Entre 1870 y 1872, Heinrich Schliemann comenzó a excavar en Hisarlik, el lugar donde Homero situaba Troya
Heinrich Schliemann |
Una noche de 1837, un hombre visiblemente ebrio entró en la tienda de
comestibles del padre de Heinrich
Schliemann, en Neubukov y comenzó a recitar, del tirón, versos de
Homero.
Heinrich, que entonces tenía quince años, no entendió lo que el recién llegado cantaba, pero se mostró muy interesado y desde ese instante decidió aprenderse los textos de la Iliada y la Odisea.
Heinrich, que entonces tenía quince años, no entendió lo que el recién llegado cantaba, pero se mostró muy interesado y desde ese instante decidió aprenderse los textos de la Iliada y la Odisea.
Al tiempo, y tras sufrir una seria lesión por transportar demasiado peso,
Heinrich se hizo grumete en un barco
mercante y cumplió los sueños de cualquier adolescente aventurero.
A pesar de todo, el joven apareció en Amsterdam sin una moneda en los
bolsillos y con mucho tiempo libre por delante, que dedicó al estudio de idiomas. Gracias a su
facultad de aprender diferentes lenguas, no le fue difícil encontrar trabajo y
después de recorrer Europa se instaló en Atenas, donde aprendió griego antiguo
y estudió las obras de Homero, en el idioma original.
Las excavaciones de Schliemann, en un grabado de la época |
Heinrich comenzó a tomarse en serio las palabras del autor griego y tras
publicar su opinión, despertó las críticas y las risas de los académicos arqueólogos, quienes veían a Heinrich
como un simple aficionado sin un título universitario y que además publicaba
grandes dislates.
Entre 1870 y 1872, Heinrich comenzó a excavar
en Hisarlik, el lugar donde Homero situaba Troya, y descubrió, nada más y
nada menos que la antigua y mítica Troya homérica. Los arqueólogos no daban
crédito a semejante aportación y no hicieron otra cosa que retractarse de sus
burlas, a lo que el descubridor contestó "las
crónicas hay que tomarlas al pie de la letra".
Autor| Antonio Pascual
García
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