El hallazgo, pionero en el Baix Empordà, permitirá estudiar a fondo la arquitectura de la nave y abre nuevas hipótesis sobre el comercio marítimo
Un arqueólogo junto a algunas de las 135 ánforas descubiertas en el yacimiento ante las islas Formigues. Imagen cedida por el CASC |
Los arqueólogos han descubierto que el barco romano hundido ante las islas Formigues conserva parte de la madera del casco. El hallazgo es pionero en el Baix Empordà, ya que los pecios localizados hasta ahora en la zona de Begur y Aiguablava solo conservaban la carga (es decir, las ánforas).
Los restos del barco, que posiblemente data de principios del siglo I d.C., se encuentran a unos 45 metros de profundidad. Durante la última campaña, los arqueólogos han excavado parte de la carga y han podido documentar 135 ánforas. Se sabe que la nave tendría entre 10 y 15 metros de longitud y que se dedicaba a redistribuir mercancías por los pequeños puertos de la zona. Cuando se hundió, seguramente iba cargada con salsa de pescado o salazones. El responsable del Centro de Arqueología Subacuática (CASC), Gustau Vivar, asegura que haber encontrado madera conservada permitirá estudiar a fondo la arquitectura naval del barco y que el hallazgo abre nuevas hipótesis sobre el comercio marítimo de la época.
Algunas de les 135 ánforas que los arqueólogos han desenterrado del pecio que se descubrió ante las islas Formigues. Imagen cedida por el CASC |
El pecio hundido cerca de las islas Formigues se descubrió a finales del 2016, durante la campaña que los arqueólogos del CASC y el submarino Ictíneo 3 hicieron conjuntamente en el litoral del Baix Empordà. El barco destaca por su buen estado de conservación (de hecho, en todo el Mediterráneo, hay pocos más como este). Ahora, el yacimiento ha comenzado a excavar en profundidad. Lo ha hecho un equipo especializado de ocho buceadores, que han bajado hasta profundidades de más de 45 metros.
Durante esta campaña, los arqueólogos han centrado en descubrir cuáles eran las medidas del barco. “Podría ser una gran nave de carga o bien una más pequeña, que se dedicara a redistribuir mercancía por los pequeños puertos de la zona”, precisa Vivar. Por ello, a partir de allí donde creían que se encontraba la parte central del barco, han comenzado a retirar la arena que cubría las ánforas. El resto del pecio se irá limpiando de arena, y documentando, en próximos años. “Que la madera se conserve es muy difícil, porque a menudo los pecios aparecen junto a la costa, es decir, son barcos que chocaron contra los arrecifes, se reventaron y sólo se conserva parte del cargamento de ánforas que transportaban “, concreta Vivar.
Autor| Redacción
Vía| El Periódico
Imagen| El Periódico
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