La nueva museología debería de tener en cuenta nuevos
enfoques basados en el aprendizaje inmersivo, apoyado en un estimulo emocional
Imagen del cerebro humano |
Los
últimos estudios en neurociencia, de la cual ya hablamos anteriormente, sugieren que la mejor forma de adquirir conocimiento es
acompañar los hechos con algún elemento que genere una reacción emocional. Así cuando observamos una pintura, escuchamos
música, probamos una comida, olemos un perfume o tocamos un objeto real,
físico, experimentamos sensaciones que se producen de una forma absolutamente
natural haciendo del aprendizaje algo más sencillo.
El aprendizaje basado en un discurso narrado, e incluso complementado con imágenes y sonidos, es el método tradicional actualmente más empleado en los museos. La neurociencia pretende ir más allá. |
Las
nuevas tecnologías ya no solo son capaces de mostrar
material audiovisual sino grabar y emitir un aroma, podemos tocar digitalmente
y sentir a través del electrovibraciones la sensación de la
textura de superficies, generar movimientos de aire capaces de crear
sensaciones táctiles, etc. Si logramos combinar todo esto con un discurso
de forma inteligente podremos generar en las personas una sensación inmersiva
que genere una emoción, y con ello motivar el aprendizaje.
El Ophone hace que objetos que aparecen en una pantalla LCD liberen olores particulares a intervalos preestablecidos desde la propia pantalla. |
Sin
embargo, está claro que las personas perciben su realidad de manera diversa y diferente. Ya que ese
proceso perceptivo implica una serie de factores (biológicos, culturales,
psicológicos, etc.) que van a facilitar, influir y determinar dicho proceso
Este fenómeno conocido como sinestesia es el proceso a través del cual podemos transportar al
usuario mediante sensaciones y emociones
a otros lugares mediante relaciones indirectas. Entre las tipologías
que son más frecuentes están: grafema-color, nota musical-color, olor-color,
emoción-gusto, olor-sonido, entre otras. Así
por ejemplo es muy común asociar un estilo musical a un
estado de ánimo. Para concluir brevemente el estudio de este fenómeno podemos
decir que como menciona Juan Carlos Sanz en el Lenguaje del color (1985):
“la sinestesia se toma como una capacidad que todos poseen y que por atrofia
perdemos”.
La sinestesia diluye los límites de la realidad gracias a un componente que aparece necesariamente ligado a todo proceso sensorial, perceptivo y/o cognitivo: el componente emocional. |
Poco a
poco tanto la neurociencia como la sinestesia se esta incorporando en
proyectos museogáficos y patrimoniales. Ello facilita además la difusión del
patrimonio inmaterial de los países que de otra forma no seríamos
capaces de entender sino por medio estos métodos. Así por ejemplo, explica Ricardo Cano, la Fonoteca Nacional de México
declaró que los sonidos de la Ciudad de México (claxonazos y palabrotas
constantes incluidas) fuesen patrimonio cultural de la nación. Muchos países
están identificando y controlando los nombres asociados a los alimentos
tradicionales, como Francia con su “d’origine contrôlée”, o Italia con su
denominazione di origine controllata, como parte de su patrimonio cultural
intangible. Sonidos ambientales, olores, sabores, sensaciones componentes
fundamentales de una cultura tactiles antes imposibles de explicar a través de
palabras.
Los olores, los sabores y la forma de comer forman parte del patrimonio cultural inmaterial de una sociedad |
Existen
algunos proyectos, continúa
el autor, como “Memorias en el Museo”
dirigido a las personas que sufren del
mal de Alzheimer que incorporan sonido y otras sensaciones en lugar de
centrarse exclusivamente en el plano meramente visual, facilitando la
accesibilidad del conocimiento a estas personas. Añade el autor otros ejemplos
como el caso de la modista Iris Van Herpen, con el diseño de ropa que genera su
propio “sonido envolvente”. O el proyecto que permite pasear por
la ciudad de Brooklyn disfrutando del arte público multisensorial, como en el
caso del Proyecto Di Mainstone, que ha cableado el puente de Brooklyn como si
fuera un arpa gigante que se pudiera tocar. Las posibilidades que nos ofrecen las
nuevas tecnologías y los nuevos métodos son incontables.
Autor| Álvaro Plaza Sánchez
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