Aprovechamos la reciente concesión del
Premio Princesa de Asturias a Mary Beard para analizar su visión del asunto de
los mármoles de Lord Elgin
Mary Beard
(MuchWenlock, 1 de enero de 1955) es una historiadora británica que
acaba de recibir el premio Princesa de
Asturias de Ciencias Sociales, según el acta del jurado “por su sobresaliente contribución al estudio
de la cultura, de la política y de la sociedad de la antigüedad grecolatina”
y valorando especialmente “la capacidad
de la galardonada para integrar el legado del mundo clásico en nuestra
experiencia del presente” y su “talento
para convertir un saber especializado en conocimiento accesible y relevante
para el gran público”.
En su
discurso de agradecimiento Mary Beard dijo que “la historia no es un libro de respuestas a los problemas actuales, pero
sí enseña acerca de nosotros mismos desafiando nuestras certidumbres y abriendo
nuestros ojos a distintas perspectivas”.
Repasando
en internet parte de su trabajo me encontré con una visión muy interesante
sobre un tema especialmente conflictivo y que refleja exactamente como aplica
sus ideas en la práctica, el de los
mármoles del Partenón, también conocidos como mármoles de Lord Elgin.
Beard
mantiene que este fue un tema controvertido desde el principio, de hecho titula
su artículo para la BBC “Lord Elgin ¿Salvador o Vándalo?”.
Los
Hechos:
Se
reducen a que a principios del s. XIX el
embajador británico en Constantinopla, Lord Thomas Elgin, consiguió de los por entonces controladores
de Grecia un permiso que le permitía hacerse con las esculturas griegas del
Partenón. 33 barcos transportaron de Grecia a Inglaterra 56 relieves del
friso principal del Partenón (unos 75 m.) 15 metopas 19 esculturas y varias
columnas.
Desde el principio hubo posturas
encontradas:
Podemos
representarlas con los versos que les dedicaron a los mármoles dos de los
poetas más representativos del romanticismo:
Lord Byron, se convirtió en el gran
detractor de Lord Elgin:
“Frío es el corazón, hermosa Grecia, que ternura
No siente lo que sienten los muertos por el polvo que amaron.Ciegos están los ojos que no lloran al ver
Tus muros desfigurados, tus ruinosos santuarios arrebatadosPor manos británicas que mejor hubieran debidoImpedir que esas reliquias nunca fueran restauradas…”
Keats en cambio escribió un poema
sobre la buena impresión que le causó ‘Al
ver los mármoles de Elgin’:
Mi espíritu es muy débil: la mortalidadme pesa mucho como un sueño renuente,y cada pináculo y cuesta imaginadade esfuerzo divino, me dice que tengo que morir,como un águila herida que mira al cielo.Sin embargo, es un fasto gentil el llorarque no tenga vientos nublados que frescome mantengan para cuando la mañana abra los ojos.Tales glorias pálidamente concebidas por la mente,dan al corazón una disputa indescriptible,así estos prodigios dan un dolor muy aturdidoque confunde grandeza griega con el rudodesecho del viejo tiempo, con un ondulante marun sol, la penumbra de una excelencia.
Hay quienes mantienen que Elgin era un
aprovechado que quería beneficiarse del expolio, hay quienes piensan que
realmente era un hombre preocupado
por la conservación de unas muestras artísticas de una cultura que había
aprendido a amar.
Elgin se arruinó con su esfuerzo, tras muchos traspiés y aventuras, en
1806 ofreció al Gobierno británico la colección de mármoles por 74.000 libras
de las cuales sólo consiguió 35.000. Desde entonces los mármoles están en el
Museo Británico.
Debate:
Para
Beard el verdadero debate pasa por encima de nacionalismos y de juegos de ego
para centrarse en una cuestión importante,
con buenos argumentos a favor y en contra. ¿Pertenecen los monumentos como el Partenón al patrimonio de la
humanidad? Y ¿qué significa esto exactamente?
Y para
poder responder con justicia a esta pregunta hay que tener una mirada con perspectiva realmente histórica y abierta.
Tendemos a imaginar los edificios como entes inmutables y en realidad esto no
es así.
El Partenón nació para celebrar a la
diosa Atenea, pero en el transcurso de los siglos fue convertido en iglesia
bizantina, luego en catedral católica y finalmente en mezquita. Consiguió
conservarse casi intacto hasta 1687, cuando un bombardeo veneciano prácticamente
lo destruyó.
Cuando
Lord Elgin llegó a Atenas se
encontró con una imagen de la Acrópolis muy distinta a la de las desnuda colina
que vemos hoy en día presidiendo la ciudad, más bien era un conjunto de barrios donde todo el mundo
utilizaba la Acrópolis como cantera de la que extraer piezas de mármol y estatuas de adorno.
El pueblo griego se reafirmó tiempo después cuando ganó su
independencia y lo hizo sobre la base de la cultura heredara de sus
ancestros, fue cuando reclamó las esculturas robadas como parte de su
patrimonio.
Pero
por entonces los museos se habían
convertido en espacios democratizadores de la cultura, con su propia
historia ligada a la historia de sus países. Las preguntas prevalecen sobre las
respuestas y son asuntos que seguirán discutiéndose.
Autora| Ana Rebón Fernández
Vía| Ana Rebón Fernández
Imagen| Wikipedia
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