¿Una sola vía de transmisión en la revelación del ser?
Platón y Aristóteles en la Academia |
Partimos
de la base de que el Alma, o el Ser
Interior, o como sea que se le ha llamado a lo largo de la Historia, es una
realidad concreta, cuyo entendimiento implica un acto de revelación de un
individuo a otro. Tal es así que podemos seguir a lo largo del espacio y del
tiempo los momentos donde diferentes personas encarnan el máximo esplendor en
esta sabiduría del Ser, y, como lo que parecen ser personalidades excepcionales,
en realidad son representantes de una misma Tradición, la del Conocimiento del
Alma.
Para
referirse al Ser se han utilizado infinidad de palabras, incluso lo han
catalogado como la Palabra. Los que
lo reconocen como el origen de todo tienen una íntima comunión con Él, y lo
reconocen como el Uno Mismo, y solo se diferencian en nombrarlo con diferentes
nombres. Incluso se lo conoce como el Nombre.
Fritjof
Capra lo comparó como la Realidad de los Físicos, que a simple vista no se ve
pero que al interactuar con ella lo transforma todo.
La
transmisión de este Saber se ha venido dando de manera continua desde los
confines de la Historia, y siempre de una manera solapada y encubierta. Tal es
así que Platón hace incapié en no escribir acerca de ella, llamándola en su
caso como la Razón del Ser.
En
esta tradición queda claro que el Revelador de Platón fue Sócrates, pero hay
muchas interrogantes acerca de quién reveló a Sócrates la Esencia Primera,
entonces, en honor al Genio Divino, preguntémonos: ¿de quién recibió Sócrates
la revelación del Ser? ¿Cuál fue su conexión con las más antiguas
manifestaciones de este antiguo Arte? ¿Pudiera ser un legado de Mileto, a
través de ese azul mar plagado de barcos? O, ¿es Ente el de Parménides, recibido en situación no muy clara? ¿O
quizás el entendimiento del Alma le llegó a través del médico Tracio, quien
antes de cuidar del cuerpo ponía énfasis en esta Esencia Divina, que si no es mostrada es casi imposible de ser
comprendida?
Entonces,
siguiendo esta antigua costumbre de reconocer el valor de la divinidad, y
apreciarlo, podemos inferir que en línea directa, quizás no de sucesión pero sí
de continuidad, encontramos a Aristóteles conociendo la Razón Madre de todas
las cosas. Luego, como maestro contratado del joven príncipe Alejandro, no es
de extrañar que haya comunicado al conquistador de todas las batallas el
antiguo Nombre del Rey de los Ejércitos, el mismo que quizás gracias a él, una
vez más vuelve a ser revelado en las antiguas comarcas que a su nombre anexó.
Autora| Gabriela Pages
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