El siglo XVIII como el siglo del mar (III): ¿exploraciones con interés científico o militar?

Alexander von Humboldt, la ciencia al completo
 
Alexander von Humboldt y Bonpland en la selva amazónica del río Casiquiare
Óleo de Eduard Ender, hacia 1850
Humboldt es considerado el «padre de la geografía moderna universal» y un polímata: un individuo que destaca en diversas ramas del saber, cuyos conocimientos no se limitan a una área concreta. Naturalista de polivalencia extraordinaria, sus viajes de exploración le llevan desde Europa a América del Sur y del Norte hasta Asia Central. Se especializa en diversas áreas de la ciencia como la etnografía, antropología, física, zoología, ornitología, climatología, oceanografía, astronomía, geografía, geología, mineralogía, botánica, vulcanología y el humanismo. Humboldt es hoy una figura arrinconada en la historia de la ciencia, hecho paradójico, pues se le considera el científico más conocido de su época y resulta difícil visitar alguna parte del mundo donde su apellido no haya bautizado algún lugar o algún fenómeno natural: la corriente de Humboldt junto a la costa de Chile y Perú, sierra Humboldt en México, pico Humboldt en Venezuela, el río Humboldt en Brasil, la bahía Humboldt en Colombia, el glaciar Humboldt en Groenlandia, montañas en China, Sudáfrica, Nueva Zelanda y la Antártida, cataratas en Tasmania y Nueva Zelanda, cientos de plantas y animales y hasta una de las manchas de la Luna, el mar de Humboldt.

Hijo de un oficial del ejército prusiano y de una hugonote huída de Francia, Humboldt es criado en un rígido ambiente calvinista. Mal estudiante se alista en el ejército y es en un curso de ingeniería cuando descubre la botánica y, después, toda la ciencia. Educado entonces por destacados intelectuales de la Ilustración, tiene ocasión de conocer -y de asombrar- a los pensadores, estadistas y científicos más destacados de su tiempo. Goethe y Schiller son los primeros de una lista que incluye a Thomas Jefferson, Simón Bolívar y Charles Darwin, a Henry David Thoreau, a George Perkins Marsh y Ernst Haeckel. Y su influencia sobre otros pensadores y científicos posteriores es aún mayor, y en parte pervive hasta nuestros días. Inventa las isotermas y las isóbaras; descubre el ecuador magnético de la Tierra; percibe la profunda semejanza que muestra la vegetación en todos los lugares del planeta cuando las condiciones ambientales son similares.

Humboldt es el primer científico que considera la naturaleza en su conjunto y que ve la biología como un todo, una red de relaciones que rige el comportamiento de cada parte y comprende los espacios y los tiempos. Aplica el método newtoniano del pensamiento en dos tiempos -análisis y síntesis- al mundo biológico. Además es todo lo contrario de un pensador de sillón: desde pequeño está obsesionado con el viaje y la aventura, y hereda de sus profesores ilustrados una pasión por las mediciones precisas; embarcaba con 40 aparatos de medición muy avanzados para su época, y ni el desfiladero más angosto junto a un abismo le disuade de medir la presión y la temperatura, la altitud y el azul del cielo. Todo ese lujo de detalle no es para él más que un análisis; queda la síntesis, y Humboldt se convierte pensador de extraordinaria amplitud. De todos su viajes destaca la exploración de lo que hoy es Latino América, un territorio de enorme interés para un investigador, pues ni siquiera los mapas de México, California y el sur de Estados Unidos son correctos hasta que el aventurero alemán los rehace.

Viajes de Darwin
Dedica sus últimos años a escribir Cosmos, su obra más popular y un hito de la divulgación científica. Por una de esas bromas del calendario, muere justo el año en que Darwin publica El origen de las especies, libro que funda la biología moderna y explica, al fin, la razón última de la unidad de la naturaleza que obsesionaba a Humboldt: toda la vida tiene un origen común.

Las exploraciones: ¿interés científico o militar?

Es incuestionable el gran valor científico de las exploraciones del siglo XVIII. Hombres de ciencia ante todo, los viajeros se lanzan a buscar el conocimiento para servir a la humanidad dejando de lado las rivalidades entre sus respectivos estados. Sin embargo al explorador le cuesta mucho alejarse de su vertiente estrictamente militar. Para Lapérouse la exploración sigue próxima a su connotación militar, equivalente a espía o batidor, alguien infiltrado en territorio enemigo para visualizar la situación. Él acepta que su misión -y las de los demás exploradores- mantiene un cariz militar:aunque en el siglo XVIII, y al contrario que en los siglos anteriores, se aparte el secretismo no significa que no se busque la ventaja geoestratégica. En la época, cuando los estados compiten entre si, a todos los niveles, la aparición de diarios, relatos de viajes y experimentos significa un triunfo a la vez que una medida intimidatoria: se muestra con las exploraciones que se intenta dominar el mundo por mar.

El impulso naval se debe a los intereses comerciales y coloniales. Las rutas son muy importantes de asegurar y es necesario establecer bases como puntos de abastecimiento. Es por ello el que las iniciativas privadas primero, y más tarde las estatales, finacien las expediciones de estos aventureros: es necesario adentrase en lo desconocido para encontrar nuevas rutas y enclaves comerciales. Gracias a esto al interés científico se impone al del estado, pero en esencia los últimos impulsan las grandes exploraciones por interés comercial y militar y no tanto por la causa ilustrada. Por ello que en cada expedición se entreguen órdenes secretas prioritarias sobre las labores científicas: una vez se ocupa lo conocido, la única opción para no quedar relegado es la competición sobre lo desconocido.

Si durante el siglo XV se busca un paso hacia Asia y en el XVII se intenta culminar el descubrimiento del Nuevo Mundo, ahora se trataba de implantar las bases para el dominio del mundo a partir del mar. En el VXIII los estados encuentran en los exploradores la figura ideal para sus planes estratégicos. Con esto logra aspectos beneficiosos para si: ahorrase financiación en la empresa de la exploración; posibilidad de aumentar sus dominios extareuropeos; hallar nuevas rutas comerciales y mercados y seguir la competitividad europea ahora en el plano ilustrado.

Es indudable la gran tarea que los exploradores realizan en aras de la ciencia pero debe considerase el interés estatal respecto al tema militar; aunque oculto debe tenerse en cuenta.

Imagen| Wikimedia

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