Jesús y su peregrinación definitiva a Jerusalén

Acompañado de un grupo de discípulos, y sin que las fuentes indiquen el motivo de por qué lo hace, decide peregrinar a Jerusalén


En la época de la Pascua del año 30 d.C., en el mes de nisán, entre marzo y abril, Jesús da un paso crucial para su proyecto. Acompañado de un grupo de discípulos, y sin que las fuentes indiquen el motivo de por qué lo hace, decide peregrinar a Jerusalén. Quizás es lógico que dé ese salto, de las pequeñas aldeas de Galilea a la gran ciudad santa judía, para llevar también a Judea su mensaje del reino de Dios. Sin embargo, a sus discípulos seguro que les sobrecoge la idea de acudir allí en una fecha tan señalada, en la que la multitud de peregrinos hace que las autoridades extremen las precauciones. Hay que tener en cuenta que, según autores como Jeremías, para formar parte de las fiestas, acuden a Jerusalén más de cien mil peregrinos, incluyendo a los judíos de la diáspora. La población aumenta bastante, teniendo en cuenta que la gran urbe cuenta habitualmente con entre veinticinco mil y cincuenta y cinco mil habitantes.

Los romanos saben bien el peligro que una aglomeración como ésta representa para la estabilidad del Imperio en la zona de Israel. Todavía tienen en la memoria un incidente, acontecido en las fiestas de Pascua del año 4 a.C., en el que, según cuenta Flavio Josefo, Arquelao ordena a sus fuerzas de infantería y caballería cargar contra la multitud. En este episodio mata a cerca de tres mil personas, por el temor que le causa la congregación de la muchedumbre en el Templo, presionando con sus exigencias, y por la afluencia de nuevos peregrinos a la ciudad. Así que, por precaución, Pilato se desplaza a Jerusalén para reforzar la seguridad, aumentando la guarnición de la torre Antonia. De esta forma, en caso de que se produzca cualquier acción subversiva que se pueda propagar por la muchedumbre, poder actuar con rapidez para sofocarla lo antes posible.

En este ambiente de tensión, Jesús irrumpe en la ciudad santa en una actitud que, tanto las autoridades judías como las romanas, entienden como subversiva.

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Imagen| Wikipedia

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