Filipo y
Alejandro, los genios del siglo IV a.C.
Mosaico de la Batalla de Issos: macedonios contra persas |
Nadie en el mundo antiguo se esperaba lo que estaba a
punto de suceder durante el siglo IV a.C. Macedonia
se iba a convertir en la gran potencia del Mediterráneo
Oriental y del Oriente Próximo. Nadie lo veía venir, es verdad, hasta la Batalla de Queronea (338 a.C.), donde
no solo se produjo la gran derrota del conjunto griego contra los macedonios,
sino que estos últimos mostraron otra manera de hacer la guerra; su falange fue imparable.
¿Egipto, Persia o
Grecia podrían haberla desarrollado y con ello conquistar, siendo tales
potencias (sobre todo las dos primeras), lo que cada uno consideraba el mundo?
La verdad es que no porque hubo dos
elementos claves para que éste éxito,
y los dos fueron exclusivos de Macedonia: Filipo
II y Alejandro, posteriormente conocido como Magno.
Nuestro análisis de estos dos protagonistas del siglo IV
a.C. empieza precisamente en la Batalla
de Queronea, donde el rey desató a ese gran monstruo que era para los
enemigos, fruto de su ingenio militar: la falange
macedonia. ¿Qué papel tubo Alejandro
en ésta batalla? A simple vista puede parecer que ningún importante, pues solo
contaba con dieciocho años, pero
aquí es donde encontramos su importancia. A pesar de su temprana edad, no solo
acompaño a su padre en batalla sino que comando
a la caballería hacia la victoria, con lo que se puede ver que fue una
estrategia insultantemente increíble para alguien con tan pocos años de vida. Filipo era un genio militar pero, como
se diría años más tarde, Alejandro era
un dios.
Pero, y como dijo Stan Lee en boca del tío Ben, un gran poder conlleva una gran
responsabilidad. Tenían a los mejores estrategas con la mejor formación del
momento, lo que llevó a la ambición;
y de esto Alejandro “padeció” mucho. Sí, la ambición se volvió en conquistas y victorias incontables,
pero el hecho de ostentar tanto territorio estuvo sujeto a una gran inestabilidad política. En el
campo de batalla nadie dudaba que Alejandro
tuviera el poder, pero en aquellos lugares donde no residía o simplemente
no se encontraba físicamente eran verdaderas calderas; no hace falta poner
ejemplos orientales, encontrando dicha inestabilidad en Macedonia y Grecia.
Desde Queronea
y hasta la Batalla del río Hydaspes,
pasando por Issos y la famosa Gaugamela. Las victorias macedonias se
sucedieron sin parecer encontrar un final; sólo la India, con los elefantes de
guerra, que para los euro-asiáticos era un gran innovación en la guerra, pudo
frenar el gran ímpetu de Alejandro y que transmitía a sus hombres (aun así
consiguió vencer en el río Hydaspes). Hasta
la muerte del rey, genio y dios. Las diferentes disputas internas sobre el
sucesor de Alejandro frenaron un gran
carrera que había iniciado Filipo II y había continuado su hijo prodigio.
No hemos querido analizar cuáles fueron las grandes
batallas y gestas de los macedonios en la conquista de Oriente sino, como
indica el título, qué era para los macedonios la guerra. Para ellos estos eran Filipo II y Alejandro Magno. Los textos
muestran admiración hacia estos genios por parte de sus soldados, y en eso
reside gran parte del éxito que consiguieron. No solo eran grandes guerreros y grandes estrategas, sino que además
eran líderes propiamente dichos. Sobre todo Alejandro
nos enseñó que el mejor de los líderes no es respetado por el miedo que infunde sino por la admiración que se le tiene.
Bibliografía
DE SOUZA, P., La guerra en el mundo antiguo. Akal, Madrid,
2008
CHANIOTES,
A., War in the hellenistic world.
Blackwell Publishing, Oxford, 2005
Autor| David
Beltrán Martínez
Vía| Ver bibliografía
Imagen| The Alexander Mosaic
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