Analizamos la obra de esta joven
artista rusa que se decide a enfrentarse a los estereotipos de su sociedad
Imagen de ‘Uldus Bakhtiozina’ |
A veces la mejor manera de denunciar un prejuicio no es hacerlo
de frente y a las bravas, sino a través de un recurso tan humano cono es la ironía.
Es la manera de proceder de la fotógrafa y artista visual rusa Uldus
Bakhtiozina (22 julio 1986). En las primeras líneas sobre su biografía
Wikipedia nos informa de que es la
primera persona de nacionalidad rusa en participar en las famosas charlas
TED. Además ha sido elegida
por la BBC en el año 2014 como una de las 100 mujeres más importantes de ese
año.
Haber nacido en una época en la que Rusia estaba reconstruyéndose como país en
el seno de una familia
multicultural, su padre es musulmán, su madre cristiana y tiene una
hermanastra judía seguro que le dio apertura de miras y pensamiento. Aún así,
la apremiaron para que estudiara se
matriculó en Ciencia Políticas, cuando ya estaba en el cuarto curso se dio
cuenta de la importancia que tenía el arte en su vida y se trasladó a Londres a estudiar
Arte y Fotografía.
Estudió tres años en Londres y luego viajó un tiempo por el continente
asiático: la India, Indonesia, Nepal y Hong Kong ampliando así su visión
multicultural.
La artista desarrolla
su obra en series, la dedicada a Rusia se basa en los tradicionales cuentos
de hadas rusos. Parte de un profundo estudio
de la simbología de los cuentos, que derivan casi siempre de historias de
terror, al actualizarlas con su lúcida mirada, Bakhtionina consigue captar la
realidad ambigua de los personajes que retrata, sus luces y sus sombras y lo
hace de manera que nos parezca que realmente los personajes de los cuentos aún
viven entre nosotros.
Por estereotipo los hombres rusos han de ser rudos,
por eso en sus fotografías vemos hombres de aspecto rudo pero con un collar de
muñecas barbies acercándonos así a la dulzura de su lado femenino. O el niño
que no se atreve contar a sus compañeros de clase que ama el ballet y aparece
en la fotografía vestido con tutú y una máscara de la Guerra de las Galaxias.
Imágenes por otro lado basadas en pinturas prerrafaelitas del s. XIX, la iluminación tenue refleja la
vida interior de las personas.
Ella prefiere
retratar a modelos no profesionales, personas reales que tienen una
historia detrás y lo hace utilizando el método tradicional, prefiere las cámaras clásicas a las digitales y el proceso del
cuarto oscuro para darles forma.
Sus imágenes tienen un punto
etéreo con una temática que a
veces puede recordarnos a los surrealistas, pero a la vez con un punto de diversión y sobre todo de ironía.
Ella misma define su manera de trabajar como “espontaneidad analítica”.
En definitiva una de esas artistas que merece la pena descubrir y disfrutar si
estamos dispuestos a dejar que pongan en cuestionamiento nuestras convicciones.
Autor| Ana
Rebón Fernández
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