¿Por
qué en el cuadro de Las Meninas Velázquez pintó un espejo en el que se
reflejan, al parecer, los reyes de España?
Hoy voy a tratar un
tema que creo que puede ser de interés para muchas personas que se preguntan,
al día de hoy, por qué en el cuadro de Las
Meninas Velázquez pintó un espejo en el que se reflejan, al parecer, los
reyes de España.
El más famoso cuadro
del mundo, hecho por el artista más universal de la historia del arte, presenta
un espejo en el que se reflejan los
reyes. Pero, por qué lo haría así el artista sevillano? ¿Quería decirnos
algo, explicarnos, con este guiño, alguna cosa, o meramente no fue más que un
recurso de carácter óptico?
Yo creo que el artista
no pintó un espejo, sino un cuadro
dentro de otro cuadro, un recurso empleado, en la práctica, en muchas
ocasiones dentro de los ambientes artísticos europeos. Si esta teoría fuera
cierta, si pudiéramos demostrarla, todas las especulaciones sobre el famoso
espejo caerían estrepitosamente. Pero la mayoría de los teóricos y tratadistas
del arte creen que el espejo es real, que existe y que el artista lo pintó para
otorgar una mayor sutileza a la escena
y, a la vez, para provocar y mover a la posteridad a un sinfín de tesis, más de
una disparatada o absurda.
La explicación más
extendida sobre el carismático cuadro de Velázquez es la siguiente: el artista
está pintando a los reyes de España y, de forma imprevista, entra en escena la infanta Margarita de Austria, de unos
cinco años de edad aproximadamente, con su acompañamiento de dos meninas, o
mujeres de la nobleza, cuya misión era acompañar en todo momento a los miembros
de escasa edad de la realeza. Estas meninas
se llamaban Agustina Sarmiento e Isabel de Velasco. Una de ellas ofrece un
búcaro con agua a la pequeña, que ésta, desdeñosamente, rechaza. La otra menina
amaga una inclinación de la cabeza, a modo de reverencia. A un tiempo, el enano Nicolasito Pertusato azuza con
el pie al mastín castellano, de nombre Moisés, y la enana Mari Barbola con
indolente altivez. Al fondo, en la penumbra, doña Marcela de Ulloa, guardadamas
de la infanta, conversa con un misterioso personaje no claramente identificado
al día de hoy, personaje éste que podría ser Don Diego Ruiz de Azcona, encargado, asimismo, de la custodia y
vigilancia de la pequeña. En el umbral de la puerta, en perspectiva de fondo,
aparece Don José Nieto Velázquez, aposentador de palacio. Por fin, el propio
artista se autorretrata con el pincel en la mano y luciendo la cruz de Santiago
sobre su pecho.
Las Meninas de Velázquez |
¿Qué significado tiene este cuadro? ¿Hay
algún misterio oculto tras el mismo? ¿No es más cierto que, en realidad, lo que
vemos es lo que hay, y que no hay que buscar ningún enigma en el lienzo más
importante de la Historia Universal del Arte? ¿Por qué, entonces, tantas
teorías, muchas de ellas sin gran sentido?
Velázquez pintó a la infanta y su acompañamiento de
personajes, y, a un tiempo, se pintó a sí mismo, consciente de su importancia y
de su propia valía y prestigio artístico y personal. Este cuadro revela, a mi
juicio, el hecho de que el artista era
un ególatra, poseído de su grandeza y de su genialidad. Al autorretratarse
en el lienzo, no hacía más que afianzar su posición, en la cumbre, al lado de
la realeza española. Aunque sin duda, el espejo, si lo hay, ha pasado a la
historia.
Autora| Aurelia María
Romero Coloma
Vía| Dialnet
Imagen| RTVE
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