Los contactos entre estos dos pueblos
generaron la necesidad de crear una lengua simplificada para poder comunicarse
Recreación de unos balleneros vascos |
Si te dijeran que hubo un grupo de nativos norteamericanos que hablaban euskera, ¿lo creerías? Parece algo poco posible, pero si nos ponemos a mirar un poco en la historia del siglo XVI al XVIII en la zona de Terranova y Labrador podemos ver que fue un hecho.
Vamos a situarnos primero en la cornisa cantábrica; la gran actividad de los marineros vascosprovocaba una gran presión entre la fauna marina de la zona, sobre todo en grandes cetáceos, como la ballena franca (Eubalaenaglacialis).
Su
grasa se convertía en aceite, también llamado saín, que servía para alumbrar y no soltaba olor ni humo. Su carne
en España no era apreciada, por ello se salaba y se vendía a los franceses. Las
barbas eran muy preciadas al ser uno de los pocos materiales flexibles de la
época. Los huesos servían como material de adorno y muebles. Se percibía
grandes ganancias con la caza de este animal, junto al comercio de pieles y la
pesca de bacalao.
Debido
a la presión cinegética en la zona y la rivalidad con otros pescadores
holandeses, alemanes y británicos, la caza de las ballenas empezó a desplazarse
hacia Galicia y posteriormente al Mar
del Norte, Islandia, Groenlandia, Labrador y Terranova
(estas dos últimas en Canadá). Estas
expediciones se financiaban por cofradías, ayuntamientos privados o
particulares con gran capacidad adquisitiva.
Según
la tradición popular, los vascos
llegaron a la costa canadiense en 1375, pero de esto no hay evidencias. No es
hasta la llegada de Jacques
Cartier (siglo XVI) a la zona de Terranova cuando éste indicó: “en aquellas
aguas remotas encontré a miles de vascos pescando bacalao”.
La
época de mayor apogeo para los balleneros
vascos ocurrió entre 1530-1570. En este momento la flota vasca reunía unas
treinta embarcaciones, con sus correspondientes hombres a bordo (en total,
cerca de unos dos mil) y capturaban alrededor de cuatrocientas ballenas cada
año. Esto les proporcionaba cerca de nueve mil barriles de saín.
La
presencia reiterada de población vasca en la zona y su interacción con los
nativos algonquinos de la zona, mikmaq(micmac) y beothuk principalmente, obligó a que tuvieran que entenderse para
poder intercambiar productos y comerciar. Tuvieron que recurrir a simplificar
sus lenguas (también conocido como pidgin) y hablar en algonquino-vasco o vasco-algonquino
(en Islandia los vascos también tuvieron que recurrir a esto).
Varias
fuentes del momento evidencian el uso de este pidgin entre los nativos como algo habitual, como Esteban de Garibay, que en 1571 hablaba
acerca de que los nativos de estas zonas habían aprendido euskera y que el
resto de población europea, al estar mejor preparada culturalmente, también
podría hacerlo.
Las
relaciones entre las tribus algonquinas y los balleneros vascos propiciaron que
aquéllos empezaran a adoptar palabras euskeras e incluirlas en su propio idioma
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En Histoire
de la Nouvelle France (1612) el autor, Lescarbot,
comenta que es accesible comunicarse con aquellas comunidades al tener en su
idioma muchas palabras vascas mezcladas.
Lope Martínez de Isasti en
1625 apunta que los nativos saludan con la fórmula euskera “apeizakhobeto” (“¡los
curas mejor!”) a la pregunta “nolazaude” (“¿cómo estás?”). Peter Bakker en 1710 indicaba que seguía usándose esta lengua
mezclada con las nativas. Los mikmaq
se apropiaron de palabras vascas o cambiaron el nombre de sus tribus por
términos en euskera.
A
finales del siglo XVI los barcos y sus marineros son alistados obligatoriamente
en la Armada
Invencible, pero la derrota de esta supuso una gran pérdida para los balleneros
vascos. Con el Tratado
de Utrecht (1713), ingleses y franceses se quedaron con la zona Labrador y
Terranova, donde los balleneros vascos no pudieron volver.
Actualmente,
en Red Bay podemos encontrar un
museo de los balleneros vascos; en el escudo de San Pedro y Miquelón (Canadá) se puede observar una ikurriña. Se pueden encontrar en esta
zona topónimos como Etxalde Portu, Baratxoa, Plazentzia,… Hoy en día el legado
de los balleneros y la lengua algonquina-vasca es evidente en la zona oriental
de Canadá.
Autora| Lucía Luengo Ramos
Vía| Wikipedia, ABC, Historia con imágenes
Imagen| Wikipedia
Edición| José Antonio Cabezas Vigara
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