Adentrándonos
en la fortaleza, y dejando atrás la ermita, se abre a nuestros ojos todo el
recinto de lo que fue la antigua alcazaba de Reina
Lado sureste de la fortaleza fotografiada desde el pueblo de Reina |
Si
vamos en coche de Llerena a Casas de Reina, por la carretera EX-200, podemos
observar desde lejos una solitaria elevación, casi que aislada del resto de la
cadena montañosa de la Sierra Morena, que está coronada por los restos de una
antigua fortaleza. Se trata de la alcazaba de Reina, una posición militar
que descansa en lo más alto del Monte de las Nieves desde tiempos inmemoriales.
Como
puede suponerse, la situación de la alcazaba no es aleatoria, sino que responde
a una serie de elementos
geográficos y naturales favorables.
Con respecto a lo geográfico, desde ese montículo se controla parte de la
Sierra Morena, que además le sirve de barrera natural por sus lados sur y
oeste, y se vigila toda la fértil llanura de la Campiña de Llerena, que se
extiende por el norte y el este. Esta posición, además, protege
uno de los pasos naturales que van desde las tierras extremeñas hacia
el Valle del Guadalquivir y el cruce de una importante calzada, de los tiempos
romanos de la cercana ciudad de Regina Turdulorum, que une Astigi (Écija) con
Augusta Emerita (Mérida). Asimismo, aparte de lo puramente geográfico, existen
otros factores naturales favorables para emplazar ahí una fortaleza. Cerca del
Monte de las Nieves se encuentran unas ricas minas
de hierro y de plomo, las fértiles tierras de la campiña llerenense y
varios manantiales o fuentes naturales de agua, dos de los cuales emergen en la
propia cima de dicha elevación.
Siguiendo nuestro camino
en automóvil en dirección a la fortaleza, una vez que pasamos el pueblo de Casas
de Reina, a poco más de un kilómetro, se coge un desvío a la derecha hacia la
carretera BA-116, que es la que sube a
Reina, el elevado pueblo que descansa a los pies de la magnífica
fortificación. Desde esta carretera, por una de las calles señalizadas, se
accede a un empinado camino empedrado que sube hasta la alcazaba, que está
parcialmente restaurada desde no hace mucho tiempo. Cuando nos damos cuenta, ascendiendo
poco a poco, estamos a unos 825 metros
de altitud y divisamos un magnífico paisaje hasta más allá de donde alcanza
nuestra vista.
Ermita de Ntra. Sra. de las Nieves, del siglo XV, ubicada
en el interior de la fortaleza de Reina
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Si accedemos por la
puerta principal, ya que hay otra secundaria, a la derecha encontramos la ermita de Nuestra Señora de las Nieves,
una construcción religiosa de finales del siglo XV, aunque su origen puede que
se remonte a mucho tiempo atrás. La ermita consta de una sola nave, con bóveda
de cañón apuntado; de una cabecera, separada por un arco toral, con una bóveda
de crucería; y, a los pies, de un pequeño campanario, levantado sobre el tejado
del propio santuario. Llama la atención que, tanto en el atrio como en el coro
de la iglesia, hay columnas y capiteles
de época visigoda. Asimismo, en las paredes se observa los restos de unas
pinturas, de difícil interpretación, que representan barcos, figuras
antropomorfas y vegetación. Por último, adosadas a la construcción principal,
está la sacristía y la casa del ermitaño.
Adentrándonos en la
fortaleza, y dejando atrás la ermita, se abre a nuestros ojos todo el recinto
de lo que fue la antigua alcazaba. Por todo el contorno, aunque bastante
deterioradas, se aprecian hasta quince torres
rectangulares, que están unidas entre sí por unas murallas hechas de tapial
de 2 metros de espesor. De este perímetro defensivo, nos llama la atención que
en los flancos norte y oeste se levantan sendas torres albarranas, una de las cuales, la más septentrional, tiene
forma de octógono aunque construido sobre una base cuadrangular. Estas torres
albarranas sirven para adelantar las defensas, con respecto al camino de ronda.
Del resto de torres, más homogéneas, destaca la “torre de los sillares”,
llamada así por estar reforzada en sus esquinas por sillares romanos de granito, posiblemente reaprovechados en algún
momento de la historia de las construcciones de la antigua ciudad de Regina
Turdulorum, que permanece inerte a los pies del fortificado montículo.
Los orígenes de esta
fortaleza son almohades, aunque puede que su germen esté en el antiguo oppidum
de Regina Turdulorum, del que no quedan restos observables a primera vista,
o incluso en algún asentamiento de la Edad del Bronce. Sin embargo, del siglo
XII no se conservan demasiados elementos constructivos. Prácticamente, de tiempos andalusíes, solo subsiste el
recinto de muros y torres, aunque tuvo varias restauraciones posteriores; un
aljibe situado a la izquierda de la actual entrada, ya que el otro existente,
ubicado en la primitiva entrada en recodo, hacia el noroeste, es de época
santiaguista; y la primitiva puerta y su suelo empedrado, que permanecen en un
estado bastante bueno de conservación.
Torre albarrana almohade de la zona noreste, y casa
maestral y torre del homenaje santiaguista
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El historiador Rodrigo
Méndez Silva escribe, en el siglo XVII, en sus textos de la “Población General de España”, lo
siguiente: “Ganola de moros año 1185 el Rey D. Alonso Nono Castellano y vuelta
a perder, D. Fernando III, 1246 que la mandó poblar de cristianos”. La alcazaba
de Reina, definitivamente, es tomada por los cristianos en tiempos de Fernando
III de Castilla, quien dona la villa con su fortificación a la Orden de Santiago ese mismo año. Desde
entonces, este baluarte pasa a ser la cabeza de una poderosa encomienda de la
que dependen varias poblaciones como Berlanga, Valverde de Llerena, Ahillones,
Casas de Reina, Trasierra, Disantos y Fuente del Arco. De este período
cristiano, que se conserve en la actualidad, en la zona norte, destaca la torre
del homenaje, la casa maestral, una almazara, unas caballerizas y una bodega.
En lo que sigue, la cercana
ciudad de Llerena va adquiriendo
cada vez mayor auge, en detrimento de Reina, hasta llegar a conseguir la
capitalidad de la Provincia Santiaguista. De hecho, entre los años 1604 y 1738,
la alcazaba de Reina es abandonada y
su población permanece en el actual pueblo homónimo, que persiste en la parte
más baja del valle, en los arrabales, donde se hallan las bodegas de la antigua
fortaleza. La fortificación es un Bien de Interés Cultural (BIC) desde el 31 de
junio del año 1931.
Autor| José
Antonio Cabezas Vigara
Imagen| Wikipedia, Club Rural
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