Licenciatura en Pensamiento

Proponemos la institución de la siguiente carrera de grado, en verdad disciplina que de acuerdo a nuestra consideración, pueda ser encuadrada en el corpus académico

Licenciatura en Pensamiento
Proponemos la institución de la siguiente carrera de grado, en verdad disciplina que de acuerdo a nuestra consideración, pueda ser encuadrada en el corpus académico, a los únicos efectos de contribuir a la sociedad con una preparación más reflexiva y por ende serena, de sus integrantes, que al verse más realizados en su condición de humanos, podrán devolver a su comunidad lo mejor de sí que tendrá estricta relación en cuanto a cómo y en que estén formados. No pretendemos una reforma en el área educativa ni en la esfera del colofón que le asigne la educación instituida como formal. Pretendemos sí, la institución del pensamiento, como objeto aprehensible, asimilable en forma concreta y específica para lo que demanda la sociedad, industrial, actual. Se sabe que como sujetos de la presente modernidad, estamos atados, a los resultantes que nos exigen en términos numéricos, a seres, como nosotros que somos seres hablantes, que incluso, somos hablados por la institución previa que es la ley, que es la palabra, que es la totalidad que representa el conocimiento, o el símbolo del padre o de dios.

En términos metodológicos nada más sencillo que la aprobación de la presente carrera de grado, para los trámites burocráticos y administrativos, contaremos con quiénes se encarguen de ello, para afianzar la necesidad de contar con una licenciatura en pensamiento, contamos con usted que está leyendo, que nos enviara su apoyo, vuestra suscripción a la propuesta, como lo que este a su alcance, que interceda ante la institución donde se desenvuelva para que den apertura a la presente carrera, o que inste a quién corresponda para que al menos escuchen nuestra propuesta, o que pueda ser replicada entre los suyos por intermedio de los medios que usted considere.

Para que la licenciatura en pensamiento sea tal, sólo requeriremos dos aspectos nodales que difícilmente puedan ser modificados, sin que modifiquen la esencia de lo propuesto.

Las materias o cuerpos de estudio, podrán ser de los tiempos que cada unidad académica lo considere, pero nunca irrumpirán el principio que se estudiara desde lo particular a lo general. Sea trimestral, cuatrimestral, semestral o anual, el estudiante de la licenciatura en pensamiento, elegirá entre cincuenta pensadores, a treinta de ellos, lo que en definitiva constituirá su carrera de grado, su plan o programa de estudios. Se elevará una lista de al menos mil pensadores que a lo largo de la humanidad, mediante reconocidos y obvios aportes a los diferentes campos del saber, realizaron, por sobre todo contribuciones creativas o innovaciones a la condición humana. El objetivo, para dar por aprehendida (en los viejos términos académicos, aprobada) o asimilada la materia, es que el estudiante deberá hacer asimismo un aporte, contribución o agregado a la obra del pensador estudiado, sea este mediante una crítica, refutación, o bajo conceptualizaciones que tiendan al desafío aporético de cada uno de los pensadores que hubieron de ser tomados como materia puntual  de estudio. El resultante final, no podrá ser un calificativo numérico, o lo será en tanto y en cuanto, subyazca a él, un trabajo escrito, una producción artística o una realización que tenga por evidenciada que se pensó la obra del autor, cuestionándola, indagándola y sometiéndola  a la reflexión serena, que se constituyen en las acciones indispensables que demanda la licenciatura en pensamiento.

A los efectos de no dar a crédito, a quienes irreflexivamente puedan aducir o señalar que para pensar no se necesita de una licenciatura o que licenciar, académicamente es innecesario y hasta incluso atentatorio contra el pensar mismo, dejamos en claro, que se trata de estar parados desde la perspectiva aún no pensada o no transitada, profundizaremos de la siguiente manera.

La institución de la ley, más que apoyarse en lo escrito, en la palabra (como previamente en la fuerza que deviene de ella), se ordena simbólicamente, por intermedio de un sistema educativo, que al realizar este clivaje en la representación, olvida o deja de lado, el conocimiento, el saber o el encuentro que puede resultar del pensar. La institucionalización de los actos del razonamiento, llevaron al hombre a que construyera el edificio educacional-normativo, que nos entregó el presente mundo tecno-ciencista, que no piensa, sino reproduce, multiplica, genera interfaces, respuestas, pero ha dejado de preguntarse, no sólo lo elemental, sino también lo básico y lo indispensable.

Ante las puertas del inicio de lo que da en llamar el mundo de la inteligencia artificial, el hombre terminara de entregar una de sus condiciones más determinantes, que lo hacen tal, a los efectos de continuar en la ilusión de que alguna vez podrá vencer las limitaciones que precisamente lo hacen hombre.

Entregada la inteligencia, quedará como último recoveco, como última buhardilla, como último resquicio de lo humano, el pensamiento. Este no debe ser sacralizado, como ya se lo empieza a sacralizar, ni mucho menos, ser el reducto de un conjunto poco visible de anacoretas o seres extraños. Si alguno de estos desea seguir en tal condición, la presente propuesta no se lo impedirá, pero tampoco, al no presentarse, no será cómplice de un mundo que se encamina a dejar el pensamiento, como una excentricidad de un puñado de extraños.

El pensamiento, mediante esta licenciatura, debe ser incorporado en la matriz del engranaje de lo humano. Debe permitirse, el estudio no de una ciencia tal como las tantas, sino el colegir la obra de al menos treinta pensadores que hayan dejado su aporte a la humanidad, para que tengamos entre nosotros, a quiénes puedan formarse bajo estos parámetros, y de esta manera, tener perspectivas desde puntos diversos, que es básicamente una de las geografías más interesantes que nos puede ofrecer la condición humana.

El poder es lo que no se puede comprar. La ley es lo que no deseamos cumplir. La libertad es lo que no podemos realizar. La política es lo que no podemos asegurar.

La licenciatura en pensamiento generará poder a partir de lo que produzca, que no será inmediatamente intercambiable, es decir traducible en un objeto de mercado, en todo caso se entronizara como ley, para cuestionar la validez o validación de nuestros deseos, que deberán estar en consonancia con lo que nos exija el mundo de nuestra humana condición. Dado que aún no está formalmente inscripta como carrera de grado, se realizará o se consumara en tanto y en cuanto todos y cada uno de los que creamos en la dinámica de lo que podemos hacer, lo llevemos a cabo, con un libre albedrío responsable o que se replique, en promocionar o asegurar ese espacio de libertad, que precisamente afiance acciones como las de pensar, reflexionar, o intuir, con razón y  serenidad, lo que el hombre pueda encontrar como mejor para sí y los de su comunidad. Nada garantizara que esto se empalme, fehaciente y efectivamente, deberá interceder la dialéctica de lo humano, y por sobre todo el vehículo del convencimiento, para aquellos, por lo general los más numerosos, que resguardados en la zona de confort de los hábitos, las tradiciones inerciales  y el útero de conformidad en que muchas veces se acendró la razón instrumental, o se terminara de aprovechar la inteligencia artificial (a riesgo de que nos seccionemos no ya el falo entronizador de la ley, sino la sustancia esencial de lo humano) harán lo imposible, consciente o inconscientemente, tanto para que esto no se conozca, no se multiplique, no convenza y finalmente no se lleve a cabo.

“Vivir es entrar en una institución, es ser una criatura de  la ley, la vida se juega en una dimensión jurídica, donde este Otro nos inscribe y nos transporta en un nombre propio” . P. Legendre. (“El inestimable objeto de la transmisión. Estudio sobre el principio genealógico en Occidente”, Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 1996).

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