El horror
de la Peste Negra provocó matanzas de judíos por toda Europa
Quema de judíos en la
hoguera
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La Peste Negra fue una terrible epidemia que
asoló Europa a mediados del siglo XIV y que acabó con la vida de un tercio de
la población. Ante esta situación de terror, surgieron diferentes reacciones:
algunas personas se volvieron muy devotas para garantizar su salvación después
de la muerte mientras que otras quisieron aprovechar al máximo los días que les
quedaban y se pasaban el día en las tabernas.
Una lamentable
consecuencia de la Peste Negra fue un fuerte
sentimiento de antisemitismo por parte de la población cristiana. Hombres y
mujeres, deseosos de buscar un culpable de la epidemia y el sufrimiento,
volvieron su mirada hacia la comunidad judía. Se creía que los judíos habían
envenenado los pozos de agua, infectándolos de peste negra. Esta creencia
podría prevenir de la costumbre de esta cultura de los judíos de buscar agua
corriente para sus necesidades ya que la de los pozos con frecuencia estaba
contaminada por la letrina. Esta precaución se volvió sospechosa a ojos de los
cristianos en el contexto de la epidemia.
Estas sospechas tomaron
un giro violento cuando en muchas ciudades europeas la turba enfurecida asaltó la judería y pasó a cuchillo a hombres,
mujeres y niños. Mediante la tortura, se hizo confesar a los judíos aquello de
lo que se les acusaba. En algunas ocasiones se les permitió convertirse al
cristianismo para salvarse, pero la mayoría de las veces no tuvieron tanta
suerte.
Matías de Neoburgo en
su crónica de los acontecimientos: "... en una casa recién construida para
este propósito en una isla en el Rin, todos los judíos de Basilea fueron
quemados sin una sentencia judicial de acuerdo a la demanda popular ". Varios reyes europeos trataron de tomar
medidas para castigar a los instigadores y para defender a los judíos, pero
no tuvieron demasiado éxito. El papa Clemente VI observó que los judíos morían
lo mismo que los cristianos de la epidemia. Otros intelectuales de la época
también hablaron en defensa de los judíos. Pero las matanzas continuaron.
Los cristianos sentían aversión por los judíos,
no sólo porque les consideraban el pueblo deicida que había matado a Jesucristo
sino porque en los sermones se los presentaba como enviados del diablo. El
cristiano veía como en las esculturas que decoraban el templo, el judío
aparecía como un malvado. Circulaban leyendas acerca de semitas que
secuestraban niños cristianos o mancillaban la sagrada forma.
Estas masacres tenían
también un aliciente económico:
muchos judíos trabajaban como prestamistas ya que este empleo le estaba
prohibido a los cristianos. Acabando con las vidas de los judíos, se acababa
también con la deuda. Además, a la matanza seguía un saqueo de la judería que
reportaba un buen botín a los atacantes.
Además, los judíos
eran muy vulnerables porque no podían tener pleitos contra los cristianos, así
que carecían del amparo de la ley. Pero la violencia también se dirigía en
ocasiones a otros grupos minoritarios
como los peregrinos, los leprosos o, en la Península Ibérica, los musulmanes.
En definitiva, la
Peste Negra no sólo tuvo unas nefastas consecuencias en las altas tasas de
mortalidad que provocaba entre la población, sino que llevó a una histeria
colectiva que permitió la lamentable matanza y el saqueo en juderías de toda
Europa.
Autor| Irene Lázaro Romero
Vía| Irene Lázaro Romero
Imagen| Wikimedia Commons
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