Un refrán muy popular que data de la época en la que el rey Carlos III gobernaba
España
Este dicho se utiliza habitualmente para referirse al hecho de irse de fiesta o de juerga a lugares poco apropiados. No obstante, en su origen, irse de picos pardos fue una orden que proclamó Carlos III (1716-1788) para diferenciar a las prostitutas de las mujeres que no ejercían ese oficio.
En el siglo XVIII era muy común que las mujeres vistieran con faldas de
corte cuadrado a las que les hacían una abertura en el centro y a las que les
cosían un cordón en un dobladillo para que las féminas pudieran ajustarse bien
las faldas a la cintura. Siguiendo este patrón, era normal que de estas faldas
sobresalieran cuatro picos a los que se
les cosían otras telas para que al contacto con el suelo no se destejieran.
Cabe resaltar que las salidas nocturnas, en aquella época, estaban
reservadas a los hombres. Además, estaba mal visto que una mujer de la nobleza
se paseara por las calles al anochecer, ya que algunos hombres podían increparla al pensar que se trataba de una
prostituta.
Para evitar este malentendido, Carlos III ordenó que las prostitutas
llevaran, como remate de las faldas, unos picos de color marrón o pardo para
diferenciarlas de las otras mujeres. Esto favoreció que los hombres empezaran a usar la expresión
“me voy de picos pardos” para decir que iban a los prostíbulos de forma
disimulada.
Claramente, Carlos III fue el primer monarca que se encargó de legislar la
prostitución gracias a esta ley que promulgó en la que obligaba a las
meretrices a usar estas distintivas faldas.
Autora| Rosa
Mª Huertas Franco
Vía| 20
minutos
Imagen| Secretos
de Madrid
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