Aunque
Isabel I viese otra mujer de aspecto cadavérico idéntica a ella acostada sobre
su cama, todo tiene una explicación
Por ser hija de rey, Isabel
I tenía todas las papeletas para caer de plano sobre los libros de texto. Más
aún desde que este, Enrique VIII, mandase cortar la cabeza de su madre, Ana
Bolena, por la brujería y el adulterio
que implica el no dar hijos varones. Además, Isabel reinó gracias a la causalidad
del destino, es decir, porque la muerte y la infertilidad llegaron hasta sus
dos predecesores legítimos en el trono, Eduardo VI y María Tudor, sus hermanastros.
Doppelgänger o tu doble siniestro
Es esta palabra de
difícil pronunciación la que define al doble
andante que, se supone, todos tenemos. Para unos, una sombra o reflejo en
el espejo cuyo movimiento no obedece a las leyes de la lógica; para otros, un verdadero
doble de carne y hueso. En cualquier caso, el doppelgänger tiene el carácter peyorativo propio de la malicia y
de la perversidad, y representa el lado más oscuro de la persona. Tanto que
verlo es augurio de muerte.
Y fue por merced de
Isabel I por lo que el romanticismo tradicional del doble siniestro se vio incrementado.
No porque fuese una estudiosa del tema, sino porque la historia cuenta que ella
misma experimentó el doppelgänger en sus propias carnes. Ocurrió en el Palacio
de Richmon. Allí, Isabel vio otra mujer
de aspecto cadavérico idéntica a ella acostada sobre su cama, lo que hizo que
se negase en rotundo a volver a utilizar su lecho. El culmen del capítulo llegó
cuando Isabel moría pocos días después.
Todo tiene explicación
Lo novelesco del tema
pone los pies en el suelo si se encuadra dentro de la Psiquiatría. El caso del
doppelgänger se explica en este campo como esa parte reprimida de la
personalidad que todos tenemos, y que desembocaría en el terror psicológico que
supone quedarse sin identidad al ver
otra persona idéntica a uno mismo, un intruso que nos mostraría nuestra
verdadera cara.
Pero como los dragones
y el kitsune, por citar un par, el doble siniestro forma parte del imaginario
mítico del ser humano. Una tradición ideada que representa los miedos
psicológicos del hombre y que, sin embargo, ha supuesto ser un fabuloso recurso que ha dado para cientos
en todos los artes mayores: desde Poe y Dostoyevski hasta el rompedor cine
expresionista alemán representado por Murnau o por El gabinete de Wiene.
Autora| Virginia
Mota San Máximo
Imagen| List
Verse
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