La historiografía no se ha puesto de
acuerdo aún en algunos extremos, pero parece que Goya contrajo matrimonio con
la hermana de los artistas Bayeu con el objetivo de impulsar su propia carrera
profesional
El pintor Francisco Bayeu (detalle), de Goya |
En
la vida de Francisco de Goya, uno de los factores, interesantes, que hay que
tener en cuenta, de cara, además, a su obra pictórica, es la relación que
mantuvo con los hermanos Bayeu y, muy especialmente, con Francisco, su tocayo,
que fue su maestro cuando el genial artista llegó a Madrid y, más tarde, se
convirtió en su cuñado, al contraer matrimonio Goya con Josefa Bayeu, al que él
siempre llamó, tal como tenemos constancia a través de su correspondencia
epistolar con su íntimo amigo Martín Zapater, “la Pepa.”
Francisco
Bayeu y Subías nació en Zaragoza, en 1.734, hijo de un maestro lancetero, y
proveniente de una familia de pintores. Sus hermanos Ramón y Manuel – éste
último profesó de fraile cartujo – también fueron pintores.
Desde
la infancia, Francisco Bayeu mostró una gran habilidad y afición por el dibujo.
Su formación pictórica tuvo lugar con el artista zaragozano más renombrado de
la época – aunque hay que resaltar que era, en realidad, un modesto pintor y
que sus aptitudes no eran, precisamente, grandes, José Luzán Martínez. En el
taller de este pintor, aprendió los rudimentos del arte de la pintura, siempre
dentro del marco del barroco académico. El año 1.756 es un gran año para
Francisco Bayeu, al ganar el Premio Extraordinario de la Academia de San Fernando,
con “La tiranía de Gerión”. Desde este momento, el artista comienza a percibir
una pensión de la Academia
con el objetivo de continuar, en la capital de España, sus estudios, siendo su
maestro González Velázquez. Sin embargo, las desavenencias con su maestro
fueron motivo de la retirada de la pensión que percibía, regresando a Zaragoza,
su tierra natal. A su vuelta, se complica mucho la situación de Francisco
Bayeu, al producirse la muerte de sus padres, lo que le obliga, como hermano
mayor, a hacerse cargo de su familia. Es este un período difícil en su vida, en
el que se ve obligado a trabajar incesantemente para diversas Iglesias y
Conventos zaragozanos. En 1.759 contrajo matrimonio con Sebastiana Merclein y
Salillas, hija del pintor, también zaragozano, Juan Andrés Merclein.
Bayeu
asimila, en un primer momento de su evolución pictórica, las influencias del
napolitano Luca Giordano y de Corrado Giaquinto. Más adelante, Antonio Rafael
Mengs, pintor bohemio academicista, le propuso colaborar como ayudante suyo en la Corte de Madrid, y, desde
este momento, su estilo evoluciona hacia el clasicismo (o neoclasicismo).
Bayeu
recibió sus primeros encargos para el Palacio Real por mediación de su
protector, Mengs, decorando al fresco la bóveda del comedor en el cuarto de la Reina , con el tema “La
rendición de granada”, así como la bóveda de la antecámara de los Príncipes de
Asturias, con el tema “La caída de los Gigantes.”
Todavía
en “La rendición de Granada” manifiesta su formación barroca, pero, en
determinados aspectos, anuncia, de alguna forma, la tendencia neoclásica que,
más adelante, había de desarrollar y que, a mi juicio, le impidió desplegar, en
su plenitud, todas sus aptitudes artísticas (que eran, sin duda, de gala del Palaciomuchas).
Francisco
Bayeu fue nombrado pintor de cámara del Rey en el año 1.767, y, desde ese
momento, comienza su carrera en el marco cortesano. Lleva a cabo, para la sala
de conversación de los Príncipes de Asturias, en el Palacio Real, el tema de
“Hércules en el Olimpo”, y, para el Palacio del Pardo “Apolo remunerando las
Artes”, así como el tema “La
Providencia presidiendo las virtudes y facultades del
hombre”. Esta última pintura la hizo para la sala contigua al comedor del
Palacio Real.
En
el claustro de la Catedral
de Toledo Bayeu plasmó, al fresco, once escenas referentes a la vida y milagros
de santos toledanos. En estas últimas obras, el artista zaragozano se inspiró,
y dejó influenciar, por la luminosidad, el color y el dibujo de Mengs.
Una
vez que Mengs se trasladó a Roma, en 1.777, Bayeu pasó a ser la gran figura
artística de la Corte
madrileña, siendo nombrado, junto a Salvador Maella, director de pintura para la Real Fábrica de Tapices,
siéndole encargada, asimismo, la restauración y conservación de las pinturas de
los Reales Sitios.
Pero
la obra más importante en la vida de Bayeu fue, sin duda, el ciclo decorativo
para la Basílica
del Pilar de Zaragoza. Éste es el momento culminante en su carrera y, para
nosotros, tiene un gran interés, ya que nos hace comprender cómo fueron, en
realidad, las relaciones de Goya con su cuñado y tocayo. A este respecto,
conviene recordar que, en 1.773 y, en concreto, el día 25 de Julio, Goya había
contraído matrimonio con Josefa Bayeu, en la Iglesia de San Martín, en Madrid. Parece oportuno
hacer unas breves consideraciones acerca de esta circunstancia personal en la
vida del Goya, como artista y como hombre.
La
historiografía no se ha puesto de acuerdo aún en algunos extremos, pero parece
– yo diría que es evidente – que Goya contrajo matrimonio con la hermana de los
artistas Bayeu con el objetivo de impulsar su propia carrera profesional.
Tengamos en cuenta que nuestro artista era una persona ambiciosa y que, en sus
sueños, se veía medrando en la
Corte de Madrid. Hasta esa fecha, 1.773, no apreciamos aún al
Goya genio, al Goya que habría de hacer historia por servir de precedente de
diversos movimientos pictóricos posteriores, como el Impresionismo y el
Expresionismo. En realidad, al Goya genio no le vamos a poder contemplar hasta
mucho más tarde, allá por la década de los años 90 del Siglo XVIII, cuando,
enfermo de gravedad, logra recuperarse de manera portentosa – e inexplicable,
aún, hoy en día, para la Ciencia Médica
– y comienza a desarrollar su veta brava, su genialidad. Pero el Goya joven
aún, el que desea puestos superiores, es un Goya que, para lograr sus sueños,
ha de cobijarse bajo el manto protector de otros artistas de prestigio, de
pintores que ya han visto consolidada su posición en la Corte , Y, efectivamente, no
cabe duda que uno de estos pintores era Francisco Bayeu. Goya decide contraer
matrimonio con la hermana de este artista y, de este modo, hacer subir su
posición en el escalafón de la pintura, un escalafón difícil, complejo, en
aquellos momentos. Goya, al amparo de Bayeu, contrae matrimonio con Josefa, al
que él siempre – no sabemos si por cariño, o por afecto, o, quizás, por pura
familiaridad, llamaría siempre “La
Pepa ”, como dan buena muestra sus cartas, reiteradas, a su
íntimo amigo Martín Zapater -.
El pintor Francisco Bayeu, de Goya |
Un
sector doctrinal, encabezado por Rita de Angelis, ha puesto de manifiesto el
escaso relieve que tuvo Josefa Bayeu en la trayectoria, humana y personal, de
nuestro artista. Pero el apoyo de sus cuñados – no hay que olvidar que Goya
vivió en casa de Francisco Bayeu durante unos años, es decir, a la sombra de su
protector – era indispensable. La posición de Francisco Bayeu en la Corte era envidiable tras la
marcha de Mengs, como ya he citado anteriormente. Cuando Tiepolo muri8ó en
1.770, la posición de Bayeu fue aún más para arriba. Todo ello, no hay que
dudarlo, movería a Goya a casarse con una mujer de la que, probablemente, no
estaba muy enamorado, pero, en todo caso, hay que suponer que le tendría
bastante afecto.
Se
ha puesto de relieve por los historiadores que, cuando Goya se casa con Josefa,
aún nuestro artista no era un hombre pendenciero, mujeriego ni aventurero,
porque, de haber sido así, mal hubiera consentido Francisco Bayeu esta
matrimonio con su hermana. Tengamos en cuenta que, en aquella época, el hermano
mayor se convertía, a la muerte de sus padres, en el tutor y protector de sus
hermanos menores. Por lo tanto, Josefa hubo de pedir consentimiento a su
hermano para contraer matrimonio con Goya y éste se lo dio.
Pronto,
aunque quizás no con la rapidez que él hubiera deseado, Goya comienza a medrar
en la Corte ,
siempre al amparo de Bayeu. En este sentido, hay que recordar que el 7 de Mayo
de 1.780 Goya fue elegido académico de mérito de la Real Academia de
bellas Artes de San Fernando. Esta posición académica le sirvió de catalizador de
una cadena de ofertas profesionales. Así, en 1.781 fue uno de los seis
académicos invitados a pintar retablos para la Iglesia de patronato real
del Convento de San Francisco el Grande, de Madrid; en 1.783, pintó el retrato
del Conde de Floridablanca, protector de la Real Academia y supervisor del
proyecto de San Francisco.
Pero
lo que más me interesa destacar, por lo que al tema tratado se refiere, es el
primer encargo, importante, que Goya recibió en su Zaragoza natal.
Efectivamente; el artista menciona, en una carta a su amigo Zapater, el encargo
de un fresco para una de las bóvedas de la Catedral de la ciudad aragonesa, diciendo que
había dejado el asunto de las bóvedas de media naranja a su cuñado Bayeu
(Francisco). Una semana más tarde, Goya, sorprendentemente, escribe que el
encargo incluye ahora las pechinas, y otra semana después expresaba su
esperanza de que las medidas le fueran enviadas en seguida para empezar con los
diseños. Según ha expresado Janis Tomlinson, incluso sin la intervención de
Bayeu, el talento de Goya era bien conocido por la Junta de la Fábrica del templo, ya que
diez años antes nuestro artista había pintado en la Cartuja Aula Dei, cerca de
Zaragoza, una bóveda del coreto, con el tema “La adoración del nombre de Dios.”
Parece
que, con este nuevo encargo en su ciudad natal, Goya pensaría que podía
trabajar con más autonomía, con más libertad, lejos de los aires, un tanto
opresivos, de la Corte
madrileña. Puesto manos a la obra, Goya presentó los bocetos a la Junta de Fábrica el 5 de
octubre de 1.780. Pero en seguida comenzaron los problemas con su cuñado
Francisco. Al parecer, Bayeu realizó algunas correcciones y también – todo hay
que decirlo – diversas críticas a los bocetos de Goya, que, no obstante, con la
mentalidad actual, podrían calificarse de “bien intencionadas”. La Junta , por su parte, declaró
que la participación de Goya en esta empresa pictórica se debía, en mucha
parte, al empeño y ofrecimientos de Francisco Bayeu, por lo que se tomó la
decisión de nombrar a Matías Allué como administrador del proyecto, controlando
el progreso de Goya, señalando sus defectos y recordando al joven pintor la
gratitud que debía a su cuñado.
Parece,
aunque no hay documentos que lo avalen, que la reacción de nuestro artista fue
un tanto aparatosa y violenta. Y, en Marzo de 1.781, los diseños que había
hecho para las figuras de las pechinas fueron juzgados por la Junta , estimando que la
figura de la Caridad
era menos decente de lo que correspondería, y las cuatro figuras, en conjunto,
fueron juzgadas demasiado oscuras, y no de gusto. La Junta recomendó que debían
hacerse todas las figuras de nuevo, pero esta vez bajo la supervisión de Bayeu.
Goya
contestó rápidamente a estas recomendaciones en forma de memorial, afirmando
que su venida a Zaragoza se basaba en el acuerdo de que trabajaría con
independencia, ya que su categoría profesional no admitía la subordinación a
otro profesor, si no era en detrimento de su honor. Concluía el artista estimando
que su cuñado le había invitado a participar en esta labor sólo para, más
tarde, humillarle. El artista pedía, a un tiempo, que su trabajo fuera juzgado
por una tercera persona imparcial, sugiriendo, como candidatos a Mariano Maella
y a Antonio González Velázquez. Éste último artista había pintado al fresco,
casi unos treinta años antes, las cúpulas de la Catedral del Pilar.
Parece
que los sentimientos de Bayeu por su cuñado tampoco fueron demasiado
tolerantes, ya que los diseños para el palacio del pardo fueron reanudados,
pero no se solicitó la participación de Goya en esta empresa.
Es
evidente, en todo caso, que la disputa entre Goya y Bayeu tuvo, como efecto, un
importante estímulo para aquél, logrando abrirse camino, por sí solo entre los
círculos de la Corte ,
y alejándose paulatinamente de la protección y mecenazgo de Bayeu. No obstante,
hay que hacer notar que Francisco Bayeu reconoció, al fin, los méritos que
jalonaban la carrera de su cuñado, por lo que, en 1.786, le nominó para pintor
del rey, lo que supuso que Goya recomenzara de nuevo su carrera como pintor de
cartones para tapices, y esta vez ya de una manera independiente. Sabemos que
el 17 de Abril de 1.786 Bayeu sugería que, para mejorar la calidad de los
diseños para tapices y para ahorrar dinero, fuera un artista asalariado quien
pintara los todos los tapices y supervisara también a los tejedores,
recomendando al pintor José del Castillo para el cargo. Pero, cuatro días
después, Bayeu había cambiado de opinión y sugería la posibilidad de tener dos
o tres pintores asalariados, proponiendo, como candidatos, a su hermano Ramón,
a Goya y a José del Castillo. Pero, dos meses después, Francisco Bayeu y Maella
proponían los nombres de Ramón y de Goya para ejercer como únicos pintores de la Fábrica de Tapices. Pocos
días más tarde, en concreto el 25 de junio de 1.786, Goya y Ramón Bayeu fueron
nombrados pintores del rey.
Este
año citado de 1.786, Goya hizo un retrato de su cuñado, al parecer para poner
fin a las rencillas y discusiones que el artista había mantenido con él, y como
intento de aproximación cordial tras el distanciamiento entre ambos. El lienzo
(se encuentra en la Real Academia
de San Carlos, de Valencia) es convencional en determinados aspectos, lo cual
no es extraño si tenemos en cuenta que Francisco Bayeu fue, ente todo, un
artista academicista. Goya sitúa a su cuñado ante un gran bastidor, con el
pincel en la mano, dirigiendo la mirada al espectador. Es un intento de
identificar a Bayeu como un gran maestro de la pintura. Una novedad del lienzo,
sin embargo, es la desaparición de los fondos, siendo éstos sustituídos por un
fondo neutro, o de telón, muy al estilo de Goya, de tonos oscuros, consiguiendo
destacar los volúmenes y logrando el efecto de corporeidad. El rostro es un
auténtico ejemplo de modelado, denotando, en la expresión y en la intensa
mirada, un fuerte carácter, y resolviendo los detalles de las manos con
naturalidad. La pincelada es suelta, no está definida, alejándose el artista
del dibujo. El traje que lleva Bayeu es negro, de “manolo”, con mangas
abullonadas, y toques blancos en el puño y la pechera. La camisa y la corbata
están realizadas con libertad absoluta, a base de empastes en blanco. Una copia
de este cuadro se conoce en colección particular británica.
Hay
que resaltar que Goya realizó otro retrato de su cuñado, “El pintor Francisco
Bayeu”, que se encuentra en el Museo del Prado de Madrid, lienzo que llevó a
cabo a petición de la hija del artista, Feliciano, al ocurrir el óbito de su padre
en 1.795. Este lienzo es completamente distinto al ya comentado antes y parece
que Goya se inspiró, al hacerlo, en un Autorretrato que se encuentra, en la
actualidad, en colección particular madrileña.
Obligado
resulta hacer una referencia, aunque sea breve, a los otros cuñados de Goya:
Ramón y Manuel Bayeu.
Ramón
había nacido en Zaragoza en 1.746, el mismo año que Goya vino al mundo, y murió
en Aranjuez en 1.793. La calidad técnica de Ramón es siempre inferior a la de
Francisco, aunque poseyó buena técnica. Ambos hermanos colaboraron juntos en
numerosos encargos, pudiendo citar los cartones para la Real Fábrica de Tapices, así
como los frescos para la
Basílica del Pilar en Zaragoza. Está considerado como el
mejor cartonista de su tiempo, después del propio Goya. Los trabajos de Ramón
fueron monopolizados por la manufactura real. Se da la coincidencia de que
ambos cuñados fueron nombrados, en el año 1.786, pintores del rey. No parece
que las relaciones entre ambos fueran excesivamente distantes ni frías.
En
cuanto a Manuel Bayeu, hay que decir que nació en Zaragoza en 1.740, y que
falleció en la Cartuja
de las Fuentes, Lanaja, en 1.809. Profesó de cartujo en 1.757, en la Cartuja de Aula Dei, en
Zaragoza, donde pintó temas religiosos. Famosos son sus diecisiete lienzos
sobre la Vida de
San Bruno, así como sus siete lienzos para la sacristía de la Iglesia de San Gil en
Zaragoza. Pero sus obras más logradas son San Hugo y Santa Rosa, en la Iglesia de San Fernando en
su ciudad natal. Sin embargo, sus obras están hechas de forma apresurada,
defecto éste que fue censurado por Jovellanos.
Y,
por fin, llegamos a Josefa Bayeu, la esposa de nuestro artista. Sabemos que
vino al mundo en Zaragoza, en el año 1.747 – era un año menor que nuestro
artista -, y que falleció en Madrid en 1.812. Fue conocida, familiarmente, como
“la Pepa ” y de
Goya tuvo ocho hijos, aunque el vulgo afirmaba que habían sido veintiuno los
hijos del artista, todo ello sin fundamento. De los ocho hijos habidos,
murieron todos menos Francisco Javier, que nació en Madrid el 2 de Diciembre de
1.784.
Tradicionalmente,
en el Catálogo del Museo del Prado, aparecía un lienzo representando a una
mujer sentada como retrato de la esposa de Goya. La fecha de su catalogación es
1.797-98. Josefa tendría, entonces, unos cincuenta años aproximadamente. Si
observamos el lienzo, vemos que se trata del retrato, precioso, de una mujer
joven, pero que, lógicamente, no se corresponde en nada con la edad que, por
esas fechas, tendría la esposa de nuestro artista. Hoy en día, se ha puesto en
tela de juicio que este lienzo represente a la esposa de Goya. La hipótesis más
fundada es que se trata de Pepita Tudó, pero, desde luego, no de Josefa Bayeu.
Cabe preguntarse, entonces, si es que la Pepa tuvo tan escasa importancia en la vida del
maestro que ni siquiera mereció que éste le hiciera un retrato, él, que había
retratado a tantos y tantos personajes de su tiempo. Es probable que el artista
no diera mucha importancia a su esposa, aunque quizás es lógico pensar que le
tuviera bastante cariño. No en vano había dado a .luz a ocho hijos del artista,
aunque se malograran todos menos Francisco Javier, que sobrevivió a sus padres.
Las infidelidades del artista son bien conocidas. Pero ello no quita que, en
algún momento de su vida, Goya decidiera hacerle un retrato, perpetuando la
memoria de la que había estado a su lado, para bien y para mal, durante tantos
años, soportando incluso las desavenencias entre su esposo y su hermano
Francisco. Y, efectivamente, Goya, allá por el año 1.805, le hizo un dibujo,
que se encuentra, en la actualidad, en la Colección Casa Tlorres, en
Madrid. Representa a la pepa de perfil, sentada, y mostrando ya una fisonomía
acorde con el paso del tiempo.
Como
puede apreciarse, la familia política de Goya fue muy importante para él, sobre
todo en sus comienzos en la
Corte madrileña. Pero, más tarde, una vez alcanzado prestigio
y contando con méritos propios suficientes, nuestro artista avanzó por los
aires de la libertad pictórica, creando un estilo que serviría de precedente
para varios movimientos pictóricos modernos y alejándose, cada vez más, de la
estela de sus cuñados los Bayeu, especialmente de su tocayo, que fue, sin duda,
el que más influencia ejerció en él.
Autora|
Aurelia María
Romero Coloma
Vía|
Dialnet
Imagen|
Museo
del Prado
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