Carlos
I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico tuvo bajo su corona un vasto
territorio que mantener y proteger de diversas amenazas, ante esto tuvo que
protagonizar numerosas guerras contra sus enemigos
Carlos V como dominador del mundo |
El Imperio de Carlos V fue la consecuencia de un cúmulo de territorios
heredados. Nada más nacer, se le hizo duque de Luxemburgo. Además, Carlos sería
el heredero de la Corona de Castilla y de Aragón pertenecientes a sus abuelos maternos
(los Reyes Católicos) quienes también habían conquistado Granada y tenían
posesiones en Italia, África y las Indias. Por parte de sus abuelos paternos
(María de Borgoña y Maximiliano de Austria) obtendría el patrimonio de los
Habsburgo, Flandes-Borgoña y la posibilidad de elección imperial que acabó en
triunfo obteniendo el título de Emperador.
Todo este conjunto de
territorios exigía un óptimo control
administrativo y un máximo de atención
en cada frontera, pues cada una tenía sus problemas particulares. Así pues,
su política exterior se centró principalmente en la lucha contra el infiel, el
mantenimiento de la supremacía dinástica y la lucha contra los protestantes.
Herencia recibida de Carlos V |
Lucha
contra el Imperio Otomano
Los turcos habían
conquistado la isla de Rodas (1522)
desalojando a los caballeros de San Juan, que se trasladaron a Malta, además,
también consiguieron los territorios de todo el norte de África. En 1529 la pequeña guarnición española del Peñón de
Argel cayó y los otomanos se centraron en la incorporación del Reino de Túnez, que finalmente fue
conquistado.Esto cambió la situación de manera brusca ya que ahora el Imperio
Otomano controlaba una serie de puertos que les facilitaba la conquista de cualquier
lugar de la costa calabresa, Sicilia o contra las costas españolas. Por estos
peligros, Carlos V, que se encontraba en plena lucha contra Francia,
interrumpió la guerra para centrarse en los infieles.
El principal intento de
Carlos V para tratar de frenar la expansión de los otomanos se produce en la Jornada de Túnez (1535). Organizó una
armada para desalojar a los otomanos de Túnez e imponer a una dinastía
musulmana más proclive a los intereses hispánicos. Su objetivo se cumplió y
desalojó a los otomanos de las costas de Túnez. Más tarde, trató de conquistar
el Peñón de Argel con la Jornada de
Argel (1541), pero en este caso, la armada fracasa. Con esta derrota se
cierra la política contra el infiel de Carlos V.
Mantenimiento
de la supremacía dinástica
Carlos V tuvo desde los
inicios de su reinado la presión de preservar la herencia recibida y
acrecentarla. No obstante, con la muerte de su abuelo Maximiliano y con la
llegada de la elección imperial vería peligrar sus deseos. Francisco I, rey de
Francia, también optaría al nombramiento de Emperador, ya que entendía que si
es elegido Carlos este enterraría a Francia al no tener capacidad de expansión
por ninguna zona.
De este modo trata de
revertir la situación financiando pequeños grupos de oposición que existían
tanto en el Reino de Navarra como en Flandes. La conquista del ducado de Milán
también es importante, pues con la caída de Milán Francisco podía poner en
entredicho el dominio de la Monarquía Hispánica sobre el Reino de Nápoles. Así,
estalla la primera guerra entre Francisco I y Carlos V.
Mapa del territorio de Carlos V |
La primera Guerra (1521-1522) se produce tras una invasión hispánica
sobre el ducado de Milán (1521). Tras esta invasión llega la batalla de Bicoca (1522) donde los
franceses son derrotados y su influencia sobre el ducado de Milán termina.
Francisco intenta recuperar el ducado de Milán dos veces más, pero finalmente
es derrotando en la batalla de Pavía
(1525) siendo apresado y teniendo que firmar la Paz de Madrid (1526). Sin embargo, se trata de una paz muy
desfavorable para Francisco que reconocería el derecho de dominación hispánica
sobre el Reino de Nápoles, el Franco Condado, y el título de Emperador. También
se devolvería el ducado de Borgoña, el cual se perdió en la batalla de Nancy
con su abuelo Carlos el Temerario.
Al ser liberado
Francisco negará todo lo pactado alegando que se vio obligado a firmarlo bajo
cohesión. Así, se iniciará la segunda
Guerra (1526-1529) cuyo protagonista será el Reino de Nápoles. En un primer
momento, con la ayuda del Papa, Carlos conseguirá avances importantes, pero su ventaja se
frenará cuando, al no recibir las tropas su sueldo, estas provocan el saqueo de Roma (1527). Esto produce una
gran conmoción en toda Europa, y la oposición de Paulo IV se difumina. Francia
finalmente no consigue ningún avance significativo y se firma la Paz de Cambrai (1529), terminando la
situación en tablas.
La tercera Guerra (1536-1538) llegará cuando, tras la Jornada de Argel
y evitado el avance de los otomanos, Carlos V se vuelve a centrar en la lucha
contra Francia. En 1535 muere Francisco Sforza sin descendencia, último duque
de Milán. Como este es un feudo imperial Carlos lo retiene como Emperador
quedando bajo su patrimonio. Esto enfadará a Francia y Francisco I se acercará
a los turcos (JeireddínBarbarroja)
en busca de apoyos en la guerra contra Carlos V. Pero esta guerra no produce
grandes cambios territoriales y acaba con una tregua en 1538.
Finalmente, la última guerra llegará en 1542 y durará
hasta1544. Se trata de una guerra de menor intensidad que termina con la Paz de Crépy (1544) poniendo fin a la
conflictividad entre Carlos V y Francisco I. En esta guerra Francia logra
incorporaciones territoriales a costa del Imperio, pero no de la Monarquía
Hispánica.
Se podría decir que, al
final de estas guerras, la situación queda en tablas. Se firma la paz porque
tanto Carlos como Francisco necesitan centrarse en sus asuntos de política
interna, el problema de los protestantes (hugonotes en Francia y problemas de
la reforma luterana en la Monarquía Hispánica).
Lucha
contra los protestantes
En los años 40, Carlos
V entiende que tiene que controlar a los monarcas protestantes que se oponen a
él. Ante esto se forma la Liga de la
Smalkada (formada por varios príncipes protestantes) produciendo una guerra
(1545-1547). En la batalla de Mühlherg (1547) Carlos V
gana y pacifica el Imperio, pero entre 1552-1559
vuelve a estallar la guerra.
Se trata de una guerra
en la que los protestantes reciben la ayuda del rey de Francia, Enrique II, y
del Imperio Otomano, uniendo en este momento varias luchas, la de los
protestantes y la lucha contra el infiel. No obstante, en esta segunda guerra
Carlos morirá sin conseguir pacificar el Imperio. El conflicto se dará por
terminado con la Paz de Augsburgo (1555)
firmada por Felipe II.
Problemas
internos
Además, los peligros
fronterizos no eran los únicos a los que Carlos tenía que enfrentarse. Con los
dificultosos gobiernos de Fernando y Cisneros, heredó una situación
conflictiva. La nobleza estaba dividida y sedienta de recuperar el poder del
que habían gozado antes de los Reyes Católicos.
Estos desórdenes indicaron
una crisis dinástica donde existían territorios que no tenían del todo clara la
unión de las coronas de Castilla y Aragón. Ante esto se produjo inestabilidad
política, y un pacto con las ciudades algo forzado que no estaba claro, además
de un descontento fiscal.
Con todo ello, podemos
ver como el reinado de Carlos V no estuvo vacío de dificultades, donde aunque
su vasta posesión de territorios se debía principalmente a herencias familiares,
no todo le vino regalado y tuvo que dedicar su vida a proteger y luchar para
preservar todo un Imperio.
Bibliografía
ELLIOTT, John H., La
España Imperial, 1469-1714, Barcelona, Vicens Vives,1974
YUN CASALILLA,
Bartolomé, Marte contra Minerva. El precio del imperio español, c. 1450-1600,
Barcelona, Crítica, 2004
Autora| Diana
Navarro López
Vía| Ver la
bibliografía
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