Las prospecciones geofísicas llevadas a
cabo en Göbekli Tepe han mostrado que el yacimiento completo pudo tener hasta noventa
mil metros cuadrados de extensión y se han localizado otros quince recintos que
están aún por excavar
Imagen del
santuario de Göbekli Tepe
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En la entrada anterior vimos cómo se produjo el descubrimiento de Göbekli Tepe, por parte
de Klaus Schmidt y su equipo, y las estructuras arquitectónicas y artísticas de
este hallazgo. Sin embargo, cabe preguntarse cómo se puede interpretar esta curiosa construcción.
¿Pudo tratarse de un santuario? En el año 2000, Schmidt propuso
precisamente esta hipótesis. Para él, Göbekli Tepe pudo haber sido un centro religioso en los tiempos neolíticos,
por lo que estaríamos ante el templo, o el santuario, más antiguo que
conocemos. Esta construcción, por lo menos, es seis milenios más antigua que el
complejo megalítico de Stonehenge, en Gran Bretaña.
Recreación del
santuario de Göbekli Tepe
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El conjunto arquitectónico de Göbekli Tepe, para Schmidt, pudo haber sido levantado por ciertos grupos
de cazadores-recolectores que acudían periódicamente en peregrinación, desde
un área aproximada de doscientos kilómetros a la redonda, para celebrar algunos
rituales relacionados con las fuerzas animales. No hay que perder de vista que los
pilares del complejo están repletos de representaciones faunísticas.
Los pilares de Göbekli Tepe, como bien apuntó Schmidt, son comparables a otros cercanos de los templos de Nevali Çöri, que
actualmente permanecen inundados por una presa. En este caso, en estos hallazgos
vecinos, se observan figuras humanas estilizadas y descabezadas. Sus brazos,
esculpidos a cada lado, terminan en unas manos que se dirigen al vientre, que
está cubierto por una especie de taparrabos. Todas las esculturas miran hacia la
parte interior del círculo, como si se tratara de una reunión o de una danza.
Representación humana
en los pilares de los templos de Nevali Çöri
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En estos casos de Nevali Çöri, para Schmidt, se pretende representar el ambiente del inframundo. De este modo, la
falta de cabeza de las figuras pudo estar relacionada con la costumbre de la
época de retirar los cráneos de las sepulturas, aunque son simples conjeturas
del especialista.
Por otro lado, al final de sus días, la
sepultura de las estructuras constructivas es también bastante intrigante. Se
cuestiona si el conjunto iba perdiendo poder espiritual con el paso del tiempo
o, más bien, si la ceremonia del enterramiento estaba asociada a algún hecho o
personaje, como pudo ser el jefe de algún clan.
Figura faunística del
santuario de Göbekli Tepe
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Una hipótesis revolucionaria
El hallazgo de Göbekli Tepe, según Schmidt, cambia la idea que teníamos del
desarrollo del Neolítico. Tradicionalmente se ha pensado que la aparición de la
agricultura llevó a un modo de vida sedentario. Sin embargo, Schmidt llegó a la
conclusión de que el caso de Göbekli Tepe es diferente, esto es, pudo ser la religión el factor que
impulsara el cambio en la forma de vivir.
En este caso, fueron los grupos de cazadores-recolectores seminómadas los
que empezaron a asentarse en esta zona para almacenar y defender sus fuentes de
comida, con la finalidad de proveer al santuario. No obstante, otros estudiosos
como Ted Banning han puesto en cuestión
que Göbekli Tepe fuera únicamente un centro religioso, ya que también pudo
tratarse de un asentamiento en toda regla. Del mismo modo, este mismo autor también ha puesto en duda que los constructores
de este monumento fueran los grupos de cazadores-recolectores, puesto que igualmente
se han encontrado pequeños molinos y hoces de sílex, que son utensilios propios
de las labores agrícolas.
Imagen aérea del
santuario de Göbekli Tepe
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Por último, las prospecciones geofísicas llevadas a cabo en Göbekli Tepe
han mostrado que el yacimiento completo pudo tener hasta noventa mil metros
cuadrados de extensión y se han
localizado otros quince recintos que aún permanecen sepultados y que están a
la espera de ser excavados. Según parece, alguno de ellos incluso podría ser
más longevo que los cuatro que ya han sido excavados. Puede que los más
antiguos se remonten a finales de la última glaciación, hace unos quince mil
años. Serían, en este caso, unos cinco mil años anteriores a las primeras
evidencias de las actividades agrícolas.
Autor| José Antonio Cabezas
Vigara
Vía| National Geographic
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