El arquitecto más
emblemático del modernismo catalán mostrará con su estilo orgánico su pasión
por las formaciones naturales de su entorno
Vista de la Montaña de Montserrat |
Solía decir que “todo sale del gran libro de la
naturaleza”, y es que la primera vez que Antoni
Gaudí i Cornet (25 de junio de 1852-10 de junio de 1926) entró en contacto
con la mágica silueta del Macizo de
Montserrat debió de quedar tan absolutamente abrumado como cualquier otro
que se coloque frente a la imponente montaña.
El arquitecto catalán sintió desde siempre un gran amor a
su tierra natal, desde muy joven se
interesó profundamente por los parajes
naturales que le rodeaban. Su entusiasmo era tal que en 1879 se convierte
en miembro del Centro Excursionista De
Cataluña, con la que realizó multitud de viajes.
Fotografía de Gaudí (al fondo) con su padre (centro), su sobrina Rosa y el doctor Santaló en una visita a Montserrat (1904) |
Mientras aún cursaba arquitectura, debía trabajar para
costearse los estudios, y ya en esos momentos comienza su carrera profesional
realizando tareas de delineante para
los arquitectos destacados de Barcelona, como Joan Martorell o Francisco de
Paula del Villar y Lozano. Fue con este último la primera vez que Gaudí trabaja
en un encargo en Montserrat, el proyecto de la Sala del Camarín del Monasterio de Montserrat. El proyecto se
inició en 1876 y no se terminó hasta 1885, estando dirigido primero por Villar
y Lozano y posteriormente por su hijo, Francisco de Paula del Villar y Carmona.
Ambos arquitectos contaron con la ayuda del joven Gaudí, creando un espacio muy
especial en el centro de tres ábsides de estilo neorrománico.
Vista del Monasterio de Montserrat enclavado en la montaña |
Tras este primer contacto Gaudí volverá a este entorno
entre 1903 y 1916para trabajar en un proyecto colectivo: el Rosario Monumental de Montserrat, un conjunto de obras
escultóricas situadas en el camino entre el Monasterio y la Santa Cueva, lugar donde se encontró la imagen de la Virgen. Gaudí se encarga
de realizar el Primer Misterio de Gloria, la Resurrección de Jesús, en
colaboración con su ayudante Joan Rubió y con los escultores Josep Llimona y
Dionisio Renart.
Primer Misterio de Gloria realizado por Gaudí para el Rosario Monumental de Montserrat |
Dejando a un lado la importancia de estas obras, gracias
a ellas Gaudí trabaja mano a mano con esta peculiar montaña, quedando sus
formas grabadas para siempre en su memoria, y tanto las curvas como la espiritualidad de Montserrat se pueden
encontrar en sus construcciones más sobresalientes.
Vista de las formas ondulantes de Montserrat |
Un lenguaje
arquitectónico basado en la naturaleza
El estilo de Gaudí evoluciona de una manera personal y
muy particular. En un principio, y siempre moviéndose en el terreno del
modernismo en su pleno apogeo, recibe una cierta influencia orientalizante,
debido al estudio de la arquitectura historicista, de la mano de teóricos como
John Ruskin. Más adelante se centra en una corriente neogótica, influido por el
arquitecto francés Viollet-le-Duc. Pero estas primeras etapas culminan en un
estilo absolutamente único, su estilo
orgánico y naturalista, cuando realizará sus obras más importantes.
Interior de las Cuevas del Salnitre de Collbató |
Aunque está considerado el máximo representante del
modernismo catalán, la obra de Gaudí es imposible de enmarcar en un determinado
estilo por ir mucho más allá. Sus creaciones derrochan fantasía e imaginación, una inspiración que sólo se puede encontrar
en la naturaleza. No solía dibujar planos de sus obras, sino que prefería construir maquetas para poder
observar la obra como algo vivo, y así encontrar las mejores soluciones para la
misma, manipulando los materiales desde el principio. Era todo un visionario, a través de la
contemplación su obra evoluciona y cambia constantemente en su mente, un cambio
continuo como el que sucede en la naturaleza, la naturaleza es creación.
Vista del Coll de la Desenrocada |
Otra de las grandes máximas en la arquitectura de Gaudí
es la geometría, la cual actúa como
mediadora frente a la naturaleza. Es necesario encontrar una razón geométrica
bajo las formas caprichosas y naturales para que exista un cierto orden dentro
del caos y la fantasía. Aunque se trata de una geometría distorsionada y tensa,
en ningún momento perfecta, sino en perfecta
anarquía.
Aparte de la mencionada Montaña de Montserrat, también cabe destacar como sus mayores
inspiraciones las Cuevas del Salnitre de
Collbató, que también pertenecen al Macizo de Montserrat, o el Coll de la Desenrocada (entre Argentera
y Vilanovad´Escornalbau). Las formas orgánicas y ondulantes que Gaudí encuentra
aquí se traducen en construcciones geométricas para sus edificios, destacando el paraboloide hiperbólico o el helicoide como resultado de la lectura
que realiza de la naturaleza.
Fachada principal de la Casa Batlló |
Las semejanzas se pueden observar claramente en obras
como el Parque Güell (1900-1914),
combinando las formas orgánicas y geométricas con una imaginación decorativa
desbordante, utilizando su famosa cerámica de vivos colores como elemento
ornamental protagonista.
Otro de sus grandes triunfos lo contemplamos en la Casa Batlló (1904-1906), claro reflejo
de su plenitud naturalista. Su preciosa fachada es el vivo destello de las
serpenteantes formas de Montserrat, acompañadas de multitud de motivos florales
y geométricos, en la que no falta la decoración típica de trencadís de cerámica.
Fachada principal de la Casa Milá |
Con otro de sus mayores encargos, la Casa Milá, conocida como La
Pedrera (1906-1910), recibirá una gran cantidad de elogios. Las formas
orgánicas del edificio nos evocan una vez más la presencia de la naturaleza:
formas onduladas enmarcadas en una fachada realizada por completo en piedra
calcárea de Villafranca del Penedès.
Sus últimos años
La culminación de su estilo arquitectónico lo alcanza en
los últimos años de su carrera, donde se dedica casi en exclusiva a su proyecto más ambicioso, su obra maestra, el Templo Expiatorio de la Sagrada Familia.
Trabajó en ella la mayor parte de su vida profesional, por lo que es el mejor
ejemplo para comprobar su evolución artística hasta desarrollar plenamente su
estilo naturalista. La cripta y el ábside presenta aún un lenguaje neogótico,
pero el resto del edificio es la máxima
representación de su estilo orgánico, mostrando de nuevo su influencia y
pasión por la naturaleza, donde abundan las formas geométricas retorcidas y en
continuo estado de tensión.
Exterior del Templo Expiatorio de la Sagrada Familia |
Comenzó su construcción en el año 1882 y nunca la vería
terminada ya que Gaudí fallecía el 10 de junio de 1926. Unos días antes, se
dirigía a la Iglesia de San Felipe Neri y fue atropellado por un tranvía; fue
confundido con un mendigo y al no ser auxiliado en el mismo momento del
atropello, cuando fue trasladado al hospital ya era demasiado tarde, teniendo un trágico final en la cima de su
carrera.
Su magna obra continúa hoy en día su construcción para
poder dar por concluida este último ejemplo del amor que Gaudí sentía por su tierra natal, por la religión, por la
arquitectura, y por supuesto con la naturaleza: “La arquitectura crea el
organismo. Por ello, tiene que regirse por una ley en armonía con las de la
naturaleza”.
Vista de la Montaña de Montserrat |
Bibliografía
GARCÍA ÁLVAREZ, C., Gaudí.
Símbolos del éxtasis. Siruela, 2017.
Autor| Begoña Ibáñez Moreno
Vía| Ver bibliografía
Imagen| Wikipedia, Begoña Ibáñez Moreno
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