Un
movimiento revolucionario catalán con protagonismo gitano
La canción de los jamancios |
Tras
el hambre y la miseria que trajo la primera Guerra Carlista, y el golpe del
general Espartero del año 1841,
cuyas consecuencias fueron claramente negativas para el Pueblo Gitano en
España, el nuevo gobierno volvió a
recordar a las autoridades locales a través de los Boletines Oficiales de
provincias, su obligación de perseguir a
vagos, mendigos y gitanos.
La permanente sospecha
hacia el gitano como un delincuente, basada en el estereotipo negativo acuñado
durante cuatro siglos, seguía resistiéndose a desaparecer. Si bien, el corpus
legislativo que durante todo ese tiempo había criminalizado la forma de vida
gitana, estaba ya agotado. A partir de estas fechas, las medidas represivas y
de control que se irán dictando serán de orden interno para las policías locales
y la Guardia Civil, a la que desde su creación en 1844 se le encomendó
especialmente su vigilancia.
En
una sociedad que avanzaba hacia una incipiente industrialización; el gitano, quedó
sumido en bolsas de pobreza y constantemente abatido por la represión a que se
le sometía; y,
aunque procuró continuar sustentando su supervivencia manteniendo las actividades
económicas tradicionales de sus antepasados, una nueva etapa de modernidad
estaba cambiando el mundo, y al Pueblo Gitano también.
En
su resistencia por mantener su identidad étnica y forma de vida, los gitanos
fueron quedándose descolgados de los avances sociales, culturales y económicos
que caracterizaron al resto del siglo XIX. No hubo “progreso” burgués y obrero para él. Solo en
Barcelona se produjo cierta proletarización entre la población gitana, la que a
pesar de su insignificancia política y económica, mostró un gran protagonismo
en los acontecimientos acaecidos entre 1842 y 1843 en aquella ciudad.
Bajo
la bandera del republicanismo más igualitario, los gitanos, aun sin una clara toma
de conciencia de clase, participaron activamente en contra de los ricos
propietarios industriales
para quienes trabajaban por una miseria y al que defendían en guerras por medio
de un sistema injusto de quintas. Todo sin recibir nada a cambio. El pueblo en
armas acabó viéndose como la única solución para cambiar esta injusticia
social.
Juntas,
goberns, empleats,
Ciutadansseguiu
la lley.
Que la
Jamancia ha arribat
Y totstenim
lo fusell.
Minyons,
alsem lo porró
Viva la bulla
y la dansa.
Y digueu, que
viva sempre
L’Ygualtat y
la Jamancia.
La Jamancia se
desarrolló estando bien reciente la insurrección que,entre noviembre de 1842 y
febrero de 1843 tuvo lugar también en Barcelona, y que fracasó sin haber
conseguido extenderla al resto de España ni haber dado solución alguna a la crítica
situación que atravesaban los estratos más bajos de la sociedad de aquel
momento, a los que en la tercera de las bases de la declaración de 17 de
noviembre de 1842, la Junta revolucionaria asumía la protección de “todas las
clases laboriosas y productivas (…) justicia para todos sin distinción de
clases y categorías”, algo que la burguesía catalana no estaba dispuesta a
llegar.
Del fracaso de esta
revolución, las clases populares aprendieron a no confiar en la burguesía, por
lo que la rebelión barcelonesa de la Jamancia, prolongó los enfrentamientos de
clase producidos en los últimos días de su antecesora, cuando la Junta de
Gaviria permitió la confiscación de los bienes de aquellos burgueses que habían
abandonado la ciudad aterrorizados por los bombardeos. El mensaje de las coplas entonadas por los jamancios, son una muestra
de sus reclamaciones hacia el derecho al trabajo y la igualdad ante la ley,
y así se publicó en el segundo suplemento de La Unión:
Pa, llibertat
y treball.
Que no robin
res al pobre:
Y que tot
home sigui igual.
Que si
tenimplet ab un rich
No sempre en
sortim pagan.
La
Jamancia se desarrolló entre septiembre y noviembre de 1843 y constituyó el
último intento de revolución centralista. Estuvo dirigido contra el gobierno
moderado de Joaquín María López, al que se le acusaba de haber incumplido
los acuerdos contraídos con la Junta
Central con objeto de derribar el gobierno de Espartero, así como
la violación de varias disposiciones establecidas en la constitución de 1837.
El
nombre dado a esta revolución hizo referencia a los miembros de los batallones
de voluntarios (batallones de la blusa), autodenominados así mismos como
jamancios. El término procede del verbo gitano jamar -comer-. Y, aunque algunos autores lo relacionan
con la asignación diaria de cinco reales que recibían los jamancios por su
manutención, creemos que este nombre
procede de la ocurrencia de estos gitanos revolucionarios, para los que siendo
el hambre la principal motivación de su adhesión al movimiento revolucionario, convirtieron
su hambruna en un incentivo para el combate, para lo que se lanzaron a las
calles entonado canciones con mayor o
menor contenido de sátira política, en las que se amenazaba iban a comerse a sus enemigos. Entre
las diferentes coplas, tuvieran o no algún tipo de
sátira política,
destaca la de la paella, que convertida prácticamente en su himno, se
cantaba al ritmo de:
Ay, Ay, xin,
xin, xin
Maduros a la
paella
Ay, Ay, xin,
xin, xin
A la paella
el Prim.
Como complemento a toda
esta escenografía, añadieron a su
indumentaria algunos complementos relativos a enseres de cocina, siendo su
complemento más identificativo “una
pequeña sartén (de plomo o latón) de las que sirven de juguete a las niñas,
colgada del cuello con una cinta encarnada, y una cabeza de muerto en el gorro
con un fleco negro y encarnado, y un lema que dice: junta Central o
muerte". Los mismos colores predominaban en
las banderas, junto a diferentes símbolos asociados con el republicanismo, lo
que las convirtieron en las precursoras del sindicalismo catalán.
Vestían a excepción de la Milicia Nacional, un uniforme parecido al de los sansculots
de la Revolución Francesa. También, una blusa azul de trabajador ceñida por
una banda de cuero o de cuerda a la cintura; si bien, al comienzo de la
revolución, por ser verano, prescindieron de la blusa y se mostraron
despechugados en cuerpo de camisa, que por entonces era una prenda íntima. En
ella colocaban al
pecho a modo de medalla la sartencita de juguete. Así mismo, algunos
usaron calzas (medias) listadas arremangadas hasta media pierna. Por último,
una especie de gorra roja parecida a una barretina, pero de forma más alargada
y con una borla en su remate, en la que ponían la calavera plateada.
En general, el conjunto
de los insurgentes se conocieron como centralistas por propugnar la unificación
de la Junta Central. Sus fuerzas estaban integradas con fuerzas del ejército
regular, la Milicia Nacional y los voluntarios del llamado vulgarmente
“Batallón de la Blusa”; y, más tarde, el batallón denominado “Salvarguardas de
la libertad” compuesto por presidiarios, lo que fue motivo de burlas por parte
de los gubernamentales; si bien no eran delincuentes comunes, sino desertores y
condenados por tenencia de armas prohibidas.
La
prensa madrileña, en su afán por desprestigiarlos, escribía despectivamente sobre
el batallón de la jamancia, afirmando estaba “compuesto en su mayor parte de la
escoria de los pueblos vecinos a ésta(Barcelona), de procesados criminalmente, de gitanos,
de extranjeros afiladores de navajas y tijeras, de menores de edad, de viejos y
de algunos licenciados”, para terminar concluyendo:
“¿Se creerán esos majaderos jamancios que por sí solos podrían arrostrar
una invasión extranjera, solo con mostrar la sucia sartén y parrillas con que
intentaban freír y asar a las tropas, y demás combatientes sometidos al
legítimo gobierno, y con cuyos chismes pintados pusieron pies en polvorosa en
San Andrés y Mataró, huyendo despavoridos a los primeros disparos?”.
Iniciados los enfrentamientos armados a
primero de octubre de ese año entre insurgentes y Ejército, éste bajo la
dirección de Prim, Barcelona sufrió un
duro castigo por medio de bombardeos que propiciaron la desbandada burguesa y
el desaliento de los componentes de los republicanos. Finalmente, la Junta
Suprema terminó capitulando el 19 de noviembre, con lo que fracasó su
intento de convertirse en el origen de una revolución democrático-burguesa para
la consecución de una República Socialista y Federal.
Autor| Manuel
Martínez Martínez
Vía|
CURET, Francesc. La Jamancia (1842-1843),
Barcelona: Rafael Dalmau editor, 1961.
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