«Dos negros peleando en una cueva» y un
borrador cubofuturista, o un chiste y, quizás, un proyecto que no cumplió sus
exigencias
El chiste hace referencia a la obra satírica del escritor Alphonse Allais |
A Malevich no le gustaba la figuración y nada que
tuviese que ver con rostros angelicales o paisajes detallados al extremo. Por
eso encabezó la vanguardia del suprematismo, que enarbolaba la bandera de la
geometría y de la ausencia de todo,
de la sencillez, y que se resumía en representaciones de cuadrados y círculos
pintados, en sus comienzos, con un solo color. Nada que ver con El Bosco, por
ejemplo, o con los impresionantes paisajes de Trost.
Analizando digitalmente el Cuadrado Negro de Malévich, los expertos moscovitas
se toparon, sin quererlo, con una ocurrencia del pintor que hasta entonces
aparecía liada entre los brochazos oscuros de la obra. El chascarrillo, propio
de círculos íntimos y de pies de plomo, decía: «dos negros peleando en una cueva».
No es nuevo. El chiste hace referencia a la obra satírica del escritor Alphonse Allais, uno de los fundadores del
cabaret parisino Le Chat Noir. No es de extrañar teniendo en cuenta que Allais
revolvió las formas de estar del París del siglo XIX con un humor negro que se
convirtió en la guillotina de todo y
de todos. De hecho, en la publicación de Allais se incluían otras mofas
dirigidas a este tipo de obras vanguardistas: un rectángulo blanco, por
ejemplo, que el humorista titulaba La
primera comunión de niñas anémicas en la nieve, u otro rojo al que puso por nombre Cardenales apopléticos
recogiendo tomates en la orilla del Mar Rojo.
Y había más: el futuro tras el Cuadrado de Malévich
El afilador de cuchillos |
Junto a los «dos negros peleando en una cueva», los
restauradores de la galería Tretyakov descubrieron el borrador de un dibujo cubofuturista. Aunque poco hay
que explicar sobre esta vanguardia cuyo nombre no deja lugar a la imaginación,
diremos que se trata de pinturas en las que las formas cúbicas intentan
transmitir dinamismo. El afilador de
cuchillos define muy bien esa sensación de velocidad: no es un instante,
Malévich pretende representar una escena e intenta que el espectador vea entre
sus cubos la rotación de la piedra.
Aunque se dice que también fue Malévich quien bautizó
el cubofuturismo, se conoce que no
le debió gustar mucho porque se divorció de él en cuando se topó en su mente
con el suprematismo. De su humor, negro como su Cuadrado, podrían emanar ríos
de tinta.
Autora| Virginia Mota San Máximo
Imagen| Wikipedia
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