O, al menos, quedó en tablas. Los 100 años que
duró la guerra de Líjar no dejaron ni una gota de sangre
100 años duró la guerra entre Líjar y Francia |
El surgimiento de Alemania como nación, tras la Guerra Franco-Prusiana
de 1870, tambaleó los cimientos de Europa. Francia, que se había quedado sin
Alsacia-Lorena, salió con la cabeza gacha de aquella batalla que tanto
influiría en el devenir del Viejo Continente con su amarre en la cabeza de Hitler.
En España, Alfonso XII, el de las paces, y Líjar, una aldea humilde en
pobladores que se levanta en tierras
almerienses y donde se trabaja el mármol con el arte de un orfebre.
Un
lijereño por cada 10.000 franceses
El caso es que el monarca viajó a encontrarse con Bismarck para
despachar con él sobre una hipotética y
futura afrenta contra Francia. En realidad, Alfonso XII quiso que el
canciller supiese que el pueblo español estaría encantado de ponerse de su lado
si tal encontronazo llegase a producirse.
Una vez terminado el guateque, Alfonso XII pasaba por París el 29 de
septiembre de 1883 engalanado con su uniforme
prusiano. Allí, según Alfredo Escobar en El viaje de Don Alfonso XII a Francia, Alemania, Austria y Bélgica, «ya
hablaban los periódicos de los preparativos de fiestas para recibirle». Sólo la prensa monárquica, que la otra
no tenía intención de gastar papel en la noticia. Pero en Francia la diversión,
como el idioma, se entendió de diferente forma.
Obviamente, aquella visita, además de carecer de sentido por cuanto el
rey era monarca de España, hirió el orgullo de los parisinos, que decidieron echar a Don Alfonso a pedradas de la
Ciudad de la Luz. A pedradas y con alguna que otro improperio lingüístico: «La
grosería escrita de los radicales franceses se convirtió en grosería voceada»,
escribe Escobar.
100
años de una guerra desacostumbrada
Entonces Líjar, golpeada en el otro bando del orgullo por el agravio que
su rey había recibido en el país vecino, decidió «unánimemente declararle la Guerra a la Nación Francesa».
De este modo, el 14 de octubre se emitía un comunicado desde el Ayuntamiento de
este pueblo andaluz, que se sentía obligado a «protestar en contra de semejante
atentado».
Y como, por aquella altura, en Líjar andaban «trescientos vecinos y
seiscientos hombres útiles […], computando por cada diez mil franceses un
habitante de esta villa», el alcalde de la aldea tiró del miedo psicológico e intimidó a la mismísima Francia diciendo que
«cuenta la Historia Española, un Sagunto, un San Marcial, Bailén, Zaragoza,
Otumba, Lepanto y un Pavía, que ninguna Historia de las que se conocen hasta el
día puede presentar ejemplos tan terribles». Ahí es nada.
Y así estuvieron 100 años,
guerreando sin sangre, sin campo de batalla y sin valerosos generales, hasta
que el 30 de octubre de 1983 se puso fin a la guerra en la plaza de Líjar.
Allí, con la presidencia del entonces alcalde, D. Diego Sánchez Cortés,
representantes de ambos países acordaban «firmar la Paz entre Líjar y Francia,
tras cien años de guerra incruenta, declarada por este Ayuntamiento».
Autora| Virginia Mota
San Máximo
Imagen| Líjar
vs Francia
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