El sistema de comunicación que explica como Roma
pasó de ser una pequeña aldea al referente político mediterráneo que se
convirtió en la Edad Antigua
Ejemplo de una Calzada Romana
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Cuando nos ponemos a pensar
desde un punto de vista actual la relevancia histórica que tuvo un Imperio como
el de Roma puede dar hasta vértigo. La romanización que se llevó a cabo
sigue latente en algunos resquicios, como en la lengua y en las tradiciones.
Uno de los grandes avances técnicos romanos fue la construcción y uso de un
sistema de vías. No resulta novedoso si no tenemos en cuenta la perdurabilidad
que ha caracterizado a este tipo de construcciones, llegando incluso hasta
nuestros días.
Algunas de las
civilizaciones de la Edad Antigua necesitaban de grandes infraestructuras para
su progresivo avance. Buen ejemplo de ello son las presas egipcias que ayudaban
a controlar las crecidas del río Nilo que resultaban sistemáticas. Esta medida
tan necesaria para el avance egipcio podemos compararla con la construcción de
una inmensa red de vías por parte de Roma.
Es innegable que el progreso
de un estado como el romano se produjo gracias a la inversión en vías y
caminos. La extensión territorial máxima que alcanzó Roma fue muy grande. Fue
alcanzada con Trajano como emperador y sus fronteras naturales eran: al norte
con los ríos Rhin y Danubio, en el sur el desierto del Sahara, al oeste el Océano
Atlántico y al este el río Eufrates.
La buena comunicación se hizo realidad gracias a los
grandes proyectos que desde la
administración se llevaron a cabo. Cuando se materializaba una conquista
la primera preocupación era realizar una vía que garantizara el correcto
contacto con el resto del Imperio y en especial con la región del Lacio. Con
esta medida se garantizaba un buen transporte de tropas militares, mercancías –y
con ellas una estabilización del comercio- y el comienzo del proceso de
romanización a los pueblos recién conquistados.
No
podemos afirmar que los caminos durante la antigüedad, ya fueran dentro de la
ciudad o interregionales, fueran completamente seguros. Aun así, tenemos
evidencias claras de movimientos regionales de habitantes que no se
amedrentaban a la hora de emprender un viaje por esas vías. Entre esos viajes
podemos encontrar por motivos de estudios. Las familias adineradas mandaban a
sus hijos a la actual Grecia para proporcionarles una buena formación. Los políticos
que eran designados para ocupar el cargo en otra provincia debían lanzarse al
camino en busca de su nuevo destino. Evidencias de intercambios comerciales y
el paso del ejército son dos de los grandes motivos que fomentaron su
construcción. Y resulta evidente estas últimas afirmaciones porque un imperio
como el de Roma no se entiende sin infraestructuras como en su día fueron estas
vías a la hora de enviar ejércitos y cohesionar las regiones recién
conquistadas con un comercio que iba más allá de lo material, llegaba incluso a
las ideas y costumbres del pueblo romano. La existencia de un turismo primitivo
la afirman varios autores.
En
cuanto a la financiación de la
infraestructura no existe muchos dato relevantes. Gran parte del dinero que se emplearon en la construcción procedía del fiscum-
impuestos romanos- y otra parte del aerum-tesoro
romano-.
Bibliografía
PAOLI, Enrico. URBS:
La vida en la Roma Antigua. Barcelona, 2000,
pág. 303-306.
MORENO
GALLO, Isaac. Vías Romanas, Ingeniería y Técnica constructiva. Madrid,
2004.
Autor|
Enrique
Domínguez Bueno
Vía|
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Imagen| Pixabay
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