En Levante, muchas ciudades se encomendaron a San Roque
Procesión de San Roque
en Piedralaves, Ávila.
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El pasado 16 de agosto
se celebraron en muchos pueblos españoles las fiestas de San Roque. La razón
por la que este santo francés del siglo XIV es el santo patrón de tantos pueblos peninsulares, especialmente de la cuenca
del Mediterráneo, se puede encontrar en su hagiografía y su culto.
San Roque fue un santo relativamente reciente, la leyenda cuenta que nació en Montpellier a mediados del siglo XIV y vivió las fuertes oleadas de peste negra que asolaron Europa en este momento. Después de una peregrinación a Roma, en la ciudad de Acquapendente, se dedicó a sanar a los enfermos de la epidemia, haciendo la señal de la cruz sobre su pecho. Siguió curando enfermos en distintos lugares y en Plasencia San Roque contrajo la fatal enfermedad.
San Roque fue un santo relativamente reciente, la leyenda cuenta que nació en Montpellier a mediados del siglo XIV y vivió las fuertes oleadas de peste negra que asolaron Europa en este momento. Después de una peregrinación a Roma, en la ciudad de Acquapendente, se dedicó a sanar a los enfermos de la epidemia, haciendo la señal de la cruz sobre su pecho. Siguió curando enfermos en distintos lugares y en Plasencia San Roque contrajo la fatal enfermedad.
Para no contagiar a
nadie, San Roque se internó en un bosque en soledad. Sin embargo, Dios se apiadó de él y envió a un ángel
para que le curase las heridas e hizo brotar una fuente de agua para calmar la
sed, síntoma característico de los afectados por la epidemia. De manera similar
a otros santos como el profeta Elías o San Pablo, un animal le traía el pan, en
este caso un perro que lo robaba de la mesa de su amo. Las imágenes de San
Roque le muestran con su atributo más característico, la buba o bubón en el
muslo, sobre la que se agacha un ángel para administrarle cuidados. A su lado
va el perro nutrífero.
Al recuperarse el
santo de la enfermedad, volvió a su ciudad natal, pero allí nadie le reconoció y fue encarcelado
acusado de ser un espía y murió en prisión. El trágico final de la leyenda
parece censurar el miedo y el egoísmo de los hombres y mujeres ante la
epidemia.
A pesar de que San
Roque fue un santo que sobrevivió a la Peste Negra y su hagiografía cuenta con
episodios de sanación de enfermos de peste, tardó en considerarse un protector contra ésta. Ni siquiera
Montpellier, su ciudad natal, se confió a este santo. Se prefirió invocar a San
Sebastián cuando en 1410 la epidemia se extendió por la ciudad. San Sebastián
era uno de los santos considerados antipestosos más importantes y su devoción
estaba muy extendida.
La difusión del culto
a San Roque se dio ya en el siglo XV en relación con dos hechos importantes. El
primero de ellos fue el concilio de Ferrara, por el que se organizaron
plegarias públicas suplicando por la intercesión de este santo en el contexto
de la epidemia. La segunda es que parte de sus reliquias se trasladaron a
Venecia en 1485, granjeándole una gran
popularidad, extendiéndose su culto desde Portugal a Alemania.
A medida que su
devoción crecía y se extendía la creencia de la protección que ofrecía frente a
la enfermedad, cada vez más ciudades
se le encomendaron. En momentos de enfermedades epidémicas, las ciudades
cambiaban su advocación a santos más propicios. Esto es así especialmente en el
Levante peninsular y las Islas Baleares, que tuvieron fuertes azotes de peste
negra y otras enfermedades epidémicas favorecidas por su clima cálido y húmedo.
Es por este motivo que muchas de ellas trataron de ampararse en este santo para
tratar de librarse de la epidemia.
Bibliografía
CONTRERAS MAS,
Antonio: "Enfermedades y santos protectores en Mallorca medieval", Bolletí de la Societat Arqueològica
Lul·liana: Revista d'estudis històrics, 63 (2007), 41-62.
RÈAU, Louis: Iconografía del arte cristiano. Tomo 2:
Iconografía de los santos. Vol. 3: Santos de la P a la Z. Barcelona,
Ediciones del Serbal, 2006.
Autora| Irene Lázaro Romero
Vía| Ver bibliografía
Imagen| Wikimedia Commons
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