Las Compitalia: una fiesta alternativa para el 5 de enero en la que pensar sobre convivencia y respeto
Planes alternativos
para el último tramo de las fiestas navideñas
Larario de la Casa de los Vetii (Pompeya) |
Las fiestas navideñas
son especialmente largas en nuestro país, de manera notoria en comparación con
las del resto del mundo, cuya tradición las hace terminar con la llegada del
año nuevo. Nuestros Reyes Magos las alargan una semana más, tiempo más que
suficiente para pensar en la procedencia de muchas de las tradiciones que,
paganas o no, jalonan estos días.
Compitalia:
fiestas de convivencia después de Saturnalia
Pongámonos en
antecedentes sobre las fiestas que celebraban los romanos antes de las
Compitalia. Las Saturnalia eran las fiestas que se celebraban en la antigua Roma
entre el 17 y el 23 de diciembre. En este caso tenían unas fechas de
celebración fijas. Su origen, de
carácter agrícola, tenía como fin
celebrar el final de la cosecha de otoño. Durante sus siete días de duración,
las calles se decoraban con velas, flores,… La gente se reunía en las calles y
celebraba en armonía, olvidando rencillas y problemas. ¿Os suena parecido a la
Navidad? ¿O de verdad creéis que es casualidad que la Iglesia tuviera que
“convertir” esta fiesta, imposible de desarraigar entre el pueblo, en la celebración
del nacimiento del trasunto humano de su dios?
Aunque esa es otra
interesante historia, hoy nos vamos a centrar en las fiestas que, aunque no con
días de celebración fijos, se celebraban en Roma tras las Saturnalia: las Compitalia. Su carácter móvil las hacía coincidir aproximadamente en nuestro
calendario con el periodo que va desde
año nuevo hasta reyes, por lo que es muy interesante presentarlas en este
espacio.
Para entender la
plasmación física en el espacio dela celebración de esta fiesta, tenemos que
pensar en cómo era la estructura urbana
y la arquitectura doméstica del mundo romano. A los que nos gusta la
historia de Roma no nos son desconocidos los altares (lararios) no sólo domésticos, sino los que solían estar
bien en las encrucijadas de caminos en espacio abierto, bien en los cruces de
calles dentro de las ciudades. Son especialmente conocidos por su estado de
conservación los hallados en Pompeya. Si paseamos atentas por muchos pueblos y
ciudades, aún hoy podemos encontrar este tipo de altares en nuestras calles, si
bien ahora lo habitual es que estén dedicados al culto de alguna Virgen.
Larario de la Casa del Poeta Trágico (Pompeya) |
Pues bien, en Roma se rendía culto a tres tipos de
dioses lares: los domésticos (de ahí los lararios domésticos), los de la ciudad
(representados en los templos), y los de los caminos (con culto en los lararios
de las encrucijadas). La razón de ser de esta fiesta era celebrar y realizar ofrendas y sacrificios a los Lares Compitales, los lares de los
caminos, de las encrucijadas. Durante este día no se trabajaba, para que la
población pudiera dedicarse al culto y la celebración, ya que además, una de
las peculiaridades que más llama la atención de esta festividad es precisamente
que no estaba reservada a los
ciudadanos, sino que los esclavos también participaban de ella. Se trataba
de unas fiestas de convivencia, en
las que toda la población, independientemente de su estatus jurídico, celebraba
en aras de un bien común.
La noche anterior a la
fiesta, se colocaban en los altares
figuras y representaciones simbólicas de tantas personas y esclavos como hubiera
residiendo en el área de influencia de cada altar (como hemos dicho, en
cada cruce de calles o de caminos, por lo que en las ciudades estaríamos
hablando de edificios de viviendas, y en el campo, de fincas). El objetivo: que todos los habitantes estuvieran
representados para que los lares se contentaran con las figuras de ellos y
dejaran en paz a sus habitantes reales. Quedaban con este acto libres de
enfermedad e infortunio, con esa mezcla tan característica de religión, magia y
superstición habitual entre el pueblo romano.
A
lo largo de la historia de Roma estas fiestas tuvieron más o menos auge, pero siempre se celebraron. En algunos periodos con juegos asociados a
ellas, en otros incluso con la protección del emperador, como fue el caso de
Augusto. Fueron fiestas de convivencia
entre toda la población, tuviera estatus jurídico de ciudadano o no. Nunca se
dejaron de celebrar, aunque con
posteridad y el avance del cristianismo y el creciente poder de la iglesia,
se llegó a asociar las ofrendas en las
encrucijadas con cultos demoníacos, como quedó presente en el imaginario popular
a lo largo de los siglos, por lo que este tipo de celebraciones terminaron por
quedar primero como manifestaciones de culto residuales, y finalmente
olvidadas.
Bibliografía
- Dionisio de Halicarnaso,
Historia Antigua de Roma. Libros IV a VI,
Madrid, Gredos, 2002.
- Stek, T.D., A Roman cult in the
italian countryside? The Compitalia and the shrines of the Larescompitales,https://pure.uva.nl/ws/files/4169274/61030_295326.pdf
- Montero, S.,La Religión Romana Antigua, Madrid, Akal,
1990.
Autora| Patricia Aguilar Moya
Vía| Ver bibliografía
Imágenes| Larario de la
Casa de los Vetii y Larario de la Casa del Poeta Trágico, ambos en Pompeya.
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