato Enterramiento prematuro haciendo
referencia a este temor. Algunas personas mandaban en sus testamentos
enterrarse en mausoleos cuya puerta pudiera abrirse desde dentro. Se
desarrollaron también otros sistemas más elaborados para evitar el entierro
prematuro. Uno de estos era la instalación
de campanas y llamadores, interruptores que el enterrado podía pulsar para
avisar al mundo exterior.
También se
desarrollaron ataúdes con respiraderos
que llegaban a la superficie para mantener el oxígeno. Estas medidas se
hicieron tan demandadas que surgieron empresas dedicadas exclusivamente a su
fabricación. No se conserva ningún testimonio de que se enterrase a alguien
vivo en uno de estos sepulcros adaptados, por lo que la eficacia de las medidas
no pudo ser comprobada.
El mal diagnóstico
de estas enfermedades podía deberse a distintos motivos. En el caso del siglo
XIX y épocas anteriores, la medicina no estaba lo suficientemente desarrollada
y un estado de coma o narcolepsia
podían entenderse como la muerte de la persona. Para evitarlo, se tomaba el
pulso y se acercaba un espejo a la boca del enfermo para comprobar si su
respiración dejaba vaho en él, pero estos métodos podían fallar fácilmente.
Existe una patología a la que se conoce como Síndrome de Enclaustramiento en la
que el enfermo no se puede mover, está en un estado de coma, pero se consciente
de todo a su alrededor. Esta patología muy fácilmente podría confundirse con la
muerte. Quizá es lo que le ocurrió a Eleanor Markham.
Bibliografía
BONDESON, Jan (2002): Buried Alive: the terrifying history of our most primal fear, W. W.
Norton & Company.
POE, Edgar Allan
(2017): Cuentos de imaginación y misterio
con ilustraciones de Harry Clarke, Libros del Zorro Rojo.
New
York Times, 19 de enero de 1886.
News
24/4, 25 de septiembre de 2014.
Autora| Irene Lázaro Romero
Vía| Ver
bibliografía
Imagen| Wikimedia Commons
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