Las
nuevas tecnologías nos introducen en formatos documentales que precisan de unas
nuevas tipologías y conocimientos en las técnicas de conservación y
restauración
Los mayores avances tecnológicos en la Historia de
la Humanidad han sido conseguidos a lo largo del siglo XX. Sin duda se trata de
un siglo determinante para la evolución tecnológica que sufrimos hoy.
Esto nos ha ido
trayendo, entre otras miles de cosas, nuevos
sistemas de almacenaje de documentación. Hasta el siglo XX para poder
“guardar” información se tenía que escribir en un libro, documento o escrito.
Esta información la podemos encontrar en diversos formatos (piedra, pergamino,
papiro, papel...) pero nada que ver con
las nuevas tipologías en soporte documental que nos ofrece el siglo pasado.
Esto no sería elemento
a tener en consideración (más allá del
simple conocimiento de estos datos), si no fuera porque, como la definición de
patrimonio nos informa:
Imágenes de libros |
“Conjunto de edificios,
yacimientos arqueológicos, obras de arte, objetos y documentos de interés científico, histórico o artístico de un país” han de ser conservados y restaurados ya que forman parte del Patrimonio
Histórico-Artístico.
¿Esto que conlleva?
Pues bien, hasta ahora, la Conservación
de documentación solo incluía el conocimiento de las diferentes tipologías de
papel, así como el pergamino o papiro.
Pero entre estos nuevos
soportes, que hay que aprender a conservar y restaurar, estaría las reproducciones fotomecánicas, fondos
sonoros, fotografía, fondos fílmicos, discos y cintas magnéticas. Cada una
de ellas tiene sus propias características de formato y reproducción.
Fotografía de Picasso |
Todas estas nuevas
tipologías suponen retos para los bibliotecarios, archivistas, los
conservadores o restauradores. Son materiales
plásticos, con elementos metálicos que pueden tener muchos problemas de
conservación (nitrato de plata, oxido de hierro, cromado…), por tanto el
conocimiento de los materiales y su evolución es clave para poder conservarlos
adecuadamente. Por ello, la aparición de nuevas instituciones que salvaguardan
este “nuevo” patrimonio es indispensable y muy necesario.
En España, el interés por la conservación de la fotografía no
aparece hasta la década de 1980. Destaca en 1985 el primeras Jornadas para la Conservación
y Recuperación de la Fotografía y aunque no fueron relevantes en cuanto a
criterios sí que llamaron la atención en cuanto a la conservación de los fondos
en custodia.
La administración
general del estado, hoy en día, nos ofrece una herramienta de catalogación general, DOMUS. Se trata de un sistema
de gestión documental para todos los museos, en el que se pretende unificar sistemas y términos. En él se
diferencia entre fondo museográfico -que serian las obras de arte- y fondo
documental. Este sistema nació en 1996 y supone una herramienta muy interesante
para su consulta.
La importancia de los
documentos hoy en día no se cuestiona, pero ¿por qué también se deben de tener
en consideración todos estos nuevos formatos?
The Kiss (El Beso) |
Por ejemplo, ¿cómo no vamos a conservar la famosa foto de Alfred
Eisenstaedt en Times Square? The Kiss (el beso) donde un marino besa
a una enfermera el día 14 de agosto de 1945, no es una foto romántica, es una
foto que simboliza el fin de la Segunda Guerra Mundial.
Documentación
fílmica relevante de
Picasso, de la Guerra civil en España, de la muerte de Franco, el Golpe de
estado…Son historia al igual que lo son memoriales o misales del siglo XVI.
Para todo esto,
contribuyen instituciones como el Centro
de Conservación y Restauración de Fondos Fílmicos o los Fondos Sonoros de RTVE.
La Historia de la
humanidad se escribe día a día, no se detiene en ningún momento, y esto hace
que cada día se tengan que reinventar y actualizar los métodos que utilizamos.
Autora| Marina Sáez Fernández
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