Enrique ‘el Navegante’, un gran explorador portugués del siglo XV

La expansión colonial de Portugal

Enrique ‘el Navegante’, un gran explorador portugués del siglo XV
El siglo XV es el tiempo de los grandes exploradores y conquistadores Hispanos. Entre todos, destaca la vertiginosa expansión colonial de Portugal, que se inició en este mismo siglo XV, con el fin de explorar la costa africana en busca de una nueva ruta hacia las Indias. El objetivo era evitar el paso por el Mediterráneo, sometido al control creciente de la flota turca, y también conseguir un metal precioso, el oro, que faltaba en Europa. Asimismo, las noticias de la existencia de un reino cristiano situado al sur de Marruecos estimularon las ganas de aventura de los exploradores lusitanos.

El avance inicial a lo largo de las costas africanas se vio facilitado por la notable técnica de navegación portuguesa y por la escuela de Enrique el Navegante.

Enrique "el Navegante" fue un explorador portugués del siglo XV, hijo don Juan I el Grande, el monarca, y de doña Felipa de Lancaster. “El Navegante” nació en el año 1394 en Oporto. Recibió una esmerada educación y fue armado caballero por su padre al llegar a la mayoría de edad. Cuando Juan I organizó la campaña a Ceuta en 1417, su hijo le acompañó, batiéndose con gran valor en numerosas batallas y recibiendo como premio los títulos de duque de Coimbra y señor de Covirán. Una vez concluida con éxito esta campaña, Enrique regresó a Portugal, donde permaneció durante una breve temporada antes de emprender un nuevo viaje al territorio africano.

Fundación de una escuela de navegación

En el año 1416 fundó, junto al cabo San Vicente, una villa llamada Tercena Naval, que es hoy la ciudad de Sagres, y estableció allí una escuela naval, varios astilleros y arsenales. En esa escuela fue donde se formaron los navegantes que luego realizarían los viajes de exploración que consolidaron el imperialismo portugués en numerosas colonias. Enrique fijó su residencia en la villa por él fundada y se apartó voluntariamente de la vida cortesana de la metrópoli, dedicándose a perfeccionar los planes para dominar un océano que la imaginería popular había poblado de monstruos y catástrofes. Las arriesgadas expediciones marítimas ordenadas por Enrique llegaron a oídos de la Iglesia, y de monarcas y emperadores.

El papa Martín V, don Juan II de Castilla y Enrique V de Inglaterra le tentaron para que aportara a su causa los conocimientos, tanto militares como de navegación, que le habían hecho famoso en la época. Enrique, que fue el creador de la cátedra de medicina en la Universidad de Lisboa, era el mayor matemático de su tiempo, aplicó el astrolabio a la navegación e inventó las cartas planas. Sin embargo, rechazó estas proposiciones y siguió con sus sueños de expansión del Imperio portugués por el mundo.

Rutas de Enrique ‘El navegante’
Los descubrimientos de Enrique El Navegante

De esta forma fue como sus navegantes iniciaron una serie de descubrimientos que llevaron el estandarte lusitano a lugares que hasta entonces sólo formaban parte de la leyenda. En 1418, Bartolomé Perestrello descubrió la isla de Porto Santo y, al año siguiente, Juan Gonzalves Zarco y Tristán Vaz Tejeira descubrieron la isla de Madera. En 1432 Gonzalo Velho Cabral descubrió Santa María, primera tierra insular del archipiélago de las Azores, en pleno Atlántico.

Sin embargo, la obsesión de Enrique "el Navegante" no eran las islas, sino aquel mar terrible que los marinos de la Edad Media creían imposible de cruzar. Después de doce años de arduos trabajos, ordenó equipar una nave con todo lo necesario para una prolongada travesía y puso al mando a su escudero Gil Eannes. El primer viaje de Eannes, no obstante, le llevó sólo hasta las islas Canarias, de donde regresó sin haberse atrevido a continuar el periplo más allá del cabo Bojador, en el territorio continental africano. En 1434 Enrique logró convencer a Eannes para que se hiciera a la mar y explorara la costa africana, marcando el inicio de una importante serie de descubrimientos y conquistas.

En 1441, envió a dos de sus capitanes a que recorriesen la costa del Sahara. Uno descubrió el cabo Blanco y el otro trajo, por primera vez, esclavos negros a Portugal. En 1443 Nuño Tristán descubrió la isla de Arguim, donde Enrique estableció una factoría, y en 1445 Juan Fernández penetró en Sudán y llegó hasta el país de los tuaregs, siendo el primer europeo que exploró el interior del continente negro. Al año siguiente, Álvaro Fernández descubrió Sierra Leona y en 1457 Luis de Cadamosto y el genovés Antonio Molle descubrió Gambia.

Finalmente, Enrique "el Navegante" murió en Sagres en 1460, el mismo año en el que Diego Gómez descubrió el archipiélago de Cabo Verde.

Bibliografía

AMSLER, J.,  Historia Universal de las Exploraciones (Tomo II). Madrid, Espasa-Calpe S.A., 1968.

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