Junto
a los etíopes viajaban diecisiete peregrinos 'para tratar de disimular el
verdadero destino de los abisinios', que fue el que Franco y Mussolini
quisieron para ellos
Existía un acuerdo internacional de no intervención en la lucha entre republicanos y franquistas |
Jupiterianas, como las
de cualquier imperialista, fueron las ideas colonizadoras de Mussolini. Se quería meter todo el Cuerno de África en
la cartera, nada menos. Pero existían dos problemas que se llamaban Reino
Unido y Francia. En realidad, las trabas eran tres, porque a estas dos había
que añadir la opinión internacional, en concreto, la de la Sociedad de Naciones.
Pero el italiano deseaba
un imperio con el que mostrar el poderío del fascismo y por el que desastillar
Italia de las espinas que en el pasado le había clavado el Tratado de Versalles, por una parte, y Abisinia, Etiopía, en forma
de derrota estrepitosa, por la otra.
Así es que puso el ojo
en África, donde ya tenía algunas posesiones. Eritrea, la primera de todas las
colonias en el continente africano, Libia y Somalia. Abisinia, que había herido
el orgullo de Italia al ser vencida por el ejército etíope en 1895, quedaba en
medio, vacía de autoridad europea y también de armamento militar. Por ello Mussolini
la envolvió con un ataque fronterizo desde sus otras dos colonias. Y ganó. A los
siete meses, el 9 de mayo de 1936, proclamó Emperador de Etiopía a Víctor
Manuel III, que ya era rey de Italia. Emperador, no negus. Para el Duce quedaba el honroso título de Fundador del Imperio italiano
mientras la comunidad internacional reprochaba su campaña por pertenecer Abisinia
a la Sociedad de Naciones. Y multa al canto, claro. Eso sí, el petróleo siguió
siendo para todos menos para los etíopes.
Y España reventó
Es decir, Etiopía se
las arreglaba bajo el singo del fascismo. A todo esto, España entró en guerra.
Existía un acuerdo internacional de no intervención en la lucha entre republicanos y franquistas. Pero no se cumplió; no se
respetó por parte no solo de Italia, sino también de Alemania y Portugal, entre
otros. Eran precisamente aquellos países que andaban por Europa con el
totalitarismo a flor de piel. Dios los cría y ellos se juntan, dicen.
La prensa de la época
está atiborrada de noticias que ponen de manifiesto la ruptura del pacto. No se
podía permitir una internacionalización
del conflicto español en un momento tan delicado para Europa, que terminó
por explotar en 1939.
Mencionamos, por
ejemplo y solo por ejemplo, el caso de Tarragona. Con un «¡Odio a los
criminales invasores!», La Voz del
combatiente se indignaba el 19 de enero de 1939 por la masacre de Santa Coloma de Queralt, Tarragona, donde 250 españoles
fueron asesinados por la división Litorio: «Supone el mayor baldón que pueda
caer sobre la conciencia internacional, que tolera una intervención que realiza
estos crímenes». Solo un botón entre cientos.
O sea que Mussolini
tenía mano de obra africana a bajo precio, que es el que da el sometimiento.
Por lo tanto, Etiopía, la del petróleo, solo podía agachar la cabeza ante las órdenes del Duce, que, como decimos,
acostumbró durante la Guerra Civil a echar más de una mano a Franco.
El 19 de marzo de 1937,
El Socialista de Pablo Iglesias se
refería a Abisinia como «este país desgraciado» y ABC daba la noticia con el siguiente titular: «Mussolini manda
carne de cañón. Como los italianos corren, ahora traerá abisinios». Eran
cuatrocientos hombres directos a
engrosar las filas del ejército nacional a bordo del Dómine.
Visita de Negus Haile Selassie a Toledo (1971) |
El fascismo a vapor
Este vapor, el Dómine, tuvo
sus momentos de gloria durante la Guerra Civil española. A las puertas de que
los cañones escupiesen, furiosos, contra la tierra de todos, el barco había
tenido que salir de Las Palmas sin
cargamento de fruta debido a la huelga de los marineros. Así, medio vacío, había
tocado tierra en Barcelona seis días después, el 16 de julio de 1936, dándose de lleno con la misma reivindicación.
También el Dómine fue el
que llevó a los primeros falangistas a las Canarias. Una de estas exploraciones
acarreó desde el archipiélago hasta Vigo a un buen número de presidentes
sindicales y otras personalidades relevantes de la República, entre ellos José
Suárez Cabral ‘Joselito’, quien fuese primer secretario político del Partido
Comunista en las Canarias: «No los
fusilaron porque eran generalmente estimados en las islas y se temía que su
muerte provocase una grave reacción», relataba El Sol en abril del 37. Pero murieron. Dice el diario que fueron
las letras las que se encargaron de dar la noticia. Y es que fue la mano de los
falangistas canarios que se ocuparon de los republicanos en el trayecto —uno
«apellidado Larrea, que era uno de los jefecillos de Falange»— la que escribió por
carta el malhadado desenlace.
Con España ya tronando,
la sección La guerra, al día del
diario Nosotros recoge el 28 de julio
de 1937 uno de los comunicados del Ministerio de Defensa Nacional. Era sobre el
bombardeo al puerto de Gijón: «Los
barcos facciosos "Dómine" y "Plus-Ultra" cañonearon el
Musel, sin consecuencias, contestando nuestras baterías», contaba.
Pero, ¿cómo terminó en manos franquistas? Lo aclara
el relato de un ingeniero norteamericano que estuvo prisionero de los
nacionales en Las Palmas. El hombre aseguraba para Ahora el 6 de diciembre de 1937 que la tripulación del Dómine fue
hecha prisionera y, por lo tanto, fusilada. Fin.
Ese mismo barco fue en
el que los etíopes salieron de Port Said para España a las 15:00 horas del día
16 de marzo de 1937, escalando en Somalia y en Mesaguar. Iban destinados a
Ceuta y, de ahí, a los puertos rebeldes en los que hiciesen falta. A socapa,
porque, según la prensa, junto a los cuatrocientos africanos viajaban diecisiete peregrinos «para tratar de
disimular el verdadero destino de los abisinios».
Autora| Virginia
Mota San Máximo
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