Pinturas y dibujos para ilustrar el pasado

Representar el pasado a través de imágenes ha sido un recurso muy utilizado para fomentar una determinada visión del pasado, pero también  una forma de transmitir conocimiento

Las pinturas de Altamira constituyen una de las primeras formas de arte de la humanidad
El uso de la imagen fue una las primeras forma de transmitir el conocimiento del mundo del pasado o presente a los hombres. Prueba de ello eran las imágenes de bisontes siendo cazados por hombres primitivos en Altamira. Que fuese una escena real o alegórica poco importaba ya que a través de ella no solo podemos ver la fauna, la humanidad o las costumbres sino la tecnología que esta escena implica. Ahora que la pintura no es la única forma de representar imágenes para dibujar el pasado ya que a ella podemos añadir otras técnicas como el carboncillo, las fotografías (y los vídeos) o más recientemente las representaciones 3D.

La misión de la imagen no se circunscribe únicamente a enseñar, si bien aquí nos vamos a centrar en esta vertiente para hablar del uso de la imagen en museos, patrimonio o en libros entre otros. Y en este ámbito debemos diferenciar entre la Ilustración Arqueológica dedicada a mostrar, analizar y describir detalladamente a través de técnicas los hallazgos arqueológicos, de la Ilustración Histórica (y a veces historizante) en la que se combina la investigación y el arte para ayudar a imaginar cómo era la vida en la antigüedad.

Villard de Honnecourt fue pionero en el siglo XIV
al crear el primer catalogo ilustrado de arquitectura y escultura europea
El dibujo arqueológico nace con la Arqueología, pero así como esta disciplina tiene una historia, la ilustración de la Arqueología ha experimentado una larga evolución hasta la actualidad. Jose Ramón Almeida considera el Sueño de Polilifo de Francesco Colonna (1499) la primera obra en la que junto a referencias artísticas, epigráficas y arquitectónicas aparecen glosadas “mediante hermosas imágenes que, aunque ingenuas, resultan evocadoras del mundo antiguo”. Antes de ello, considera, “la Arqueología apenas existe ya que en un mundo basado en el respeto a la tradición, el pasado se ha convertido en un lugar mitificado e intocable del que sólo interesan sus héroes, ya sean éstos paganos o cristianos”. Son los enciclopedistas del siglo XVIII quienes sacan el mayor partido a la edición impresa de libros ilustrados gracias a grabados que acompañan cada entrada del Diccionario razonado de las ciencias, las artes y los oficios, continuando la labor iniciada siglos atrás por los dibujos a medio camino entre lo etnográfico y arqueológico de Guamán Poma de Ayala o el esbozo de arquitectura histórica de Johan Fischer von Erlach. Pero no es hasta la profesionalización (S. XIX) de la arqueología como disciplina cuando se establecen los criterios necesarios para hacer un correcto dibujo arqueológico. De esta forma la Arqueología de hoy establece una diferencia entre el dibujo del objeto arqueológico (de una pieza cerámica por ejemplo) del dibujo de las estructuras arqueológicas que pueden emplear tanto un dibujo mediante reticulado, el dibujo por triangulación o finalmente el dibujo por perfil estratigráfico. Todos ellas formas de dibujar que Luis Caballero Zoreda explica muy bien en su muy interesante artículo.

La ilustración histórica nace como un género propio dentro de la pintura (entre otras formas artísticas) de tal forma que hubo épocas en las que era el género más representado. En ella el pintor aplica todos los recursos de composición, perspectiva, color e iluminación para mostrarnos escenas de un pasado que nunca fue pero que sirve al que lo ve como  muleta para pensar un mundo pasado (a veces desaparecido) que de otra forma no podría entender. Señala Jose Ramon Almeida en el mismo artículo nombres como los de L. David, Ingres y Delacroix, Goya, pero también el de Lawrence Alma-Tadema autor de cientos de escenas sobre Egipto, Grecia y Roma. O los óleos de Zdenek Burian en los que el autor trata de humanizar al Homo erectus y al Hombre de neandertal ubicándolos en escenas más cotidianas que heroicas. Las propias necesidades editoriales y museográficas han obligado a muchos artistas a especializarse. Así tenemos la figura de Peter Connolly, historiador e ilustrador del mundo greco romano, o la de Angus McBride, creador de innumerables escenas de batalla

En el siglo XXI la pintura histórica viene de la mano del polifacético artista español
Augusto Ferrer-Dalmau que plasma en sus lienzos la reciente y pasada historia militar española
En los últimos tiempos los dibujantes del mundo artístico han encontrado hueco en la prensa, las revistas y las universidades. Ingenieros y botánicos necesitan de sus servicios, zoólogos y geógrafos, pero también a los arqueólogos y museógrafos que desean mostrar de una forma más didáctica  y humanizada su obra al público.

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