La temeridad de Federico II de Prusia que acabó en éxito

Con la anexión de Silesia sin planificación alguna, Federico II se ganó el sobrenombre de “el Grande” y convirtió a Prusia en una potencia política en Europa
  
Ilustración de Federico II el Grande
La grandeza de Prusia sentó sus bases gracias a un personaje que supo asumir un papel principal en Europa: Federico II el Grande.

Sus victorias militares, unidas a la reorganización del ejército prusiano, modificaron el equilibrio político del Sacro Imperio y otorgaron la dura papeleta a Prusia de potencia. Y entre esos éxitos en el campo de batalla destaca la guerra e invasión de Silesia, siendo quizá la acción más importante en la vida de Federico II.

Silesia era un territorio largo que se extendía desde las fronteras de Bohemia hasta la zona meridional de Neumark. A lo largo del territorio fluía el río Oder, que nace en las montañas de la Alta Silesia. El territorio pertenecía a la Austria Habsburgo y era  una de las áreas más industrializadas de la época sobre todo en el sector textil.

Sin embargo, la anexión de Silesia por parte de Federico II siempre se ha considerado como una temeridad si se tiene en cuenta la espontaneidad de la planificación de la campaña militar y la rapidez de llevar a cabo el proyecto. A pesar de la celeridad del ataque, Federico II tenía los medios necesarios para llevarlo a cabo: tenía a 80.000 soldados preparados para el combate y grandes fondos para destinarse exclusivamente a la guerra.

Guerra de los Siete Años
Por el contrario, los Habsburgo habían sido derrotados en la Guerra de Sucesión polaca y en la Guerra Turca, estando sumidos en un período de debilidad que se mostraba en Silesia, zona importante y tan solo defendida por 8.000 hombres.

El contexto en otras potencias también ayudaba. Gran Bretaña no ayudaría a Austria por estar en guerra con España y Rusia se encontraba paralizada a causa de la muerte de la zarina Ana; y por otro lado, Francia era aliada de Prusia.

Federico II tomó la decisión de atacar Silesia en pocos días. Su juventud e inexperiencia no fueron un problema y aprovechó la muerte de Carlos VI de Austria para iniciar las hostilidades con el objetivo de tomar Silesia en diciembre de 1740. Tras dos años de combates, en 1742 firmó una paz con Austria a través del tratado de Breslau en la que se reconocía su autoridad sobre Silesia.

Pero Austria se sobrepuso a su debilidad y en 1745 comenzó una contraofensiva para recuperar Silesia. Las intenciones de reconquistar Silesia no valieron para nada, pues los prusianos de Federico II volvieron a derrotar a los Habsburgo y afianzaron su poder en la zona industrial con el tratado de Dresde.

Los resultados de Federico II en su afán de anexionar Silesia fueron extraordinarios y sentaron un precedente, pues no todos los días un principado alemán desafiaba con éxito al poder imperial de los Habsburgo. Lo más sorprendente fue la osadía en enfrentarse a una potencia tan asentada como Austria sin una planificación consensuada. El tópico de “David contra Goliat”, a pesar de la superioridad numérica prusiana, se había cumplido con creces.

Las guerras de Silesia otorgaron un prestigio mundial a Federico II, que comenzó a ser conocido como “el Grande”, y se convirtió en una potencia a tener muy en cuenta en Europa, que comenzó a ser abiertamente antiprusiana al ver que otro gallo se incluía en el corral.

Fuente

Christopher Clark. (Noviembre 2016). Federico II. La conquista de la gloria. La Aventura de la Historia, 217, 17-23.

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