Le clavaron cada uno de los
pies con un largo clavo que atravesó primero una tablilla de olivo, luego el
talón y, por fin, la madera del palo
Recreación de cómo pudo haber sido crucificado Jesús de Nazaret, a raíz de los restos hallados de Yehojanán |
En junio de 1968, el arqueólogo Vassilio Tzaferis descubre en
Giv'at haMitvar (al nordeste de Jerusalén) una tumba del siglo I excavada en la roca. Uno de los osarios contenía
los huesos de un varón de entre veinte y treinta años, llamado Yehojanán, que murió crucificado.
Sus brazos no habían sido clavados, sino atados al travesaño
horizontal. Sus pies habían sido separados a uno y otro lado del palo vertical
para ser clavados no de frente, sino de lado. Le clavaron cada uno de los pies con un largo clavo que atravesó
primero una tablilla de olivo, para que no sacara el pie, luego el talón y, por
fin, la madera del palo.
Restos hallados de Yehojanán |
Curiosamente, uno de los
clavos se torció al ser fijado en la madera nudosa de la cruz y no pudo ser
retirado del pie del cadáver. En el osario se han encontrado todavía unidos el talón, el clavo y la tablilla
de olivo.
El cadáver de Yehojanán, llamado entre los arqueólogos el “crucificado de Giv'at ha-Mitvar”,
arroja una luz siniestra sobre el suplicio que pudo haber padecido Jesús de
Nazaret.
Autor| José Antonio Cabezas Vigara
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Imagen| Wikipedia
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