El
poder mágico de la palabra con fines terapéuticos en el mundo antiguo
Que la medicina en el
mundo antiguo griego y romano gozó de una amplitud y variedad nada desdeñable
en sus diagnósticos y tratamientos es por todos conocidos. Basta dar una vuelta
por cualquier museo arqueológico y fijarnos con detalle en el instrumental quirúrgico o de exploración
que conservamos, así como en los numerosos textos sobre diagnóstico y
tratamiento de enfermedades. Igualmente, la farmacopea en el mundo clásico fue
amplia y variada, incluso recuperada por algunos movimientos relacionados con
la naturopatía hoy en día.
Nos deslumbra bucear
por los tratados conservados y leer con asombro y admiración la exactitud y
acierto en la forma de diagnosticar, pero ello nos puede conducir a una visión
sesgada del mundo clásico, en la que imaginemos que todos sus habitantes
conocían las maravillas de su medicina, pensando que se ejercitaba de un modo
similar al actual, o que tenían incluso acceso a la misma. Esto no es así. Es
una de las múltiples imágenes idealizadas que tenemos del mundo antiguo. La realidad es bien distinta. Y en esa
realidad, lo "mágico", casi poético, tiene cabida.
La
epodé o palabra con fines
terapéuticos
¿De qué hablamos cuando
nos referimos a la plegaria o la palabra con fines terapéuticos? En el mundo
antiguo tuvo dos versiones: por un lado, como epodé, y por otro como exorkismos
que, si bien presentan cierta identidad de fondo por su poder vinculante,
tienen bastante diferencia en su expresión formal, en sus fines y en la noción
básica que las sustenta.
El exorcismo, en la
forma en que nos es conocido en Grecia, es de aparición tardía y responde a una
concepción demoníaca de la enfermedad:
su finalidad es netamente expulsatoria y en consecuencia la fórmula en que se
expresa, cuya parte fundamental es la conminación a la salida, adopta formas
muy distintas de la otra versión, en la que nos queremos centrar en este
artículo: la epodé.
La epodé, es la palabra mágica en forma de ensalmo, cuya eficacia
proviene de "encantar" o "seducir" el ánimo de las
potencias divinas e invisibles que gobiernan el proceso cuya modificación se
persigue. Ésta es la razón por la cual la fórmula verbal del ensalmo griego no
suele ser una palabra secreta, sino una expresión funcional más o menos
adecuada a la naturaleza del fin que pretende alcanzar.
Lo que caracteriza
fundamentalmente a la palabra mágica, la epodé,
es que una vez salida de los labios de quien la pronuncia, cobra una entidad
autónoma e independiente, dando cumplimiento inexorable a su contenido. No
estamos hablando de fórmulas nacidas del imaginario popular sin ninguna base.
Lo curioso de la epodé es que para
que funcione, ha de existir un conocimiento previo de la enfermedad y curación
a la que se está invocando. El conocimiento es poder (bien por nombrar a quien
descubrió las propiedades de una planta, bien por aquél que describió la
enfermedad y su forma de curarla...). Como conocer es poder, es fundamental
emplear el nombre verdadero de las cosas, ya que entre estas y sus
denominaciones existe una relación de esencia. La magia de la epodé consiste en que conociendo exactamente
lo que se quiere tratar y la fórmula adecuada para ello, el hecho de pronunciarla
bien, la convierte en sí misma en un elemento de curación.
Sin duda, recuerda
mucho a las fórmulas encontradas en los papiros mágicos de Egipto, en cuyas
súplicas de fórmulas mágicas encontramos la creencia de que la curación mítica
procede de invocar al dios semejante a la curación que se pretende realizar.
Ejemplos
de epodé
Desde Homero encontramos
referencias constantes a la epodé como
medio de curación. En numerosas ocasiones en sus textos aparece, como por
ejemplo al curarle a Ulises la herida que le hizo un jabalí, habla de que le
vendaron la herida, y con una epodé
contuvieron la sangre negra. Raro es el texto griego en el que no encontremos
referencias a estos ensalmos acompañando cualquier medida curativa.
Podemos poner algunos ejemplos curiosos.
- Contra la fiebre: escribir la palabra gorgophonas diez veces, con una letra inicial de menos, en
renglones sucesivos, hasta formar un triángulo rectángulo cuyos vértices son g, s, s. Esta epodé se suponía eficaz contra la fiebre.
-Para el dolor de dientes:
según Marcelo Empírico, repetir siete veces argidam,
margidam, sturgidam.
- Contra el insomnio: incluso Galeno, el médico por antonomasia,
referente durante siglos de la medicina occidental y cuya obra, De locis affectis (Sobre la localización de
las enfermedades), se ha constituido durante siglos como baluarte de la
medicina en el mundo clásico, habla en su obra de una de éstas epodé contra el insomnio. En su caso,
escribir en una hoja de laurel konophon
brachereon o una serie de letras mágicas y colocarlas debajo de la
almohada.
¿Cuentos
de viejas o visión integral de la curación del paciente?
Destacar que incluso
Galeno, quien siempre se mostró especialmente crítico con este tipo de
prácticas, finalmente tuvo que darles al cabo del tiempo el reconocimiento de
tener una virtud. Ya no habla de los ensalmos como "cuentos de
viejas", sino como prácticas con efectos evidentes, llegando a hablar de
una dynamis en ellos. Él mismo
refiere haber comprobado su utilidad en picaduras de serpientes o en otro tipo
de incidencias, otorgando consuelo al paciente y contribuyendo notablemente a
su mejoría.
¿Será esta concesión
por parte de los médicos más reputados de la antigüedad una primera visión
global e integradora de las necesidades
no sólo físicas, sino también espirituales del paciente? Si no reconocen el
poder curativo per se del ensalmo,
pero reconocen cómo pueden ser de gran ayuda para calmar las manifestaciones de
enfermedad de los pacientes, ¿se darían cuenta ya de que la curación no
consiste sólo en actuar sobre los efectos físicos y mensurables de la
enfermedad?
Es probable que
tengamos que seguir aprendiendo y reflexionando sobre la sabiduría, escrita y
entre líneas, que nos ha dejado la Historia...
Bibliografía
- Gil, Luis, Therapeia. La medicina popular en el mundo
clásico, Madrid, Triacastela, 2004.
- Galeno, Sobre la localización de las enfermedades, Madrid,
Gredos, 2002.
- Laín Entralgo, La curación por la palabra en la Antigüedad
Clásica, Barcelona, Anthropos, 2005.
Autora| Patricia
Aguilar Moya
Vía| Ver bibliografía
Imágenes| National Geographic
Edición| José Antonio Cabezas
Vigara
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