La
creación de las 'Casas a la malicia' o ingeniería inmobiliaria para
sortear el control de la Corte y sus impuestos en Madrid
Fachada de una 'Casa a la Malicia' |
Fue
Felipe II quien decidió traer la capitalidad a Madrid en el año 1561. Hasta el último momento, su decisión
se debatió entre Madrid y Toledo, decantándose finalmente por la primera por
varias razones. Entre ellas, pesaron la topografía casi imposible de Toledo, su
calor asfixiante en verano y gélidos inviernos, sus (por otra parte llenas de
encanto) calles tortuosas y en cuesta,... No era por tanto lugar grato para
cortesanos, ni para celebrar los actos que la recientemente adoptada etiqueta
borgoñona requería. Madrid también gozaba del privilegio de estar situada en un
lugar central de la Península Ibérica, pero aún no tenía una estructura urbana
perfectamente delimitada y conformada como la ciudad del Tajo, lo que la
convertía en un lugar idóneo para ir construyendo todos aquellos edificios que
la creciente burocracia del reino iba a requerir. Además, Toledo carecía de
suministro de agua fácil y continua, mientras que Madrid disponía de agua
abundante y de calidad gracias a los "viajes de agua" que había dejado la presencia árabe en la ciudad.
Y un dato no menos relevante, en Madrid no tendría el rey la presencia del
arzobispo, ni de grandes linajes nobles asentados en la ciudad que pudieran
hacer sombra a su poder. Es así como finalmente, en el año 1561 Madrid termina
por ser capital del reino.
Hasta aquí, historia
más o menos conocida por casi todas. Lo que no se suele contar es que el hecho de convertirse en capital
significaba albergar a las miles de personas que componían la Corte. Por
tanto, el primer problema real e
inminente que surge con esta decisión, además del de abastecer a la ciudad
de productos básicos para el alimento, es
el de dónde albergar a toda esa nueva población (miles) que llegaron de
golpe a la ciudad. Hasta el momento, la Corte se había alojado en ciudades como
Toledo, Sevilla o Valladolid, que contaban con mesones o posadas suficientes
para solucionar este problema. No era el caso de Madrid. Y la población iba a
llegar seguro, pues la decisión estaba tomada. Entonces, ¿cuál fue la solución
planteada por Felipe II?
La
Regalía de Aposento
Según
esta ley, dictada por el Rey como solución al problema habitacional de la
ciudad, todo aquel que tuviera una casa
con más de una planta, debía obligatoriamente ceder una parte de la misma para
el alojamiento del personal de la Corte. Cuando la misma era itinerante,
esta norma podría ser un fastidio, pero al menos era temporal. Al tratarse, en
este caso, de una decisión de carácter
permanente, podemos imaginar cómo sentó al levantisco pueblo de Madrid...
teniendo en cuenta además, que las clases adineradas rápidamente se libraron de
esta obligación, ya que quedaban exentas a cambio de favores y donaciones
hechas a la Casa Real. Dirán las malas lenguas que quien hace la ley...
Las Casas a la Malicia
Si se
trataba de una obligación, y además las clases altas podrían librarse de ella,
no tardaron en surgir "alternativas" ingeniosas para eludir esta situación.
Para
poder decidir qué casas eran adecuadas para albergar al personal de la Corte, primero había que saber cuáles de ellas
reunían las características esenciales para poder realizarse. Como hemos
dicho, que tuvieran más de una planta,
pero además que fueran divisibles de manera fácil: por plantas o zonas
claramente delimitadas y que permitieran a sus habitantes convivir sin
problemas. ¿La respuesta del pueblo de
Madrid? Viviendas en las que a simple vista era imposible no sólo ver una
posible división clara de espacios, sino que resultaba un reto saber de cuántas
plantas constaba o cuántas habitaciones tenía. Para ello se hacían
distribuciones imposibles del interior de las viviendas, y especialmente de las
fachadas, de manera que se colocaban los vanos de las ventanas y respiraderos
de manera caótica y a diferentes alturas,
se superponían tejados enormes y buhardillas de forma que quedaran
ocultas las reales dimensiones y habitaciones de la vivienda. El resultado eran viviendas de muy difícil
división, que los funcionarios reales terminaban por desechar como opción
habitacional para la Corte.
Origen de las placas que numeran las manzanas del centro de
Madrid
Puede
que a madrileños y visitantes que paseen por el centro de la ciudad, les haya
llamado alguna vez la atención las placas cerámicas cuadradas que aún se
conservan en la mayoría de los edificios del casco, en la zona de los Austrias,
y en los que suele rezar algo así como "Visita G, Manzana nº 134". No
son pocos los que se preguntan qué significan estas placas. Están relacionadas
ni más ni menos que con el desorden urbanístico creado tras la venida de la
Corte y la creación de las Casas a la Malicia. Llegó un momento en el que era tal el caos urbanístico creado que era
imposible saber cuántas manzanas, edificios y casas había. Puede parecer un
problema relativamente menor, pero si no hay un censo fiel de viviendas, ¿cómo
cobrar los impuestos correspondientes a las mismas? ¿cómo continuar con la ordenación
urbana de la ciudad?
La
solución llegó de la mano de Fernando VI,
quien mandó realizar el titánico trabajo de la Visita General de Regalía de Aposento, numerando una por una las
manzanas de sureste a noroeste, desde el número 1 (Hospital General de
Atocha) hasta el 557 (las propiedades del Príncipe Pío). El trabajo corrió a
cargo de cuatro arquitectos, que aprovecharon para recoger también el nombre de
todas las calles de Madrid en aquel momento. En 1765 se numeraron todas esas
casas y manzanas con estas placas de porcelana, que aún hoy perviven en las
calles de Madrid.
Placa cerámica con la indicación de Visita y Manzana |
Restos en la actualidad
Además
de las placas cerámicas, que son visibles en la zona de los Austrias, aún quedan vestigios de estas casas a la
malicia para los paseantes que estén atentos y estén de paso por la Calle del Pez, la del Conde, la del
Rollo o la de los Mancebos. Imaginad por un momento que sois funcionarios
de la Corte censando posibles aposentos, ¿sabríais decir cuántas habitaciones o
plantas tienen? ¿O las dejaríais -y por ende a sus moradores- por imposibles y
en paz?
Bibliografía
Ramos,
R. y Revilla, F., Historia de Madrid. De
Magerit al siglo XXI, Madrid, Ediciones la Librería, 2005.
Marín
Perellón, Francisco José, Planimetría general de Madrid y visita
general de casas, 1750-1751, Catastro,
2000. Disponible en Catastro.
Delgado,
A., "El origen de las antiguas placas cerámicas que
numeran las manzanas de Madrid", publicado en Abc,
Madrid, 2015.
Autora|
Patricia Aguilar Moya
Vía| Ver bibliografía
Imagen|
Arte
de Madrid, Edificios Madrid
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