Ochocientos seguidores de la secta
ugandesa liderada por Joseph Kibweteere se encerraron en su iglesia, tapiaron
las ventanas y se prendieron fuego
Dantesca imagen de los cadáveres tras el suicidio colectivo de Kanunga |
Para algunas personas el suicidio es la única alternativa
para acabar con los problemas. Desde hace mucho tiempo, se ha debatido
sobre las circunstancias que llevan a un ser humano a la decisión de poner fin
a su vida.
Una de las manifestaciones más curiosas es el
"suicidio colectivo", y uno de los ejemplos más claros es el de la
secta ugandesa de la "Restauración de los Diez Mandamientos de Dios".
Su líder, Joseph Kibweteere, prometió a sus casi ochocientos seguidores que la Virgen se les iba a aparecer y, como recompensa a su
trágica decisión, les llevaría al cielo.
El fanatismo hizo que la locura estallara y un 17 de
marzo del año 2000, después de días marcados por ofrendas y rituales, se introdujeron en su templo, donde
cerraron las puertas con llave e incluso llegaron a tapiar las ventanas para
asegurarse de que ningún miembro de la secta, en el último momento, se
arrepintiese. El final fue dantesco,
se rociaron con gasolina y la congregación y la iglesia se envolvieron en una
gran bola de fuego. Lo único que quedó fueron los cuerpos carbonizados.
Autor| Antonio
Pascual García
Vía| ABC
Imagen| ABC
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