Bronislaw Malinowski y los estudios
pioneros de las leyes en sociedades primitivas
En
los albores del siglo XX la antropología todavía era una ciencia incipiente en
plena fase de desarrollo. Uno de los padres de la antropología, Bronislaw
Malinowski, sentó las bases de la disciplina moderna a través del método de la
inmersión total en la vida de la comunidad objeto de estudio. En este artículo
recuperamos algunos de los hallazgos más relevantes del Malinowski en su
convivencia con los trobriandeses en relación con las leyes, los crímenes y la
forma de castigarlos.
El
mito del buen salvaje
En 1914, tras el estallido de la Primera
Guerra Mundial, Bronislaw Malinowski,
ante el riesgo de ser llamado a filas, se traslada a Papúa-Nueva Guinea, en Melanesia, donde se instala con los
indígenas de Mailu. Meses después viaja al cercano archipiélago de Trobiand, donde comienza su trabajo de
campo, marcando el inicio de una nueva época para la antropología.
Como resultado de su trabajo publica varias
obras que son consideradas capitales dentro de los estudios antropológicos como
son “Argonautas del Pacífico Occidental” (1922) y “Crimen y costumbres en la sociedad salvaje” (1926). Esta segunda
obra constituye una de las primeras incursiones de la antropología en el
estudio de las leyes en las sociedades consideradas “salvajes” o “primitivas”
bajo los estándares de comienzos del siglo XX. Hasta ese momento, la imagen que
imperaba entre los académicos y entre la sociedad occidental,era la
correspondiente a la idea roussoniana del mito del buen salvaje, que vive de
forma libre y despreocupada en el paraíso, sin estar sometido a ningún tipo de
normas y leyes que pongan trabas a su libertad.
Hipertrofia
legislativa y reciprocidad
Malinowski defiende que las sociedades
salvajes, en contra de lo que cabría esperarse, no se limitan a seguir unas
normas circunscritas a la represión de actos criminales, es decir, a las leyes
penales, sino que toda sociedad primitiva se caracteriza por la proliferación
de normas, existiendo incluso lo que denomina una “hipertrofia legislativa”.
El cumplimiento de las normas de los miembros
de la tribu, como es el caso de los melanesios, está basado en el principio de reciprocidad, es decir, en la
devolución constante de favores y de servicios mutuos. La obligatoriedad en el
cumplimiento de estas acciones viene motivada por el interés personal, el
individualismo y la vanidad, que son resortes fundamentales de la cultura. El
derecho tribal debe ser visto como parte integral de la “teoría general de la
cultura”.
Las obligaciones que derivan de las
operaciones comerciales, por ejemplo, en el comercio de pescado y hortalizas de
los pescadores melanesios de la costa con los campesinos del interior, se
fundamentan en la mutua dependencia entre las comunidades y en el conocimiento
previo de las nefastas consecuencias del incumplimiento de una de las partes.
La reciprocidad se va fortaleciendo en cada transacción comercial porque forma
parte de un conjunto mayor y complejo de relaciones mutuas.
Hechicería
y suicidio como herramienta de ruptura y, a la vez, de soporte de la ley
Para Malinowski, la actitud del nativo frente
en relación con el privilegio y con el deber es muy similar a la del “hombre
civilizado” de la época, incluso a la hora de quebrantar la ley. Entre los atajos
destinados a violar las normas, el autor destaca el uso de la magia negra. La hechicería es un instrumento utilizado,
en principio contra la norma establecida.
Otra institución indirectamente ligada
al quebrantamiento de la ley es el
suicidio, que es la única salida digna que les queda en ocasiones a los trobriandeses,
ante un incumplimiento de la ley, por ejemplo, ante el incesto. El
procedimiento se inicia por una acusación pública por parte de un agraviado por
el supuesto crimen. En ese caso, el acusado, sólo tiene una salida, ya sea
culpable o no, que es la del suicidio público. La forma más habitual de
suicidarse es la de arrojarse desde lo alto de una palmera. El acto del suicido
aporta al “criminal” la ocasión de redimirse ante los suyos, pero también la de
apelar a la solidaridad de sus parientes y llamar a la “venganza” contra el
acusador, lo que puede desatar una ola de violencia dentro de la comunidad.
El objetivo último de la hechicería y
del suicidio es evitar comportamientos radicales y, a la postre, facilitar una
observancia estricta de las leyes. Es decir, paradójicamente, las herramientas
puestas a disposición de los “salvajes” para quebrantar las normas, en último
término, constituyen puntales fundamentales garantes de su cumplimiento.
Autor| Óscar Hernández Hernández
Vía| Malinowski,
Bronislaw: Crimen y costumbre en la
sociedad salvaje.
Imagen| Wikipedia
Edición| José Antonio Cabezas Vigara
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