El
lugar estuvo densamente poblado desde el siglo IV a. C. por íberos-turdetanos,
quienes explotaron los yacimientos de hierro, y alcanzó su mayor esplendor en
época romana como Municipium Flavium Muniguense
Adentrándonos por la
cañada real del Pedroso y por sus innumerables caminos adyacentes que cruzan
Sierra Morena, muy próximo al municipio sevillano
de Villanueva del Río y Minas, en la cuenca alta del río Guadalquivir, nos
encontramos con la ciudad romana de
Munigua o Castillo de Mulva, como se le conoce popularmente.
Se trata de uno de los yacimientos arqueológicos más espectaculares y únicos que existe en la Península Ibérica. Fue descubierto en 1756 y estudiado por el Instituto Arqueológico Alemán de Madrid hasta la actualidad. Desde 1931 está catalogado como BIC y declarado como monumento nacional.
Se trata de uno de los yacimientos arqueológicos más espectaculares y únicos que existe en la Península Ibérica. Fue descubierto en 1756 y estudiado por el Instituto Arqueológico Alemán de Madrid hasta la actualidad. Desde 1931 está catalogado como BIC y declarado como monumento nacional.
Su ubicación interior
se debe a la explotación minera, desde
época prehistórica, de la Falla de las Arenillas alejada unos 10 kilómetros del
río Guadalquivir. La ciudad se encuentra articulada entre los municipios
romanos de Canama y Navea, origen de las actuales localidades próximas de
Alcolea del Río y Cantillana.
El lugar estuvo densamente poblado desde el siglo IV
a. C. por íberos-turdetanos, quienes explotaron los yacimientos de hierro.
Alcanzará su mayor esplendor en época romana como Municipium Flavium Muniguense, según la inscripción de una placa de
bronce hallada en las excavaciones realizadas en el foro, manteniendo la
extracción y fundición del hierro, como atestiguan las escorias esparcidas por
todo el yacimiento, como actividad principal de su economía. La construcción de
la ciudad comienza en época de Augusto y durará hasta finales del siglo II d. C.
cuando empieza su decadencia.
La ciudad sigue la morfología y distribución romana
clásica. Tenía una muralla de
800 metros de perímetro con cuatro torres y una puerta sur. En su interior no
se encuentran la totalidad de las edificaciones
pero si las más importantes como la necrópolis,
zona de domus y zona monumental donde destaca el foro, termas y santuario. La zona monumental está
distribuida en tres terrazas
artificiales por las que se acceden a ellas mediante dos rampas simétricas.
En la primera terraza se encuentra el foro, los templos, basílica, curia,
tabulario o archivo municipal y las termas.
Impacta ver el muro
ciego, con trece robustos contrafuertes, que sustenta todo el conjunto de
terrazas desde el oeste. En la terraza superior destaca el santuario, construido siguiendo el modelo helenístico y tardo republicano,
que recuerda a otros modelos de templo existentes en el Imperio, como es el
caso del Santuario de la Fortuna Primigenia en Palestrina, Italia.
Desde la zona más alta
del yacimiento, y con condiciones meteorológicas propicias, se pueden divisar otras ciudades de
gran relevancia económica y política en época romana como Carmona (Carmo) o Sevilla
(Hispalís).
No se sabe para quién
estaba dedicado este espacio de culto, aunque si atendemos a su monumentalidad,
debió tener una importancia considerable en el entorno
como polo de atracción para peregrinos de todas las partes del Imperio, que
revitalizarían el comercio de la zona de forma regular. Cabe destacar que su
ubicación, alejado de todo el ajetreo mundano, le da un carácter mágico-religioso
que transporta a un mundo sobrenatural a todo visitante que se adentre en el místico
entorno del yacimiento.
El lugar se encontraba
fuertemente relacionado con los mitos del inframundo por su prolongada
actividad minera, influyendo considerablemente en la mentalidad de los
pobladores del territorio a lo largo del tiempo como indican los restos del templo romano dedicado a Dis Pater hallados en el foro.
Este mundo metafísico desaparecerá con la llegada del
cristianismo a la vida romana. El santuario irá perdiendo importancia y
población a partir del siglo IV d. C. abocando a la ciudad a su final. Durante
los siglos V y VI d. C. se ha constatado un poblamiento marginal aprovechando
las ruinas de la ciudad y posteriormente la presencia árabe hasta el XIII.
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